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Ganadería que se desarrolla con alta tecnología en Dupuy

El productor Espartaco Bailleres transformó en agrícolas 11 mil hectáreas que forman parte de la estancia “El 30 de Octubre”. En 4 años concentró 6 mil vacas y logró un 98% de preñez.

Por Roberto Vinuesa
| 21 de mayo de 2023
Servicio de otoño. Luego del centeno, las vacas reciben un suplemento proteico. Fotos: Revista El Campo

Un enorme manto negro asombró a los pasajeros que recorrían en camionetas las flamantes tierras agrícolas que sobresalían entre un paisaje árido, pobre y degradado. Se trataba de un lote de más de mil vacas que luego de pastar en un exuberante centeno, se amontonaban en los comederos para recibir sales proteicas que las preparan para recibir el servicio de Inseminación Artificial a Tiempo fijo (IATF).

 

“Este paisaje era impensado en esta zona”, le dijo a la revista El Campo Osvaldo Olivera, actual intendente de Navia y ganadero desde hace treinta años en el paraje Martín de Loyola, durante una jornada desarrollada en la estancia “El 30 de Octubre”, donde el productor Espartaco Bailleres mostró los grandes cambios que introdujo en este campo de 34 mil hectáreas, ubicado entre Nahuel Mapá y Navia, 220 kilómetros al suroeste de la capital puntana.

 

En solo cuatro años se convirtió en proveedor de invernada para dos campos propios en Santiago del Estero donde recrían y engordan a corral. Tiene más de 6 mil madres angus y su meta es llegar a las 10 mil, con una producción anual de 8.500 terneros.

 

 “Llegamos a este establecimiento el 3 de enero de 2019. Era un campo de cría típico de la zona y ahora estamos haciendo explotación mixta. Cuando lo compramos a tranquera cerrada había 3.000 vacas de la raza bonsmara y este año tendremos 6.300, con la idea de llegar a las 10.000 madres”, describió Bailleres.

 

Hoy están reemplazando el bonsmara por el angus negro y colorado en busca de un animal más chico y que coma menos en función de estos campos.

 

 Pasturas diferidas. El gatton panic sobresalió en un ensayo con digitaria y llorón, que el año pasado soportaron 70 heladas.

 

 

Bailleres rechaza el concepto de pionero con el que lo califican destacados técnicos al desarrollar agricultura en una zona tan marginal, enfocado en una ganadería de punta: “Son desafíos que cada uno se pone, con metas a cumplir, como tener una madre cada tres hectáreas, es algo muy ambicioso en la zona, cuando la media acá es de una vaca cada diez hectáreas y destetan el 50%, con lo cual tienen un ternero cada 20 hectáreas”.

 

Hoy están reemplazando el bonsmara por el angus negro y colorado en busca de un animal más chico y que coma menos.

En “El 30 de Octubre” alcanzaron ya el 98% de destete: “Es totalmente lograble, ya que lo hemos hecho en La Lucre, nuestro otro campo en Alto Pelado”, dijo el productor que llegó a San Luis hace 18 años y que se siente “un puntano más”.

 

La estancia está muy bien equipada. Tiene diez casas, tres galpones, nueve silos, una pista de avión, hasta una balanza para bitrenes.

 

El predio está dividido en 37 potreros, diez de los cuales son nuevos, más doce represas y diez perforaciones con agua dulce a los 80 o 100 metros.

 

El esquema agrícola les permite asegurarse la alimentación de los vientres durante todo el año. Más de 18 mil hectáreas están con pasturas naturales, 2.800 con digitaria, 5.400 con pasto llorón, 3.000 con agricultura forrajera (sorgo, centeno y maíz) y 4.800 con agrícola de cosecha (maíz, girasol y centeno).

 

“Decidí radicarme acá porque veo la posibilidad de transformar la zona y desarrollarla. Soy santafesino y en la zona nuestra estamos con explotaciones agrícolas, pero ya no hay más superficie para crecer, nos molestamos uno con el otro y acá en San Luis hay mucho por hacer”, explicó Bailleres.

 

Todo lo que es tecnología, agregó, como el desarrollo genético y herramientas, están hechas para esta zona, porque en la zona núcleo todo anda: “Resistencia a la sequía no hace falta y acá sí; tolerancia a enfermedades que allá no tenemos y acá se necesita. Todo el desarrollo tecnológico está hecho para las zonas marginales”.

 

 Protagonistas. Carlos Magallanes, Espartaco Bailleres y Pablo Dietrich en la digitaria.

 

 

El grupo Ganaderos del Dupuy, que también está adherido al sistema de Cambio Rural del INTA, está integrado, además de “La 30 de Octubre”, por José Urturi (El Peje), La Maroma, San Luis; Juan Pablo Enz (La Escondida y Los Tolditos, La Maroma y Nueva Galia, San Luis); Mariana y Carlos Aimar (La Maroma) La Maroma, San Luis; Roberto Quadrelli (Paso Ancho), Navia, San Luis; Manuel Baliña (Don Eduardo), Los Overos, San Luis; Gerardo de Rogere (El Dulce) Canalejas, Mendoza; Diego Casares (La Travesía) Los Huarpes, Mendoza; Ricardo Marinelli (La Aurora), Martín de Loyola, San Luis; y Ariel Rostaño (La Vaca) Anchorena, San Luis.

 

“Decidí radicarme en la estancia 'El 30 de Octubre' porque veo la posibilidad de transformar la zona como lo hice en Alto Pelado", Espartaco Bailleres (Propietario de la estancia “El 30 de octubre”).

Nadie quiso perderse esta jornada y conocer la gran escala en la transformación de campos exigentes, como los del noroeste de Dupuy, como dos productores de Sampacho, Córdoba, con campos en Puente La Horqueta, que llegaron en helicóptero.

 

Luego de la presentación, se realizó una extensa recorrida con cuatro paradas, para observar tres ensayos con gatton panic, digitaria y llorón, con una densidad de siembra de 10 kilos por hectárea para los dos primeros y de 6 kilos para el último. Las tres pasturas se sembraron en noviembre-diciembre de 2021 con una rastra de discos con rolos. Por cercanías de la casa no se realizó control químico. Sin embargo, llamó la atención el vigor de las plantas, en especial el gatton panic, y sobre todo porque el año pasado soportaron 70 heladas, ocurridas entre el 30 de marzo y el 31 de octubre, sumada la más feroz e inesperada del 18 de febrero.

 

La segunda parada fue en lotes que suman 1.700 hectáreas de centeno consociada con vicia villosa para fijar nitrógeno y sembrados con una densidad de 40 kilos por hectárea para el primero y 32 kilos para la segunda.

 

Otras 3.200 hectáreas se mostraron con llorón nuevo y rejuvenecido, trabajados también con rastra de discos y rollos. El segundo es un lote que mejoró notablemente, cuya producción había bajado considerablemente después de un fuego accidental.

 

La digitaria nueva, que se fertilizó con 100 kilos de urea por hectárea, vino tan bien que fue cosechada con un rendimiento de 47 kilos por hectárea.

 

Para el destete se realiza a los 3,5 meses promedio y para ello proporcionan creep feeding, una suplementación diferencial del ternero al pie de la madre, donde además de consumir la leche materna y el forraje del potrero recibe algún tipo de suplementación en su alimentación.

 

Los animales permanecen en corral treinta días hasta cumplir el plan sanitario y luego viajan a Santiago del Estero.  La reposición queda en el corral hasta llegar a los 140-150 kilos, alimentadas con rollo de alfalfa de buena calidad, concentrado al 50% y grano entero de maíz.

 

 Forraje seguro. La siembra de digitaria respondió bien y permite consumirlo en diferido y reforzar la alimentación del invierno.

 

 

La genética original del rodeo está conformada por bonsmara y hereford en su mayoría. En la actualidad se insemina a tiempo fijo con angus, buscando moderar frame, dando aptitud carnicera y precocidad, mientras que el repaso se realiza con toros de alquiler brangus y angus.

 

6.300 madres angus tiene hoy estancia "El 30 de Octubre" y su meta es llegar a las 10.000, con una producción anual de 8.500 terneros, que son enviados a dos campos de Santiago del Estero.

A la hora del almuerzo, las conversaciones técnicas continuaron en medio de empanadas y un abundante locro, pero también hubo un emotivo reconocimiento para Alberto Belgrano Rawson, técnico jubilado del INTA que estimuló y formó los grupos de Cambio Rural desde el comienzo, quien dejó algunos consejos propuestos desde su larga y rica experiencia.

 

La presencia profesional también estuvo representada por Carlos Magallanes, jefe de la Agencia Unión del INTA; Pablo Dietrich, asesor técnico del grupo, y por Federico Olivero y Alejandro Quinodoz, veterinarios responsables del manejo ganadero de la estancia anfitriona.

 

 En total, integran el grupo diez empresas y once campos, que en total suman 160 mil hectáreas y unos 15 mil vientres en producción. Dietrich es asesor y coordinador del grupo desde 2020 en reemplazo de la ingeniera agrónoma Inés Valle, quien trabajó doce años en ese rol y quien le dio el puntapié inicial junto a Belgrano Rawson para reunir a los productores.

 

Son todas empresas ganaderas ubicadas en el Departamento Dupuy, desde Anchorena a Nueva Galia con ambientes de monte de cardenal, siguiendo por la línea de la RN-188 hacia Unión, Navia, Colonia Calzada, Martín de Loyola, Los Overos y La Maroma.

 

“Bailleres tiene una mentalidad que a todos los recursos forrajeros y de cosecha lo hace como si fuera un cultivo agrícola", Pablo Dietrich (Médico veterinario y asesor del Grupo Ganaderos del Dupuy).

Dietrich describió que en general son campos con llanuras medanosas, dominadas por pajonal amargo e isletas de chañares, ambientes en los que se hace ganadería: “Buena parte de los campos que están en Navia, Colonia Calzada, La Maroma, Los Overos y Loyola, tienen sectores contra el río Salado, el límite con Mendoza, donde tienen un poco de ambiente de monte costa de río”.

 

Agregó que hay dos empresas con dos campos, El Dulce y La Travesía, que están del lado mendocino. En el primero predomina el monte de algarrobo, chañar, jarilla, molle y piquillín, mientras que en el segundo es una llanura medanosa, dominada por pajonal amargo.

 

El grupo tiene 17 años de vida y se formó con el objetivo de reunir a productores y empresas con determinadas afinidades, que en este caso está dada por la zona, tipo de ambientes y las características de su producción.

 

Son todas firmas dedicadas exclusivamente a la actividad ganadera de cría, pero entre sus objetivos se destacan otros valores.

 

“La integración de este grupo está inspirada en intercambiar y compartir ideas, vivencias, experiencia y conocimientos; realizan reuniones mensuales para enriquecerse mutuamente en lo técnico y personal, pero también en lo empresarial”, añadió.

 

El segundo jueves del mes se reúnen en cada campo donde el anfitrión muestra un informe sobre la estructura del establecimiento, cuestiones ambientales, climáticas y de suelo que definen ambientes y recursos forrajeros; manejo general de la ganadería, existencias de hacienda e indicadores técnicos productivos, como índice de preñez, producción de carne en las distintas etapas ganaderas.

 

Le sigue una recorrida planificada del campo en la que el productor quiere plantear algún problema o una nueva tecnología que está implementando. A partir de 2020, el grupo comenzó a trabajar sobre aspectos de la gestión económica de los campos.

 

La conformación del grupo de productores Ganaderos del Dupuy está inspirada en intercambiar y compartir ideas, vivencias, experiencia y conocimientos.

“Hace once años que trabajo en el sur de la provincia de San Luis, incluso campos de Buena Esperanza y Soven, y comencé como médico veterinario asesorando a productores en aspectos reproductivos hasta que conocí al grupo Ganaderos del Dupuy”, recordó el profesional.

 

Por otra parte, indicó que la empresa de Bailleres se incorporó el año pasado al grupo, aunque desde hace dos años participa de las reuniones como invitado.

 

“Este es un desarrollo que ya tiene experiencia en la zona, con producción en campos en Alto Pelado y Las Caldenadas al sur de Fraga; con la trayectoria que tiene y la vocación de desarrollo en distintas zonas los ha convertido en pioneros de un sistema productivo que, para la zona de Dupuy, rompe los paradigmas y lo hizo a través de la implementación de la agricultura de cosecha como maíz, girasol y maní, y la incorporación de verdeos de invierno, como centeno, viscia, sorgos forrajeros para diferir, pilares de la crecía de reposición”, destacó.

 

Dentro de los recursos forrajeros novedosos para esta zona específica, que no tiene influencia de napa,  sembraron alfalfa con mucho éxito en toda la implantación. También vienen probando, no solo las forrajeras perennes tradicionales de la zona, como la digitaria y el pasto llorón, sino que también implementaron panicum coloratum y gatton panic que, contra todos los pronósticos, pasó el invierno último con más de 70 heladas sin pérdida de plantas y con muy buena producción durante el verano.

 

“Pero también se destaca el cómo lo hace Bailleres. Tiene una mentalidad, probablemente por su origen de agricultor, que a todos los recursos forrajeros y de cosecha los hace como si fuera un cultivo agrícola, desde los trabajos mecánicos, barbechos químicos hasta cuidados en la siembra, que parte de un análisis de la calidad de semilla para llegar al objetivo de plantas logradas por metro cuadrado”, dijo Dietrich.

 

El profesional valoró que esto rompe con el esquema tradicional de la zona, de muchas otras zonas ganaderas y consideró que la clave del éxito está en la forma en que aquí se hacen las cosas.

 

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