18°SAN LUIS - Viernes 26 de Abril de 2024

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Los ojos de las noticias

El periodista que trabaja en C5N y es nativo radial realizó su formación profesional en San Luis, una provincia que recuerda con cariño.

Por Astrid Moreno
| 11 de julio de 2022

El periodista y locutor Bernardo Magnago nació en Córdoba, pero su formación profesional, así como su carrera en los medios, inició en San Luis. De tener entrevistas con el gobernador del momento de la provincia a cubrir el Mundial de Fútbol en Alemania, hasta vivir una de las tragedias más grandes del país, como la de Once, para el profesional lo esencial es la vocación. Primero en radio y luego en la televisión, ser los ojos y oídos de lo que sucede en vivo es su leitmotiv.

 

—¿Cómo fue que estudiaste periodismo en San Luis?
—Yo quería estudiar Locución y en esa época solo se podía estudiar en Buenos Aires. Justo ese año terminé el colegio y se empezó a dar la carrera oficial de Locución en la Universidad Católica de Cuyo de San Luis. Yo soy de un pueblo cercano a Río Cuarto, Coronel Moldes; así que me fui a estudiar a San Luis. Como era todo muy nuevo habían puesto la carrera de Locución sobre la de Periodismo, que ya se estaba dando, y ese fue mi comienzo. Me fue muy bien desde un principio, porque conseguí enseguida trabajo en una radio nueva, llamada Centro FM, que tuvo mucha repercusión en su momento. Era un mundo nuevo que me dio mucho aprendizaje; empecé a hacer periodismo de verdad. Ahí conocí al locutor Adolfo Casini, a Nino Romero y a Raúl Laborda, y la verdad que fueron años en los que pudimos entrevistar a todo el mundo, del gobernador para abajo. Fueron años muy buenos.

 

—¿Qué opinás de la formación en San Luis?
—Fue algo muy especial porque nos abrió una puerta muy grande a la práctica. A la par que empezamos a cursar la carrera teníamos la práctica de la radio, eso fue algo que para algunos fue muy bueno y enriquecedor. Estuve relativamente poco tiempo en San Luis, cinco años nada más, y no estoy al tanto de cómo siguió. Me da pena que se haya cerrado la carrera en la Católica. Hay muy buenos profesionales y ha crecido mucho el periodismo en San Luis.

 

—¿Cómo fue el paso a Buenos Aires?
—Ese era mi primer objetivo, una vez que me recibí tuve un tiempo en el que venía y dejaba el curriculum en papel. Presentarme para hacer la locución de los boletines de noticias, me focalicé mucho en eso. Al final esos viajes no habían funcionado, entonces me vine medio con nada y al poquito tiempo tuve una primera experiencia en una radio, una AM, y después entré a Radio Mitre. Me toma02 ron el registro y quedé. Era realmente un sueño: en los 90 Radio Mitre estaba en un muy buen momento, líder de audiencia. En esa época no había internet, entonces se escuchaba ampliamente. Los celulares estaban muy limitados. Salías a la calle a buscar las noticias. A los móviles les decían los ojos de la radio y realmente era así. Ahora el flujo de la información cobró otra dinámica a través de internet y las redes sociales. Antes el noticiero era verdaderamente muy fuerte, los flashes de noticias duraban una o media hora, ahora eso es algo totalmente impensable. Por ahí escuchás un programa medio de entretenimiento con algunos datos.

 

—¿Qué adrenalina tiene el salir a la calle como movilero?
—Para la radio y los canales de noticias es como una necesidad tener de primera mano el pulso, la noticia inmediata de lo que está pasando, y creo que no se va a poder reemplazar nunca. Ahora quizás funciona no como primicia en sí, sino como experiencia primera y directa. El clima que se transmite desde el móvil no se puede reproducir de otra forma, hay una manera de ver y de sentir lo que está pasando en la calle que no se puede ver de otra forma. Por ejemplo, el otro día fuimos a hacer una nota en la calle Avellaneda, donde están los puestos de ropa mayorista y manteros en la calle, y hablé con una señora que vendía ropa en silla de ruedas. Le habían amputado las piernas. Nos contó por qué estaba ahí y que no tenía subsidio. Esa experiencia directa no se puede reflotar.

 

 

 

—Estuviste a cargo del primer medio televisivo en llegar a la tragedia de Once ese día...
—Estábamos cerca y llegamos por la parte de atrás, que estaba abierta. Llegamos y vimos lo que estaba sucediendo, y por cómo estaba el tren nos dimos cuenta que era una tragedia grande, que había pasado algo realmente grave. Hablamos con gente del SAME y la Policía, pero nadie sabía lo que pasaba. Les preguntamos si había muertos y nos dijeron que no sabían, pero por la expresión y la manera de responder nos dimos cuenta que sí. Todavía no teníamos autorización para decirlo, porque no lo teníamos confirmado definitivamente, pero veíamos que estaban sacando camillas totalmente cubiertas. Hubo un momento en helicóptero, que bajaba al costado de la plaza, que llevaba a los heridos más graves, y recuerdo que hubo un momento determinado en el que sacaron a una criatura y al motorman. Ese fue un día realmente muy bravo; no sé qué habrá pasado con esa criatura.

 

—¿Un acontecimiento nacional e internacional que te haya marcado por algo en particular?
—Cuando recién empecé me tocaron las inundaciones en Santa Fe de 2003; era una ciudad directamente bajo el agua. Había cincuenta mil evacuados. Llegamos y nos encontramos con un desastre. Fuimos por Paraná y nos quedamos tres semanas. La otra gran cobertura fue el conflicto del campo: estuvimos los cuarenta días al costado de la ruta. Internacionalmente hemos hecho coberturas de viajes presidenciales y el Mundial de fútbol de Alemania, donde fuimos el mes entero. Estaba en Radio 10 y el periodista que iba a ir al final no pudo, así que me tocó a mí. Es un país realmente del primer mundo. Fue mágico e hicimos mucho trabajo con la gente. La ramificación en Alemania todavía estaba bastante fresca, entonces fue como volver a presentarse como una nación fuerte. Fue muy interesante.

 

—¿Cómo se ve desde Buenos Aires el caso de Guadalupe Lucero?
—Por el canal fue Diego Gabriel a cubrir, un amigo mío. Hicimos muchas notas, realmente no se entiende qué es lo que pudo haber pasado y pasó lo que sucede siempre: se empieza a mirar al entorno y la familia. Lo que creo es que este caso, comparado con otros, por ahí no estuvo tan manoseado; la verdad es que sigue siendo una verdadera incógnita.

 

—¿Cambió el rol del periodista luego de la pandemia?
—No lo había pensado, pero a nosotros nos tocó desde el primer día el estar en la calle cuando realmente las cosas todavía eran muy difíciles, aún no había vacunas y la enfermedad era muy grave. Además, moría gente joven y sana. Para preservarnos un poco hacíamos una semana sí y otra en casa. Recuerdo la impresión que teníamos la primera vez que entrevistamos a una persona que probablemente tuviera COVID-19 en un mano mano y el cuidado que había que tener. Felizmente, eso va pasando.

 

—La labor periodística fue considerada esencial; sin embargo, muchos medios nacionales hicieron paros por la condición laboral. ¿Cómo es la situación económica de un trabajador de los medios?
—Está muy complicado, ya de por sí es una profesión que si uno decide ejercerla las ofertas son pocas. Las posibilidades de vivir dignamente del periodismo son limitadas y muchas veces me preguntan sobre esto amigos, conocidos y chicos que vienen a estudiar. Hay que tener muy clara la vocación, porque después sostenerse es realmente complicado. Además, influyen cada vez más los factores políticos y otros intereses. Existen muchos profesionales que se abrieron escuelas y otros tantos terminan trabajando en otra cosa.

 

—¿Cuánto del periodismo se aprende estudiando y cuánto en la calle?
—La carrera es imprescindible, hay que hacerla y estudiarla. La formación teórica y práctica es fundamental, pero sí es cierto que tienen mucho que ver el oficio y la experiencia: hay cosas que no se aprenden en el aula, sino en la calle. También es algo que llama mucho la atención y tiene mucha exposición, entonces hay gente que quiere ser periodista de un día para el otro y abundan los "amigos de" y allegados. Hay mucha gente que entra por la ventana y después se nota en la calidad.

 

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