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Le darán el título post mortem a la familia de la estudiante villamercedina

La Universidad de Lomas de Zamora le otorgará, el mes próximo, el diploma de Ana María Páez a su esposo Alfredo y a su hijo Lucas. La lucha de sus familiares salió a la luz por una publicación de El Diario de la República y generó miles de mensajes de apoyo.

Por redacción
| 28 de agosto de 2017
Ana y Alfredo fueron comerciantes, dirigentes de Newbery y formaron una familia.

Un acto de estricta justicia. La familia de Ana María Páez que cursó toda la carrera de abogacía a distancia desde Villa Mercedes, pero murió de cáncer antes de recibir el diploma, finalmente obtendrá el mes próximo de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) el título post mortem que viene reclamando hace más de un año, según le anunciaron sus autoridades al viudo, que lo colgará “dentro del marco más hermoso que consiga, porque el sacrificio de ella es nuestro orgullo”.

 

Desde la UNLZ confirmaron que “el tema ya está resuelto”, tras las demoras propias de “una cuestión extraordinaria”, y cuando la familia de Ana concluya con unos trámites adicionales, “en septiembre se les podrá entregar el título”.

 

No obstante, aclararon que “nunca hubo un conflicto” sino que el trámite se tornó más prolongado de lo común porque “hay cuestiones legales que se tuvieron que resolver, propias de un caso habitual”.

 

“El viernes pasado hubo un primer contacto con las autoridades de la Universidad después de un año y el secretario académico se comprometió a darnos un duplicado del título”, dijo a Télam el viudo Alfredo Lartigue desde la ciudad Villa Mercedes, San Luis, donde a principios de julio del año pasado falleció su esposa cuando faltaba solo un mes para el acto de colación en el Centro de Extensión de la UNLZ en aquella localidad puntana.

 

Según Lartigue, el documento que le entregarán en un mes será un duplicado porque “después de un año se ha destruido el original”, lo cual tiene sin cuidado a la familia porque “al lado de lo que hemos vivido, es todo un logro”.

 

Es que la familia viene batallando por el título y el analítico de Ana desde el momento mismo en que se dieron cuenta de que el papel que les entregaron en el acto de colación al que esposo e hijo asistieron en pleno duelo no era el diploma sino un mero certificado de finalización de estudios.

 

Desde entonces, Alfredo estuvo golpeando mil puertas, consiguiendo que su caso se viera reflejado en la prensa nacional, que la causa reúna casi 18 mil  firmas de adhesión en Change.org y hasta que el Concejo Deliberante de Villa Mercedes aprobara una resolución -el pasado martes- con un pedido formal a la UNLZ para que acceda a lo solicitado.

 

“Mi señora rindió el último examen y se recibió de abogada el 4 de marzo de 2016 en la Universidad de Lomas de Zamora, extensión en Villa Mercedes, y la de ella fue la última promoción después de 10 años de crearse porque ahora tenemos la misma carrera pero de la Universidad Nacional de San Luis”, explicó Lartigue.

 

Y mientras Ana estudiaba Abogacía en su localidad natal, su único hijo, Lucas, de 21 años, hacía lo propio en la Universidad Nacional de Córdoba, donde ingresó unos años más tarde de que lo hiciera su mamá en la UNLZ.

 

“Nosotros viajábamos a verlo todos los feriados, pero mientras tanto se consultaban telefónicamente todo con su madre y ella vivía aconsejándolo. Mi hijo merece poder colgar su título, el día de mañana, debajo del de su madre, que es toda su inspiración”, dijo.

 

Ana se dio cuenta que sufría cáncer de mama, la misma enfermedad que la había dejado huérfana de madre, cuando cursaba los dos últimos años de carrera, recuerda Lartigue.

 

Y cierta reticencia a ocuparse de ella misma mientras acompañaba a su propia madre a transitar la última etapa del mismo mal, hizo que el cáncer le fuera detectado cuando ya estaba en la última de las tres fases de la enfermedad.

 

“Entre las sesiones de quimio y rayos, mi señora seguía trabajando en un estudio jurídico y estudiando en la universidad. Su fuerza y ganas de vivir las canalizaba así: si a la mañana tenía rayos, a la tarde trabajaba; si tenía quimio, a los dos o tres días estaba cursando o rindiendo. Era un sacrificio enorme y este final no era el esperado”, dijo.

 

La enfermedad parecía entonces controlada cuando Ana dio el último examen y ella pensaba en el atuendo que luciría en uno de los días más importantes de su vida. Pero el cáncer hizo metástasis en los huesos y derivó en una fractura en el cuello del fémur en mayo de 2016.

 

“Viajamos a Río Cuarto para colocarle una prótesis y ella estaba pendiente de que le dieran el alta rápido para llegar a agosto que era el acto de colación, pero lamentablemente contrae neumonía en el sanatorio. Después de 60 días de internación, murió el mismo día en que cumplía 42 años”, contó.

 

Alfredo está más tranquilo desde que sabe que finalmente tendrá el documento ansiado y ya piensa en cómo exhibirlo en su casa.

 

“Le voy a poner el mejor marco, lo más hermoso que consiga porque será un orgullo para nuestra familia tener lo que tanto sacrificio le costó”, concluyó.

 

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