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Ejemplo de superación: a pesar de su hipoacusia, Milagros perseveró y se recibió en la UNSL

Por redacción
| 03 de mayo de 2017
Milagros con una gran perseverancia y mucha inteligencia consiguió recibirse. Foto: Martín Gómez.

Milagros Gallardo tiene 27 años y una voluntad que aturde. Es hipoacúsica desde bebé, cuando una infección, apenas nació, le robó todos los sonidos.

 


Es la mayor de 5 hermanos, vive en barrio Eva Perón, es soltera, de San Luis y ahora analista química, recibida en la Universidad Nacional de San Luis el 7 de abril de 2017.

 


Durante 9 años, el tiempo que tardó en recibirse, luchó contra un mundo pétreo y peleó contra enemigos de una talla enorme: los sordos del alma.

 


Aunque también en ese camino cosechó un gran grupo de personas que la ayudaron, le tendieron una mano y que la admiran con ese ímpetu que empaña los ojos y anuda la garganta.

 


Tiene una pertinacia heredada, su madre Clara Quiroga lleva adelante una gran familia, una de seis hijos. Clara enviudó hace seis años pero le transmitió a toda su descendencia una fuerza bestial para sobreponerse a los problemas.

 


Los tres docentes que acompañaron y ayudaron a la joven a recibirse durante al menos seis años, lo saben.

 


María Beatriz Nuñez, bióloga; Aldo Daguerre, bioquímico; y Silvia Dávila, bioquímica y tutora de la flamante egresada; fueron puntales indiscutibles.

 


Su historia se construye en polifonía. "Bety", Aldo y Silvia aportaron sus voces para armar la hoja de ruta que transitó Milagros en la universidad y en los últimos años.

 


Fueron ellos los que la apoyaron, las que contestaron sus dudas los sábados casi de madrugada, los fines de semana que la guiaron y respaldaron.

 


La joven expresa muchas de sus ideas, articula frases aunque con una sonoridad diferente. Escucha muy poco, no distingue palabras pero sabe que los sonidos están ahí. "Es como un ver muy borroso", acota uno de los profesores.

 


Aldo y Beatriz son docentes del área de Biología, saben lengua de señas. Silvia es su tutora y apoyo directo. Todos comenzaron a ayudarla aproximadamente en 2011.

 


Milagros empezó con 18 años a estudiar y lo hizo sola en el 2008. Agradece pero también recuerda que muchos no se tomaron ninguna consideración por su disminución auditiva. Se acuerda de los primeros años, de alguien y expresa una palabra con claridad, fuerza y enojo: "Física", dijo.

 


Pero más allá de una bronca masticada, ella cuenta que fue en la escuela secundaria que comenzó su interés por la química, pero que mientras terminaba su educación media no tenía definido qué estudiar.

 


"En diciembre, a fines de 2008, unos pocos meses antes que comenzaran las clases en la universidad, en febrero, empecé con el ingreso cursando matemáticas y físicas, las materias del ingreso".

 


Dijo que inició con la Licenciatura en Química, pero que le resultaba una carrera muy larga, ya que duraba cinco años y la de Analista; tres.

 


Aldo explicó que ella en realidad tiene un poco de miedo por la tesis, que le implicaría mucha escritura y otros elementos que la complican por su hipoacusia.  

 


Milagros asegura que de la química le gusta la mezcla de los componentes, los laboratorios, el desafío de los problemas, las soluciones, las fórmulas y los cálculos. Pero además sabe que tiene un campo laboral grande.

 


Reconoce que "el año pasado fue el más complicado, muy estresando y cansador".

 



El comienzo

 


"Empecé con la materias del ingreso y las aprobé: matemática, química, física, luego con otras   de primer año, pero no tenía intérprete de lenguas", relató la joven.

 


Empezó en soledad, y no siempre la ayudaron. Necesitaba a los profesores de teoría de frente para poder leerles los labios. Algunos permanecieron de espalda. 

 


"En general los problemas con los docentes se deben a que en ocasiones no están preparados  y por ende se asustan. Nos dimos cuenta de esto. Algunas veces no reaccionan de la forma deseable", acotó Silvia.

 


Aldo puso en claro que: "Ella puede leer los labios siempre que sea pausado. Si se habla lento, ella puede entender lo que los demás dicen". 

 


En su repaso por las materias "más complicadas", Milagros cuenta que al principio se asustó por la complejidad de los problemas de física.

 


Hizo primer año sola sin tutores, tuvo que dejar y retornaba en varias ocasiones. Cursó desde el 2008 a 2015, siempre la Licenciatura en Química pero hace dos años que cambió a Analista Química.

 



El equipo

 


Los docentes tienen cada uno historias en particular de su acercamiento con la joven, pero juntos conformaron un grupo de tres personas que son las antítesis de los sordos del alma y juegan en la liga de Milagros, en la de los que cambian las cosas, no importan cómo vengan.

 


"Bety" relató: "Una profe me dijo que había una chica en el laboratorio que necesitaba un intérprete, la busqué y nos contactamos. Allí la encontré y estudiamos algunas materias, fue en 2010 ó 2011. Yo estudié lengua de señas en el 2006 por una cuestión particular".

 


En tanto Aldo recordó: "Yo estaba justo en la misma época estudiando lenguas de señas y me sumé a ayudarla".

 


Silvia relató su acercamiento: "Yo la conocí en el 2011, era tutora de Biología, de las materias académicas. Tenía un grupo de alumnos que cursaban y un día aparece Milagros, con otra tutora nos dimos cuenta que una tenía que quedarse con ella, exclusivamente, la otra con el resto. Tuve una empatía inmediata, yo no se lengua de señas pero nos entendimos por completo".

 


"Después seguimos en otras materias, desde que apareció Milagros me di cuenta que era muy estudiosa, muy inteligente y muy persistente", agregó.   

 


La participación de Milagros en el sistema de educación universitario hizo que se evidenciaran muchos aspectos  positivos y otros negativos.

 


"Se dio un tema complicado con los intérpretes de señas y los tutores. Hay una ley, la de Educación Superior y la de Discapacidad para que las universidades sean inclusivas, pero las  universidades en general no están muy preparadas", explicó Silvia.

 


La forma y la necesidades de la joven movilizaron aspectos pedagógicos y académicos. "Hubo un fortalecimiento mutuo porque se pusieron en evidencia las fallas, se notan cuando aparecen casos así. La universidad hizo mucho, pero aún resta", aseguró la tutora.

 


"Bety" por su parte explicó que es una de las primeras personas con discapacidad que cursó un carreras en la Facultad de Química y que en Ciencias Humanas "hay algunos chicos no videntes".

 


Aldo aseguró que "a ella le es más fácil aprender todo lo que tiene que ver con las fórmulas que con el lenguaje directo".

 



Al fin, el fin

 


Luego de luchar y de esforzarse, Milagros reconoció que se puso "muy contenta" por su egreso, pero casi sin necesidad de mirar atrás dijo que "nunca tuvo un trabajo y ahora empezaré a hacerlo".

 


Los docentes señalaron con timidez que ellos también vivieron la finalización de los estudios de la joven "muy contentos y emocionados". Usaron pocas palabras, pero en sus rostros se escapaban dejos de emoción y sonrisas profundas.

 


Silvia no resistió volver a calificarla: "Si algo tiene Milagros es inteligencia y una enorme voluntad. Tienen una sobrexigencia, no descansa los fines de semana, es notable lo que ha hecho".

 


Aldo acotó: "Sabe que tiene que dar más y pone mucho". La tutora añadió: "Es notable ver cómo estudiantes convencionales rinden mucho menos que ella. Eran las once de las noches de un sábado y Milagros mandaba mensajes para intentar corregir algunas cosas, fue un trabajo en conjunto",dijo.

 


La joven no se quedó fuera la charla e interpretación por medio explicó: "Me ayudaron mucho, me permitieron aprender, me enviaban los trabajos en documentos de la computadora. Hubo profesores que me ayudaron, que hacían parciales especiales para que entendieran las palabras, para que comprendiera el contexto".

 



Aprendizaje mutuo

 


Milagros reconoció que aprendió mucho de sus docentes, pero ellos también lo hicieron de su alumna, respecto de esto "Bety" fue categórica: "Nos enseñó tenacidad, a poner ganas, todo con una sonrisa".

 


Silvia manifestó: "Muchas veces cuando me agobio por los problemas me digo que Milagros superó todo eso y que hay que seguir".

 


Explicó que toda la situación le ayudó a visualizar los aspectos relacionados a la discapacidad y que "si uno no lo vive cerca, no lo ve. Se me hizo muy tangible" y remató: "Tantas veces nos hacemos problemas por cosas poco serias".

 


Aldo agregó que "se aprende a hacer otra docencia, una distinta, una muy enriquecedora".

 


Dijo que a su criterio "en la universidad no hay tantos alumnos con discapacidad porque creen que no van a poder y eligen otras tareas. Eso es un problema, que ellos lo crean y que nosotros lo creamos. Nos hacen aprender, tienen que acercarse".

 


Aprovechó para lanzar un mensaje a sus colegas: "A los docentes les digo que traten de aprender, la nuestra es una facultad científica, en donde los profesores hacen muchos cursos específicos de sus disciplinas y está bien que lo hagan, pero es necesario ampliarse en lo que tiene que ver a otras especialidades como lenguaje de señas o braile".

 


Dijo que es necesario "que se rompan los preconceptos". Tomando la misma idea Silva añadió:  "Hay que cambiar la mentalidad. Si el curso no da puntaje para un concurso, no se toma. No es minimizar ni nivelar para abajo, es adaptar la currícula para ciertas discapacidades".

 


La familia

 


Desde un primer momento Milagros aclaró que fue ella la que eligió estudiar: "Mi mamá no me mandó", dijo. "Ella me ayudaba, empezó Licenciatura en Química. Cuando me enfermé tuvo que dejar la carrera, en los primeros años me ayudaba porque tenía muchos conocimientos de química", relató.

 


También contó que una de sus hermanas  le daba una mano con los resúmenes.

 


"La mamá cuando quedó sola puso todo el corazón para que Milagros estudie", agregó una de las docentes.

 


La joven nació pudiendo escuchar pero con pocos días de vida una fuerte infección le afectó los oídos. Los médicos decían que estaba bien pero su madre notaba que no hablaba. A los dos años la llevaron a Buenos Aires, en donde le diagnosticaron hipoacusia.

 


No oye casi nada, pero sí los ruidos muy fuertes como las sirenas de las ambulancias.

 


"Las voces las siento pero no puedo saber qué están diciendo. Con la música pasa lo mismo, tengo que usar los subtítulos, al igual que el cine" , manifestó.

 


Milagros se ríe cuando habla, cuando se comunica con las manos, inclusive cuando está seria.

 


Tiene mil excusas para no estar feliz, pero lo está y en su silencio enseña que muchas veces al mundo les sobran palabras y le faltan ejemplos. Como el de ella.

 


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