"Callate la boca, peronista de mierda": violento accionar policial contra un joven puntano
Ocurrió en el barrio San Luis XV, de la capital puntana. Lo forcejearon entre cinco uniformados. Se trató de un hecho gravísimo. El caso generó serias dudas frente a las acciones de "inteligencia" de la fuerza de seguridad.
La violencia política ha escalado a límites impensados en el país. Y en casa paso, se recuerdan los momentos más oscuros de la historia argentina. Lo que ocurrió con la marcha de los jubilados, en todo el territorio argentino, fue un ejemplo de ello. Abuso de poder, abuso de autoridad, brutalidad sin límites, fueron un cóctel terrible en una jornada trágica. Si bien en San Luis no hubo enfrentamientos durante la movilización, un hecho despertó las alertas ante el escenario provincial: la policía increpó a un joven que había participado de la protesta y luego de maltratarlo físicamente lo insultaron por su ideología.
De acuerdo a lo que denunció el chico agredido, Axel Rosales, en diálogo con El Diario de la República, el jueves a las 2:30 de la madrugada recorría las inmediaciones de la manzana D del barrio San Luis XV, a la altura de las casas 19 y 20. Rosales había participado de la marcha en la ciudad por la tarde del miércoles, después se reunió con sus compañeros en ATE y más tarde se juntó con amigos. Al concluir, emprendió regreso a su casa, en la mencionaba barriada.
A dos cuadras de llegar a su domicilio, lo pararon cinco motos de la policía, de la división DRIM y empezaron a pedirle que mostrara qué tenía en su riñonera y en su mochila. Según el relato, Rosales no se negó en ninguna instancia. Más bien, empezó a mostrarles lo que tenía en su riñonera. Sin embargo, empezaron a reclamarle que se la quitara y la entregara a los uniformados para su revisión. En una lógica desconfianza (un operativo de cinco policías en la madrugada, sin la presencia de ningún vecino que pudiera dar fe del procedimiento), Rosales les dijo que sí se las iba a mostrar sin problema, pero que no se las iba a entregar. Ahí, comenzó el infierno.
"Se bajó uno que era el oficial y me dijo que las cosas se hacían como él quería, que hiciera caso, que no fuera tan picudo, mientras me resistía a darles las cosas. Me rodean entre tres de ellos, quedando dos atrás. Me agarran entre tres que se bajaron de sus motos y me empezaron a forcejear. Me agarraban de diferentes partes del cuerpo y uno de ellos trataba de desprender el gancho de la riñonera para sacármela", describió.
En ese momento y ante una madrugada desolada, Rosales encontró como único medio de defensa la chance de gritar, como para que algún vecino saliera para ver lo que ocurría. Rosales no había hecho nada, lo demoraron sin motivo y lo trataron con suma violencia.
Pero lo que lo dejó helado, fue lo que pasó en una instancia con el oficial. En un momento, la autoridad policial le empezó a propinar gritos y lo insultó por sus convicciones políticas. "Callate la boca, peronista de mierda", le recriminó.
¿Cómo conocía el policía el pensamiento político de Rosales? ¿Es un delito tener una convicción ideológica? Son preguntas que mientras más se profundizan, más miedo se genera en un contexto represivo. La duda se despierta: ¿Habrá trabajos de inteligencia por parte de la policía? y de ser así ¿Quién los ordena? La realidad es que durante la marcha, hubo uniformados que tomaban fotografías del encuentro, en las inmediaciones del Correo Argentino.
La circunstancia lo dejó en "shock". Rosales aseguró que "es común" que la policía lo pare sin que haya hecho nada, pero esta situación superó todos los límites. "Cuando me dijo peronista de mierda, me pregunté cómo sabía de mi pensamiento, no tenía nada conmigo que me identificara como peronista", remarcó.
"Mi respuesta a eso fue: 'Si, soy peronista orgullosamente, pero nada te habilita a tratarme así con tanta violencia'. No hay nada en el Código Penal o una ley que diga que ser peronista es un delito. Entonces, me empezaron a agarrar entre tres y me forcejearon, llevándome hacia la moto para sacarme las cosas. Me empezaron a pegar patadas en los pies como para abrirme las piernas y requisarme. Llegó un momento en que se calmaron, porque seguía gritando. Les mostré todo y no me encontraron nada", precisó.
Luego de que corroboraran su DNI y terminara el procedimiento, le dijeron que lo que había hecho Rosales era "todo un circo" y que de entrada podía haber mostrado las cosas, insistían en que él tenía la culpa. Incluso le dijeron que todo lo que pasó, se dio así por "protocolo".
"La violencia que manejaron no es protocolo, estuvimos discutiendo un rato y no me querían dar la razón. Por último, se terminaron yendo. La comisaría que pertenece a la zona es la Subcomisaría 23. Tuve miedo porque no es normal que te agarren cinco policías y que te hagan pasar un mal momento, todos tenían la cara tapada con pasamontañas, solo podía verles los ojos. El sentimiento más fuerte era la bronca por todo el contexto de represión que estamos viviendo con el gobierno nacional y provincial", lamentó.
Rosales no pudo constatar si los efectivos habían participado de la marcha, lo cierto es que los uniformados tenían en claro sus convicciones políticas.
Puntualizó que a todo el escenario lo describe como el resultado del "odio y la criminalización", que se viene gestando en torno a todo lo que se base en política y libertad de expresión.
"No me parece nada casual que usen el término 'peronista de mierda' tan libremente. Lo hacen porque el contexto los avala y porque son cómplices del plan de saqueo nacional y provincial. Estas situaciones de represión policial me hacen creer con más fuerza en el peronismo y me convence de que no tenemos que dar marcha atrás con lo que creemos", concluyó.


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