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Cómo reducir el impacto del calor en bovinos para leche y carne

Especialistas del INTA aseguran que debido al calor, la disminución de la producción de leche puede llegar al 40%. Mientras que en la de carne en engorde a corral, el estrés suele ser mayor que en pastoreo.

Por redacción
| 04 de febrero de 2024
Importante. Es clave evitar las cortinas de viento cercanas al feedlot o a las parcelas de pastoreo. Fotos: INTA Informa/Internet

El calor de estas últimas semanas ha sido agobiante para todos. Las temperaturas mayores a 35° producen estrés térmico en los animales y en los cultivos. Específicamente en vacas destinadas a la producción de leche el efecto es notorio porque hace que produzcan una menor cantidad. Cuando los sistemas de ventilación resultan escasos hay disponibles otras herramientas para atenuar los efectos negativos del calor, por ejemplo, las prácticas nutricionales tendientes a reducir el déficit energético.

 

“Debido al calor, la disminución de la producción puede llegar al 40%”, aseguró Eloy Salado, especialista en nutrición animal del INTA Rafaela, en Santa Fe, quien señaló que el estrés se produce cuando el animal no alcanza a disipar el calor necesario para mantener una temperatura corporal por debajo de 38,5°.

 

“Parte del calor es de origen endógeno, generado durante los procesos de fermentación ruminal y metabolismo de los nutrientes absorbidos”, explicó Salado e indicó que las vacas más productivas son más susceptibles por su mayor consumo de alimento y su elevada intensidad metabólica.

 

Para monitorear las condiciones ambientales, se utiliza diariamente el índice de temperatura-humedad (ITH). Las alteraciones metabólicas y productivas comienzan cuando el ITH alcanza un valor de 72 para vacas de baja producción y 68 para vacas de alta producción, mientras que un valor de 56 estaría asociado al inicio de la disminución del consumo de materia seca y energía.

 

Todos los movimientos y trabajo con animales se deben hacer antes de las 10 de la mañana y los tiempos de espera en los corrales no deben superar los 30 minutos.

En este sentido, Pablo Matías Roskopf, becario en nutrición animal de la misma institución, expresó que “los sistemas de refrescado, los establos con sombra y la ventilación forzada de instalaciones son herramientas indispensables y muy efectivas para atenuar los efectos negativos del calor”.

 

Cuando la temperatura ambiental supera los 25°, el mecanismo asociado a la menor respuesta productiva es una disminución del consumo voluntario, con una caída severa de temperaturas mayores a 30°. “Una alta humedad relativa y la exposición directa a la luz solar aumentan la intensidad del efecto mientras que una mayor velocidad del viento y la presencia de noches frescas lo atenúan”, dijo Salado.

 

A su vez, el aumento del ritmo respiratorio (jadeo) es un mecanismo para eliminar calor que tiene un costo energético para el animal, incrementando el requerimiento de mantenimiento (RM) en hasta un 25% ya que se trata de un proceso activo y por lo tanto con demanda de energía.

 

En resumen, modificaciones en el balance endocrino, una reducción del proceso de rumia y de la capacidad de absorción de nutrientes, junto con el aumento del RM, reducen la disponibilidad de energía y nutrientes para producir leche.

 

Proporcionar agua limpia y fresca a voluntad es una de las pautas principales para evitar el estrés térmico. “Las vacas de alta producción son capaces de beber más de 100 litros por día, es decir que la falta de agua disponible en ambientes cálidos es una de las principales limitantes para el mantenimiento del ganado”, indicó el especialista.

 

Toda formulación de dietas que conduzca a una óptima fermentación ruminal será beneficiosa para lograr un balance de energía positivo. “Si en la ración se suministran proteínas de alta degradabilidad ruminal sin una simultánea fuente de carbohidratos rápidamente fermentables como azúcares y almidón, el animal requerirá energía extra para detoxificar los excesos de urea”, explicó Roskopf y agregó: “La principal consecuencia de este desbalance es la disminución en la síntesis de proteína bacteriana, que es la fuente principal de proteína láctea”.

 

En caso de contar con patios de comidas, la ración completamente mezclada (TMR, por sus siglas en inglés) deberá suministrarse preferentemente entre las 5 y las 6 de la mañana y al anochecer, para evitar que el pico de producción de calor de digestión coincida con las máximas temperaturas ambientales.

 

“En pastoreo directo el comportamiento ingestivo de los animales cambia abruptamente bajo condiciones de estrés calórico”, Eloy Salado (especialista en nutrición animal del INTA Rafaela)

Evitar que falte comida en el comedero es otro aspecto importante. “Se deben tolerar rechazos de hasta un 5% de lo ofrecido. También hay que remover del comedero los remanentes y ofrecer la ración fresca para estimular el consumo”, especificó Salado y añadió que se aconseja preparar la ración lo más cerca posible del momento de suministro, aspecto que es más importante en vacas en lactancia temprana o en lotes de vacas de alta producción.

 

“El uso de TMR es mejor que el suministro de alimentos por separado. El valor aconsejado de materia seca de la TMR es de 50% para obtener un consumo óptimo”, aconsejó Roskopf e indicó que “se puede agregar agua cuando el contenido de MS de la ración supera este valor”. Además, entregas seriadas de la ración, de 3 a 4 veces por día, estimulan el consumo.

 

Como fuente de fibra recomendó utilizar forrajes húmedos como los silajes en lugar de henos para mejorar la palatabilidad de la ración. También es recomendable la inclusión de subproductos húmedos como bagazo de cerveza, pulpa de cítricos o melazas.

 

Salado dijo que es importante implementar medidas para reducir el ingreso de oxígeno al silo y remover un espesor de 30 centímetros por día de la cara expuesta del silo, “el agregado de estabilizadores biológicos o químicos, como el ácido propiónico, al momento de confeccionar el silo es aconsejable para las reservas forrajeras que se planifica utilizar en verano”.

 

También es importante alimentar con forrajes de buena calidad y alta digestibilidad. “Si se requiere fibra efectiva, se puede incluir hasta 0,6 kilos de heno de baja calidad como paja de cereales o henos de pasturas encañadas”, aconsejó Salado y añadió que “el tamaño de picado debe ser entre 2,5 y 5 centímetros para evitar la selección”.

 

En relación con la nutrición mineral, las vacas de alta producción bajo condiciones de estrés por calor aumentan sus necesidades de sodio y potasio debido a un desbalance electrolítico, por lo que se recomienda controlar el balance de estos minerales en la ración. Según Roskopf: “Es importante aumentar la inclusión de sodio y potasio hasta niveles mínimos de 1,5 y 0,45 % de la ración (base MS)”.

 

“En el pastoreo directo hay que tener presente que el comportamiento ingestivo de los animales cambia abruptamente bajo condiciones de estrés calórico”, sostuvo Salado. Estos cambios implican una reducción del tiempo neto de pastoreo durante las horas con luz, una disminución marcada en el número de bocados y, en función de las características de la pastura, el tamaño de bocado puede resultar significativamente afectado. En consecuencia, la disminución del consumo de MS de pastura puede ser superior al 30% si las vacas no disponen de pastoreo nocturno para compensar.

 

Además, la inclusión de energía lipídica en la ración para obtener dietas frías resulta útil por su elevada densidad energética y la ausencia de producción de calor por fermentación. “Los lípidos deben incluirse hasta el 16% del requerimiento total estimado de EM de la vaca”, afirmó Salado y agregó: “Se aconseja que un 50% de estos lípidos sean protegidos (bypass), mientras que la cantidad restante puede adicionarse como lípidos libres bajo la forma de aceites libres, borras de aceites vegetales y granos oleaginosos como girasol, algodón, soja y lino

 

Para Salado, “esta práctica también induce un ahorro de glucosa, un aspecto muy importante porque la vaca bajo estrés térmico pierde su capacidad metabólica de poner en juego mecanismos de ahorro de glucosa”. El estrés térmico también disminuye la capacidad del tejido adiposo de exportar energía hacia la glándula mamaria (lipomovilización), lo cual se puede compensar suplementando con lípidos dietarios.

 

 

El efecto de la suplementación

 

La vaca en estrés térmico es metabólicamente inflexible, ya que su dependencia de la glucosa como fuente energética se ve acentuada. Por lo tanto, el aporte de granos secos de menor degradabilidad ruminal del almidón (maíz, sorgo), de lípidos y glucosa protegidos son herramientas nutricionales técnicamente adecuadas.

 

 “En el presente período estival estamos evaluando en el tambo experimental la suplementación con melaza protegida como estrategia nutricional para reducir los efectos negativos del estrés térmico”, concluyó Salado.

 

 

Cómo reducir el impacto del calor en bovinos para carne

 

Los animales de razas europeas respecto de índicas, de piel oscura y de temperamento nervioso son más susceptibles a sufrir estrés por calor. Aquellos de mayor peso y grado de gordura, cercanos a la terminación, también son más vulnerables. Asimismo, en engorde a corral, el estrés suele ser mayor que en pastoreo.

 

Según el equipo de investigadores de Producción Animal del INTA General Villegas, de Buenos Aires, “el estrés por calor ocurre cuando la suma del calor interno producido por el metabolismo más el calor que el animal recibe del ambiente supera su capacidad para disiparlo y mantener su temperatura corporal normal. En consecuencia, crece la tasa respiratoria, el consumo de agua y se reduce el consumo de alimento y el tiempo dedicado a rumia y descanso”.

 

Para evitar esto, es importante considerar el suministro de sombra para atenuar la radiación solar, que permita una remoción rápida y permanente del aire y brinde suficiente sombra en las horas críticas. Además, es clave evitar las cortinas de viento cercanas al feedlot o a las parcelas de pastoreo, tales como sectores con enmalezamiento que reduzcan la circulación de aire.

 

Otro aspecto destacado a tener en cuenta es el acceso permanente a agua limpia y fresca. Reducir la distancia entre los animales y los bebederos ayuda a disminuir los movimientos y las concentraciones de animales. “Se estima un consumo de agua en pico de calor de 8 litros por kilo de materia seca consumida”, especificaron técnicos del INTA.

 

Durante todo el año, pero especialmente en verano, es muy importante conocer la calidad fisicoquímica del agua disponible. Es que, según detallaron, la calidad suele empeorar debido a la concentración de solutos, por aumentos en los volúmenes de extracción y por la mayor evaporación en el tanque.

 

“Todos los movimientos y trabajo con animales se deben hacer antes de las 10 de la mañana y los tiempos de espera en los corrales no deben superar los 30 minutos”, subrayaron.

 

En cuanto a la alimentación de los animales a corral, se recomienda entregar la totalidad o al menos el 65-70% de la ración al atardecer; así, el calor de digestión se producirá durante las horas frescas de la noche. Y, para evitar acumulación y deterioro de alimento en los comederos, los especialistas sugieren realizar un manejo conservador de la oferta de alimento, reduciendo la frecuencia de los incrementos de oferta o manteniendo la frecuencia, pero reduciendo la magnitud del incremento.

 

 

Qué hacer en días de calor extremo

 

El equipo de especialistas del INTA recomendó “hacer más recorridas que las habituales, sobre todo en horas de extremo calor, para controlar la presencia de animales con síntomas de estrés, dificultades para acceder a la bebida o problemas en el suministro de agua”.

 

Estar muy atentos al jadeo con boca abierta y babeo, lo que indica que se están superando las 120 respiraciones por minuto y se está en zona de peligro de vida. Los animales en ese estado deben ser provistos de sombra y mojados con agua fría.

 

No permitir el acceso libre al agua de animales extremadamente sedientos o estresados por calor. Puede ocurrir intoxicación por agua con desenlaces fatales. Una vez normalizada su temperatura corporal y tasa respiratoria, se les puede dar acceso a agua de bebida.

 

Redacción/INTA Informa

 

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