SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

EN VIVO

Gloria azul, celeste y gris

Este domingo se cumple un nuevo, y gran, aniversario del Mundial de fútbol de 1978, una victoria "albiceleste" marcada por la pelota, las banderas y la dictadura.

Por Hernan Silva
| 25 de junio de 2023

El Mundial 78. Una gloria iniciática, deportivamente justa, pero que nunca pudo ser plena por la conjunción de varios factores: el principal es que se celebró bajo la sombra de la dictadura más cruenta de la historia argentina. En el plano estrictamente futbolero, es también un campeonato extraño: fue la primera gran conquista, pero en pocos años fue eclipsada por la inigualable épica maradoneana de México 86. Además, Argentina 78 se convirtió en un botín de guerra de la dicotomía Bilardo-Menotti, y los que se encolumnaban con la ideológica futbolera del “Narigón” siempre menospreciaron el campeonato al emparentarlo con el aprovechamiento que hicieron de él los militares. Sin embargo, es un torneo fundamental, no solo por ser la primera gran victoria de una potencia futbolera de primer orden, sino también porque dejó un legado organizativo perdurable a nivel selecciones y una infraestructura deportiva aún utilizada.

 

 

Organización y resistencia a la Junta Militar

 

En uno de los países más apasionados por el fútbol, quizá el más obsesionado, la posibilidad de organizar un Mundial fue un anhelo de larga data. Argentina intentó convertirse en anfitrión de la Copa del Mundo en tres oportunidades: 1938, 1962 y 1970. La confirmación llegó en 1966, cuando se anuncia que será sede del certamen doce años más tarde. Así se transforma en el quinto país en América Latina en hospedar esta cita tras Uruguay 1930, Brasil 1950, Chile 1962 y México 70. En 1976 la dictadura toma el poder y se enciende un debate interno sobre los pasos a seguir ante un torneo a la vuelta de la esquina. Un sector de la Junta, encabezado por Jorge Rafael Videla y el ministro de Economía José Martínez de Hoz, creía que hacer el certamen implicaría un “gasto desmedido”. Otros integrantes de la Junta Militar, entre los que se destacaba Emilio Massera, de la Armada, observan la conveniencia política de celebrar en estas tierras el Mundial para “lavar” la imagen del régimen. Es la postura que prevalece.

 

En julio de 1976 Videla sanciona el decreto para la creación del Ente Autárquico Mundial 1978 (EAM-78). Este organismo primeramente estuvo a cargo del general Omar Actis, pero fue asesinado poco después de su designación, un crimen que se atribuye a disputas dentro de la Junta. Actis es reemplazado por el general Antonio Merlo, aunque el verdadero organizador es el contraalmirante Carlos Lacoste, quien se convierte en una persona que cuenta con todo el apoyo de Joao Havelange, el presidente de la FIFA. La gestión de Lacoste no estuvo exenta de críticas, aun dentro de la dictadura. Los manejos y la administración del EAM-78 fueron calificados de “corruptos” y “mafiosos”. La propia Junta le había dado una autonomía absoluta al eximirlo de la obligación de presentar registros y balances de los gastos.

 

El gobierno militar y FIFA comunicaron que Argentina gastó 517 millones de dólares (otras estimaciones indican 700 millones) para organizar el Mundial, una cifra cuatro veces superior a la invertida en España 1982. En junio de 1978, en plena competencia, estalla una bomba en la casa de Juan Alemann, en ese momento secretario de Hacienda de Martínez de Hoz, quien había criticado a Lacoste por el despilfarro de dinero para llevar adelante la cita ecuménica.

 

Más allá de estas polémicas y del “fuego amigo”, la celebración del torneo implicó la construcción de tres nuevos estadios en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata; y las correspondientes refacciones del "Monumental" de Nuñez, el "José Amalfitani" de Liniers y el Gigante de Arroyito en Rosario. La inversión también incluyó la remodelación del edificio de Argentina Televisora Color (ATC), la construcción de la autopista  San Nicolás-Rosario y arreglos en los aeropuertos, entre otras mejoras.

 

Un año antes del inicio del Mundial las violaciones a los derechos humanos incurridas durante el proceso ya generaban reacciones en el país y también en el exterior. Las Madres de Plaza de Mayo se concentraban para reclamar por los desaparecidos y a nivel internacional se generó un movimiento que apuntó a boicotear el campeonato. Incluso selecciones como Holanda y Francia en un primer momento estaban a favor de esta posición, que después se diluyó. Amnistía Internacional hizo una campaña con el lema “Fútbol sí, Torturas no”, que tuvo gran resonancia.

 

La mayoría de los argentinos desconocían los sucesos que acontecían en el país. Una anécdota del experimentado periodista Enrique Macaya Márquez refleja cómo los que venían de afuera estaban mucho más informados. “Estaba hablando con él (periodista holandés)  y de fondo se escuchaban los tiros del club Tiro Federal, que está enfrente del estadio de River. Él me dijo: '¡Están matando gente!'; yo le decía que no, que cómo iban a matar gente. Lo cierto es que ellos —los periodistas extranjeros— estaban más anoticiados de algunas cosas que nosotros. No sabíamos que había gente presa, torturada, y ellos de afuera tenían ciertas noticias. Venían con precauciones, con un ojo en la pelota y otro en el golpe de Estado”.

 

Una polémica menor fue la “guerra de los papelitos” que se generó entre el reconocido relator José María Muñoz y Clemente, el personaje del humorista Caloi. Para el campeonato, la FIFA había recomendado por razones de seguridad la prohibición de tirar papeles y cintas, una costumbre muy arraigada en las canchas argentinas. Muñoz en sus transmisiones insistía en que se cumpliera con esta disposición para no afectar la “imagen” del país en el exterior. Pero Caloi no acató esta norma, y desde Clarín y también la televisión estatal,  se animó a iniciar una rebelión en contra de este consejo. Clemente instaba a arrojar papelitos no solo en las canchas, sino también en los hogares y oficinas. La gente no dudó y se puso del lado de Clemente. El símbolo contundente fue la final contra Holanda, en la que se vio una verdadera lluvia de papel picado y serpentinas para darle la bienvenida al seleccionado.

 

Argentina gastó entre 500 y 700 millones de dólares para dejar al país listo para recibir el Mundial, una cifra cuatro veces superior a la invertida en España 1982.

 

Sin Diego ni Cruyff, pero con grandes figuras

 

En el ambiente futbolístico hay un consenso generalizado de que los mejores jugadores de la historia han sido Di Stéfano, Pelé, Johan Cruyff, Maradona y  Messi. El Mundial 78 podría haber tenido a dos de ellos: Cruyff y Diego. El primero venía de salir subcampeón mundial en Alemania 74 y encaraba el fin de su exitosa carrera en el Barcelona. Sin embargo, decidió no asistir al campeonato. Al principio se dijo que su ausencia obedecía a un posicionamiento político. “Donde hay militares, Cruyff no juega”, era una frase que se le atribuía al europeo. Pero en realidad su no participación respondió a otra causa, aunque no menos dramática. En 1977 había sufrido un intento de secuestro en Barcelona y eso dejó un legado de temor, estrés y precauciones que impidió su inclusión en el certamen.

 

A los diez años de edad, Diego Maradona es filmado en una grabación ya legendaria haciendo jueguitos en un potrero de Villa Fiorito y asegurando que su sueño era jugar un Mundial. Solo ocho años después estuvo a punto de conseguirlo. El 19 de mayo de 1978, doce días antes del inicio del torneo, César Menotti le confirma al “Pelusa” que no estaba en la lista de los 22 jugadores. Un periodista ve esa noche a Maradona llorando desconsolado al lado de un árbol afuera de la concentración argentina. La ilusión se había desvanecido. Pero de ese inmenso dolor deportivo nació una de las fortalezas que exhibiría el “Diez” en su carrera. En su biografía, Maradona reconoció que a partir de ahí empezó a darse cuenta de que la bronca era un combustible para él. Ocho años después, en México 86, lograría la Copa del Mundo con la mejor actuación individual de un futbolista en toda la historia.

 

Pero las ausencias de Maradona y Cruyff no deben llevar a pensar que fue un Mundial sin grandes figuras. Por los estadios argentinos se pudo ver a destacados jugadores de la época como Mario Kempes, Paolo Rossi, Michel Platini, Karl-Heinz Rummenigge, Johan Neeskens, Teófilo Cubillas, Dino Zoff y Zico, entre otros. Hubo 16 equipos participantes, se jugaron 38 partidos entre el 1° y el 25 de junio de 1978 y se marcaron 102 goles. La pelota utilizada fue la Tango, que tuvo un diseño muy influyente que fue replicado, con variaciones menores, en las seis últimas ediciones del certamen. La banda musical oficial fue creada por el conocido compositor italiano Ennio Morricone, quien compuso más de quinientas bandas sonoras para cine y televisión. La mascota fue Gauchito, diseñado por los estudios "Manuel García Ferré".

 

Un campeón sólido, con un partido polémico

 

Menotti, quien en 1978 tenía solo 40 años, dirigió un equipo equilibrado que desplegó la formación 4-3-3. Pregonaba que los jugadores debían contar con capacidad técnica elevada y tener la sabiduría táctica necesaria para saber armar sociedades de juego. “Prefiero los conceptos por sobre los esquemas”, afirmó.  No fue un equipo que brilló, ni tampoco generó una innovación táctica. Pero sí fue contundente y agresivo, con una columna vertebral conformada por Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Américo Gallego y Mario Kempes. “La alegría es haber logrado con un grupo de jugadores que se hagan realidad mis convicciones futbolísticas, no en forma impuesta, sino compartidas por todos ellos”, señaló a la revista El Gráfico al finalizar el campeonato.

 

Argentina fue un ganador merecido, pero hubo un partido que quedó envuelto en la polémica. Fue el 6 a 0 contra Perú, que le permitió al seleccionado acceder a la final contra Holanda. A lo largo de los años se tejieron innumerables rumores sobre este encuentro, y siempre sobrevoló la posibilidad de que los incaicos se habían dejado ganar. Un hecho que alimentó la sospecha fue que pocos minutos antes del partido, Videla, acompañado del exsecretario de Estado de Estados Unidos, Herny Kissinger, visitó el vestuario peruano para leer un mensaje del dictador de Perú, Francisco Morales Bermúdez, sobre la hermandad argentino-peruana. A pesar de los dichos y de tantas insinuaciones, nunca apareció una prueba contundente sobre un arreglo y los jugadores más representativos de la selección del país vecino, como Teófilo Cubillas y Héctor Chumpitaz, siempre negaron cualquier soborno.

 

 

El legado y la reflexión

 

El 25 de junio, en menos de un mes, Argentina 78 había finalizado. La dictadura había logrado el objetivo de organizar el certamen de manera correcta, aunque esto no alcanzó para tapar la realidad y la repercusión que generaba la violación sistemática de los derechos humanos. En el plano deportivo, el Mundial dejó no solo el primer campeonato para la Argentina, sino un respeto por los procesos y el largo plazo, lo que permitió cambiar una realidad futbolística dual en la que convivían clubes competitivos y exitosos a nivel internacional  con una Selección nacional sin logros relevantes.

 

Al asumir en 1974 Menotti insistió en que su contrato tuviera una duración de cuatro años para que el proceso no se viera influenciado por las presiones y el corto plazo. El entrenador entendió que a la técnica y alta competitividad del jugador argentino había que sumarle organización y la preparación física adecuada. Argentina después ganaría otros dos campeonatos y obtendría dos subcampeonatos mundiales.

 

La Selección del 78 jugó en el lugar indicado, pero en el momento equivocado. Ese estigma la acompañó para siempre, con jugadores condenados a tener que justificarse una y otra vez, y a disculparse por crímenes que no cometieron. En una entrevista que le realizó el diario italiano Corriere della Sera en 2008, Menotti resumió su pensamiento sobre lo que pasó en ese Mundial: “Fui usado, claro. Lo de que el poder que se aprovecha del deporte es tan viejo como la humanidad. ¿Qué siento hoy? No lo volvería a hacer. Aunque es fácil hablar ahora”, dijo y agregó: “Nadie podía imaginarse que en esas horas se tiraban los cadáveres al océano. Si se hubiera sabido, trabajadores, campesinos, intelectuales y futbolistas habríamos salido a la calle a pedir que terminase todo esto”.

 

 

Una “explosión de júbilo” en San Luis

 

El Diario de San Luis narró que la conquista del primer Mundial provocó “una explosión de júbilo” nunca antes vista en la capital puntana. Una vez terminado el partido contra Holanda, vecinos del centro y de los barrios se dirigieron rápidamente a la plaza Pringles para festejar.

 

“Fue la primera vez en el historial sanluiseño que se vio tal cantidad de gente agitando banderas, saltando y diciendo slogans, bailando de alegría y exclamando incesantemente Argentina, Argentina”, decía el matutino en esa histórica edición, y aseguraba que nunca se habían visto tantas banderas. “Varias vidrieras de la ciudad y algunos frentes de edificios lucían la Bandera Nacional asociándose al júbilo de ser campeones del mundo”, indicaba.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo