Deudas y pagos atrasados, la herencia en la UNViMe
Ni bien asumió, el nuevo rector Marcelo Sosa se encargó de dejar en claro el deplorable estado financiero de la universidad.
Luego del esperado cambio de gestión, en la UNViMe comienza a salir la basura escondida debajo de la alfombra. Ni bien asumió, el nuevo rector Marcelo Sosa se encargó de dejar en claro el deplorable estado financiero en el que recibía el mando de la institución, que estuvo gobernada por el macrismo local durante seis años.
El mismo Sosa admitió que el déficit de casi 220 millones de pesos que detectaron era apenas la punta del iceberg y que seguramente se encontrarían con más sorpresas con el correr de los días. Además de préstamos tomados en bancos y la falta de cumplimiento con los aportes patronales en la AFIP, hay una serie de gastos corrientes que empiezan a acumularse en las cuentas que deben saldarse pronto, desde cobro de proveedores, la falta de combustibles en vehículos y grupos electrógenos hasta algunos atrasos en becas y otros programas educativos.
Uno de los hechos más insólitos se dio a finales del mes pasado, justo unos días antes de que se produjera el acto de cambio de gestión. El rectorado liquidó los sueldos para el personal el 27 de octubre, mucho antes de lo que suele hacerlo habitualmente, según explicaron en la institución.
Ese adelanto, que tenía la finalidad de dejar contentos a los empleados y retirarse con una buena imagen a las autoridades salientes, produjo una pérdida de al menos dos millones de pesos en intereses, que podrían haberse evitado con solo esperar unos dos días más.
Lo paradójico es que en ese intento de benevolencia no se acordaron de todos y hubo sesenta y dos docentes que no cobraron su sueldo en ese momento. Quienes ingresaron recientemente a conducir la Secretaría de Hacienda se toparon con el reclamo de los profesores que no habían percibido sus haberes, casi doce días después de que lo hicieran el resto de sus compañeros.
El comunicado del área señaló que ignoraban los motivos de “dicha discriminación”, hasta que detectaron que se trataba de trabajadores que cobran su salario en entidades bancarias diferentes a las oficiales de la casa de estudios y finalmente pudieron regularizar los pagos.


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