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Comerciante relató cómo fue el asalto al repartidor de carne

Por redacción
| 06 de julio de 2014
Lo vio todo. Ramiro Corvalán recordó cómo se resistió Ghione al asalto y cómo lo acribillaron.

A cuatro años y medio del asalto mortal al repartidor de carne pampeano Javier Ghione, Ramiro Corvalán, un vendedor que vio todo lo que sucedía frente a la carnicería villamercedina “Don Carlos” aquella media mañana del 8 de enero de 2010, sólo tiene bien en claro dos cosas. Una es que Ghione no se achicó ante los ladrones, sino que dio pelea hasta el final, y otra es que los delincuentes se vengaron de eso matándolo con una saña desmedida.

 

Por el asesinato de Javier Ghione son juzgados Santos Raúl "el Moncho" Gatica y su sobrino, Fernando Domingo Ramos. Ambos declararon en la primera audiencia del juicio y aseguraron que no tienen nada que ver con el crimen.


Ese jueves de verano era un día tan particularmente tranquilo que parecía sábado, rememoró el hombre de 33 años. Como desde hacía unos tres meses, él atendía el comercio que colinda con la carnicería de calle Buenos Aires, entre Chile y Guayaquil. “Yo tenía una fiambrería-heladería”, detalló.

 


Un rato antes de la balacera, alrededor de las 10, Ramiro se cruzó hasta “Don Carlos”. “Era tarde y noté que ellos no habían abierto. Fui a golpearles la puerta para que abrieran”, contó. Según descubrió,  el comercio había estado cerrado hasta esa hora porque uno de los empleados, un chico de apellido Lucero, se había quedado dormido sobre un freezer.

 


La jornada prosiguió normal sólo un rato más. Pasaban de las 11 y, como siempre a esa hora, en el negocio ya había unos tres o cuatro clientes que buscaban qué llevar para preparar el almuerzo. “Estaba atendiendo y empezamos a escuchar tiros. Había unos nenitos en la fiambrería que querían salir corriendo a ver, porque creían que lo que oíamos eran fuegos artificiales. Cuando me percaté de que eran disparos comencé a meter a toda la gente al fondo”, narró. Explicó que, como la vidriera del local era bastante amplia, sentía que estaban muy expuestos al tiroteo.

 


Pero en ese intento desesperado por resguardar a las personas, en un interín de segundos, Ramiro se dejó vencer por la curiosidad y se asomó al ventanal. Ahí vio lo que ocurría en la vereda de enfrente. “Vi que el hombre que repartía carne salió a increpar a uno que le había robado el maletín. Le pegó una piña y le sacó la maleta. Cuando quiso salir corriendo, lo fusilaron”, recapituló.

 


Según distinguió, había dos armas que fueron accionadas al mismo tiempo, la del asaltante que le arrebató el maletín a Ghione y la del otro delincuente que lo esperaba en una moto, a unos siete metros de allí. El testigo admitió saber algo de armas. “Una parecía una calibre 40, por lo grande, y la otra parecía una 22 o una réplica de 9 milímetros”, diferenció.

 


“Cuando la persona herida cae, uno agarra la maleta, se sube a la moto y se van. Tomaron por la misma Buenos Aires, como quien va para las 960 (hacia el este)”, siguió. Corvalán indicó que no pudo ver bien el vehículo en que se movilizaba el dúo. “Sólo sé que era de un color oscuro y que, por el tamaño, era una 110”, aportó.

 



“Tenía la cara transformada”

 


El hombre dijo que poco y nada logró ver y, al mismo tiempo, recordar sobre el aspecto físico de los ladrones. Tan difusos estaban esos datos en su memoria que, en varios momentos del interrogatorio, el tribunal tuvo que repreguntarle con la ayuda de los testimonios que él mismo había brindado ante la Policía y la Justicia cuando apenas iniciaron la investigación.

 


Contó que vio más cómo era el sujeto al que Ghione le había pegado una trompada que cómo era el otro que lo esperaba en el rodado. “El que forcejeaba con el chico era corpulento, atlético. Medía como 1.70 o 1.80. Era como de la misma altura que el repartidor de carne. Tenía tez trigueña. Vestía un jogging ancho. Era ropa a la moda para la época. Tenía barba, pero no era muy larga. A los pelos casi no se los vi porque tenía una gorra puesta hacia atrás”, detalló.

 


Según dijo, a ninguno de los dos asaltantes pudo identificarlos cuando le mostraron una selección de fotos, de prontuarios criminales, en la comisaría y tampoco en la ronda de reconocimiento del juzgado. "Lo único que me acuerdo es de la cara de enojado, de transformado, que tenía el que peleaba con el chico de la carne", señaló.

 


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