11°SAN LUIS - Domingo 28 de Septiembre de 2025

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Persecución permanente: el drama de vivir amenazados por el Estado en San Luis

En San Luis, la vida cotidiana de miles de ciudadanos se ha convertido en un ejercicio de resistencia silenciosa. Por Eugenia Catalfamo

Por redacción
| 23 de septiembre de 2025

Bajo la gestión de Claudio Poggi, el miedo dejó de ser un sentimiento individual para transformarse en una política de Estado. La amenaza, la censura y la persecución se instalaron como herramientas de control, sofocando la libertad y castigando a quienes se atreven a pensar distinto o simplemente a reclamar por sus derechos.

 

 

Cada una de las menciones que haré a continuación, las realizo con total conocimiento de causa y consciente de que la única manera de frenar tanto atropello vivido en carne propia y por parte de los habitantes de San Luis solo puede tener fin si dejamos de callar y normalizar esta locura mediática a la estamos siendo sometidos por parte de quien hoy gobierna a nuestra provincia.

 

 

Los docentes viven bajo la presión de salarios congelados, precariedad laboral y la advertencia implícita de que todo reclamo puede tener consecuencias en su estabilidad. Quien se organiza, quien protesta, es señalado. El aula se transforma en un lugar donde la vocación choca contra el miedo.

 

 

El personal de salud, que debería ser valorado como sostén del sistema público, padece condiciones de trabajo deterioradas y un hostigamiento constante cuando exigen insumos, recursos o mejoras. Médicos y enfermeros reciben el mismo mensaje: callar es sobrevivir, hablar es exponerse.

 

 

La policía de la provincia, que debería gozar de respeto institucional, sufre también las represalias de un gobierno que castiga cualquier intento de reclamo salarial o de condiciones dignas. En lugar de diálogo, la respuesta es la sanción y la amenaza. En la institución el aire es tenso y puede cortarse con tijera.

 

 

En la justicia, los jueces y fiscales que buscan ejercer su función con independencia se topan con presiones políticas, medios oficialistas que los exponen públicamente y un clima enrarecido que condiciona sus decisiones. La división de poderes es apenas una formalidad; los empleados judiciales y el sindicato que los nuclea han elevado reclamos justos que parecen no tener salida ya que el diálogo no es una opción.

 

 

Los médicos prestadores de DOSEP, particularmente el Círculo Médico de San Luis, se han visto envueltos en un escándalo nunca antes visto. Resulta que nuestros médicos, los que siempre están cuando los necesitamos, ahora son personas extorsivas a las que poco les interesan sus pacientes. Seguro existen acuerdos a los que se deben llegar, pero ¿es necesario que exista un disciplinamiento directo?: quien se atreve a reclamar públicamente queda marcado, y en muchos casos, relegado, excluido y castigado socialmente.

 

 

Los dirigentes políticos opositores somos blanco constante de una maquinaria de desprestigio montada desde los medios alineados con el poder. Se nos persigue con denuncias, operaciones mediáticas y un hostigamiento que busca anular la posibilidad de debate democrático. La oposición es solo vista como un enemigo a destruir. El respeto a las instituciones y a la representatividad ejercida a través del voto popular no vale nada, y los aprietes son permanentes.

 

 

Finalmente, los empleados públicos provinciales, columna vertebral del Estado, padecen un clima de constante inestabilidad. Sus salarios, su futuro y su tranquilidad están atados al grado de sumisión que demuestren. Reclamar o cuestionar equivale a ser marginado o directamente expulsado.

 

 

Todo esto sucede en un escenario en el que los medios oficialistas cumplen el rol de amplificadores de la persecución, instalando relatos únicos, descalificando voces críticas y borrando cualquier atisbo de pluralidad. La censura ya no es una sospecha: es una práctica cotidiana. Lejos quedó aquel vehemente “Nunca más” que Claudio Poggi gritaba a los cuatro vientos cuando asumió su gestión. Hoy buscan paralizarnos, pero subestimar al pueblo de San Luis es el peor error que pueden cometer.

 

 

San Luis vive hoy bajo una persecución permanente y que es consecuencia de una notable inseguridad en la gestión. Un gobierno que debería garantizar libertades y derechos ha decidido gobernar desde el miedo. Pero la historia demuestra que los pueblos nunca se someten para siempre. El silencio puede durar un tiempo, pero la dignidad, tarde o temprano, encuentra la manera de hacerse escuchar.

 

 

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