Red narco: el entramado criminal que operaba entre Buenos Aires y San Luis
Diego “El Gaucho” Funes y el sindicalista Juan Carlos Insúa lideraban una red narco que movía cocaína entre Buenos Aires y San Luis, con control territorial y testaferros.
Una organización criminal dedicada al tráfico de cocaína operó durante al menos cuatro años entre Buenos Aires y San Luis con un sistema aceitado de distribución, control territorial y conexiones políticas y sindicales. Las piezas centrales del rompecabezas narco son Diego “El Gaucho” Funes, un líder barrial de Villa Mercedes con un clan familiar dedicado al negocio, y Juan Carlos Insúa, un sindicalista de la carne que oficiaba como proveedor y enlace con un cártel peruano.
Ambos están detenidos y ya fueron indagados en el Juzgado Federal de Villa Mercedes, que los procesó y ordenó que continúen detenidos.
El dominio de “El Gaucho” y el “campo de la merca”
Funes está sindicado como el jefe de una estructura familiar que funcionaba desde al menos mayo de 2021, con una fuerte presencia en los barrios Eva Perón I y II de Villa Mercedes. Desde su quinta “Las Palmeras”, ubicada junto al hipódromo, se centralizaba la distribución de la cocaína. El lugar, conocido por algunos como el “campo de la merca”, concentraba lujos llamativos: más de 30 caballos, dos piletas, camionetas 4×4 sin patentar, motocicletas nuevas y hasta cuatriciclos y monopatines.
Según la causa, allí llegaba la droga y rápidamente se redistribuía a los revendedores. Entre ellos se encontraba Héctor “El Oso” Frías, quien lideraba su propio grupo con bocas de expendio en los mismos barrios. Solo entre marzo de 2024 y febrero de 2025, Frías transfirió casi 60 millones de pesos a la esposa de Funes a través de Mercado Pago, un indicio claro del flujo financiero.
La banda contaba con un sistema de protección territorial que incluía alertas vecinales ante movimientos policiales. Cuando se realizaron los allanamientos el 21 de mayo pasado, al menos dos personas intentaron escapar tras recibir advertencias.
Funes, según la investigación, decidía todo: cuándo se vendía, cómo se compraba, y con quién se negociaban nuevos cargamentos. Usaba testaferros para poner a su nombre camionetas y propiedades. Su poder de organización y liderazgo es clave en la acusación que pesa sobre él: tráfico agravado por la participación de tres o más personas organizadas (Ley 23.737).
El engranaje sindical: Juan Carlos Insúa, el proveedor narco
En paralelo, la Justicia avanza sobre la figura de Juan Carlos Insúa, un dirigente gremial que está señalado como el encargado de introducir la cocaína desde Buenos Aires. Fue indagado este miércoles por el juez federal Juan Carlos Nacul, junto a su socio Raúl Ramayo y Natalia Amar, ubicada en la segunda línea de la organización.
Insúa ya había sido procesado por transporte de estupefacientes cuando fue detenido en junio de 2024 en La Punilla. Pero esta nueva investigación lo ubica como un actor fundamental: compraba droga a un cártel peruano y la ingresaba por la Ruta 7 hasta la Villa de Merlo. Desde allí, abastecía a otros revendedores y mantenía vínculo directo con Funes en Villa Mercedes.
Utilizaba su rol sindical para moverse con impunidad por la provincia y delegaba tareas logísticas a su hijo —detenido en Buenos Aires—, quien manejaba una concesionaria y estaba a cargo de transportar la droga y proveer vehículos para su distribución.
Una red entrelazada, aceitada y peligrosa
La magnitud del entramado revela un circuito narco organizado con funciones específicas: desde la importación ilegal de cocaína, su transporte interprovincial, la redistribución en centros urbanos y el blindaje territorial con complicidades locales.
Por ahora hay al menos nueve detenidos, entre ellos miembros de la familia Funes y allegados a Insúa. Todos enfrentan cargos por tráfico de estupefacientes agravado y asociación ilícita.
La Justicia federal deberá ahora determinar el grado de responsabilidad de cada uno, pero las pruebas son contundentes: miles de mensajes, transferencias millonarias, vínculos con bandas de Buenos Aires y una red de distribución que operó impunemente durante años. Un espejo más del avance del narcotráfico en San Luis, con estructuras propias, poder de fuego económico y un control social difícil de erradicar.


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