Poggi encapsuló colectivos y alineó su Policía con la doctrina Bullrich-Milei

Durante este martes, cientos de militantes salieron desde distintas provincias rumbo a Buenos Aires para participar de la vigilia por Cristina Fernández de Kirchner. Pero en San Luis no pudieron avanzar mucho: el gobernador Claudio Poggi ordenó a su Policía que “encapsule” —sí, como en pandemia— los colectivos que pretendían llegar hasta Plaza de Mayo. No se trataba de micros con armas ni con explosivos: llevaban banderas, bombos y personas con una convicción. Y eso parece intolerable para la nueva doctrina de seguridad puntana.

¿Quién es Claudio Poggi? ¿El mismo que fue gobernador entre 2011 y 2015 y recibió con honores a Cristina Kirchner en actos oficiales, cuando ya estaba denunciada por Elisa Carrió en Tribunales? ¿O el nuevo aliado silencioso del régimen libertario, disciplinado ejecutor de una política de asfixia a la protesta social?

Poggi no sólo bloqueó el paso de manifestantes: también mandó a Gendarmería Nacional a “colaborar” con los operativos en los accesos. ¿Será ese el nuevo rol que cumple la fuerza federal en San Luis? ¿Hacer tareas de inteligencia política para frenar la organización social, mientras se multiplican las denuncias por violencia institucional y espionaje ilegal?

Detrás de esa decisión hay un cálculo político evidente: Poggi busca congraciarse con Javier Milei de cara a octubre. San Luis podría ser moneda de cambio, y Poggi quiere mostrarse como un “ordenador” eficaz. En ese esquema, Nancy Sosa —su ministra de Seguridad— tiene línea directa con Patricia Bullrich. ¿Qué otros acuerdos unen a estas dos figuras? ¿Acaso se está ensayando en San Luis un laboratorio de represión suave pero constante, que criminaliza a quienes se organizan y premia a los que aplauden?

La doble vara está servida: los que antes gritaban “¡libertad!” por un barbijo hoy persiguen bombos y banderas. Pero los videos están, los testimonios están, y también está la memoria. Poggi no puede borrar las fotos en las que le abría las puertas de Terrazas a Cristina cuando la Justicia ya investigaba. Lo que sí puede es borrarse de la historia de la democracia, si decide seguir persiguiendo a quienes piensan distinto.