Dos millones en 17 días: la beca que indigna a la comunidad universitaria
La UNSL pagó $2 millones en 17 días a la ex decana de Humanas, ya jubilada, mediante una beca que generó malestar interno.
Mientras la Universidad Nacional de San Luis discute salarios que pierden frente a la inflación, precarización laboral y ajustes encubiertos, una resolución rectoral encendió la bronca en pasillos y oficinas. Se trata del otorgamiento de una “beca” por dos millones de pesos a la ex decana de la Facultad de Ciencias Humanas por apenas 17 días de actividad institucional.
La resolución RR-1892/2025 dispone el pago de ese monto redondo bajo el rótulo de “Beca Interdisciplinaria e Interclaustro con Financiamiento Específico”, correspondiente al período comprendido entre el 1 y el 17 de septiembre de 2025. Es decir, poco más de dos semanas. El dato que genera malestar es que ya se había jubilado y, aun así, continuó desempeñando funciones durante ese lapso, sin una designación tradicional, sino mediante una figura excepcional.
Según los considerandos del propio texto oficial, la “beca” tuvo como finalidad permitir que la ex decana pudiera “culminar su mandato institucional”. Sin embargo, entre trabajadores docentes y nodocentes se repite una misma pregunta: ¿por qué una tarea de continuidad política se paga como beca y no a través de los mecanismos administrativos habituales?
El uso de una figura pensada para proyectos interdisciplinarios y con financiamiento específico para resolver una situación de conducción política genera ruido. Más aún cuando el monto asciende a dos millones de pesos por 17 días, en una universidad donde la mayoría de los salarios no alcanzan a cubrir la canasta básica y los aumentos llegan tarde y mal.
La resolución indica además que el gasto fue imputado directamente al presupuesto del Rectorado, lo que refuerza la percepción de discrecionalidad. Para muchos trabajadores, no se trata solo de una cifra, sino del mensaje político que se envía: hay fondos cuando se trata de resolver situaciones de la dirigencia universitaria, pero no cuando se reclaman mejoras estructurales.
En los pasillos se habla de una “beca misteriosa”, no por su existencia formal —que está documentada— sino por el sentido que se le dio. Una beca sin proyecto académico conocido, sin producción asociada y sin impacto visible más allá de cerrar prolijamente una transición de poder.
El malestar no apunta únicamente a una persona, sino a un modo de gestión. En un contexto de ajuste, la comunidad universitaria observa con creciente desconfianza cómo se flexibilizan las normas cuando conviene y se endurecen cuando las demandas vienen desde abajo.
Dos millones de pesos en 17 días no pasan inadvertidos. Mucho menos cuando se los disfraza de beca.
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