Del podio al puesto 16: el altísimo costo de abandonar una política deportiva
La caída de San Luis en el medallero de los Juegos Evita 2025 no es casual: es el resultado directo del desmantelamiento de una política de Estado que entre 2015 y 2023 la había llevado a un histórico tercer puesto nacional, superando incluso a Mendoza.
El recorrido del deporte juvenil de San Luis en los Juegos Evita narra una historia de dos realidades marcadamente diferentes. Por un lado, se observa un ciclo de planificación y crecimiento sostenido entre 2015 y 2023, que tuvo su cenit en un resultado histórico. Por otro, el reciente desempeño en 2025 parece indicar un punto de inflexión, revelando las consecuencias de alterar un modelo que había demostrado su eficacia.
Durante casi una década, la provincia implementó una política de Estado activa en materia deportiva, caracterizada por una clara visión de largo plazo. Este enfoque se sustentaba en la masificación a través de competencias internas que recorrían todos los municipios, funcionando como una cantera esencial para detectar y formar talentos. El apoyo a las delegaciones era integral y sostenido, lo que permitió que para 2023 la comitiva puntana superara los ochocientos deportistas, una de las más numerosas del país. Este proceso metódico supo sobreponerse incluso a la interrupción que significó la pandemia, demostrando su solidez.
El fruto de esta constancia se materializó de manera contundente en los Juegos Evita de 2022. En esa edición, San Luis no solo mejoró sus marcas, sino que logró un hito sin precedentes: se alzó con el tercer puesto en el medallero general, consiguiendo setenta medallas y dejando atrás a provincias con mayor tradición deportiva como Mendoza. Aquel tercer lugar no fue un éxito aislado o fortuito; fue la coronación lógica de casi ocho años de trabajo sistemático, la prueba tangible de que una provincia mediterránea podía convertirse en una potencia del deporte juvenil nacional con una planificación adecuada.
Sin embargo, el panorama descrito para 2025 contrasta profundamente con esa etapa de esplendor. Los juegos que finalizaron en octubre muestran a la provincia en el decimosexto puesto del medallero, su peor ubicación en los últimos tres años, con apenas treinta y ocho preseas. Esta caída representa una reducción de casi el cincuenta por ciento respecto al récord de 2022. La explicación de este retroceso parece residir en el abandono progresivo de los pilares que sostuvieron el éxito anterior. Mientras que en 2023 se viajó con más de ochocientos atletas, la delegación de 2025 se redujo a doscientos cuarenta y cuatro.
Más elocuente aún resulta el dato de que el ochenta por ciento de ellos competía por primera vez, lo que evidencia una ruptura en los procesos de formación y la pérdida de experiencia acumulada. La planificación a mediano y largo plazo, que antes se promovía como un sello distintivo, parece haber dado paso a una participación con poca continuidad.


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