SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

EN VIVO

Sergio Marchi, el biógrafo de Charly

El periodista de rock presenta la tercera edición de "No digan nada", la biografía de Charly García, a días del estreno de su nuevo disco, y analiza su vínculo con el músico y al género en la actualidad.

Por Astrid Moreno
| 09 de septiembre de 2024

Con estadios tan diversos como la vida del rockero, el vínculo entre Charly García y Sergio Marchi mutó a través de los años. El periodista fue confidente, plomo, baterista, brevísimo mánager, psicólogo amateur y enfermero del artista mientras escribía sus memorias. La primera versión del libro "No digas nada" llegó en 1993, tuvo una primera reedición en 2007 y ahora, con nueve capítulos 
inéditos, llega la tercera versión, en sintonía casual, o causal, con el estreno de "La lógica del escorpión", el nuevo disco del artista.

 

―¿Qué tanto tiene el libro sobre el estado de salud de Charly? 
―Hay mucho estereotipo que ya quedó grabado en el inconsciente colectivo. La mayoría de los rockeros hoy hacen una vida sana, sobre todo los de edad avanzada como Charly. No digo que él lleve una vida sana, eso ya no lo sé, pero el estereotipo de sexo, drogas y rock and roll quedó atrás y, además, está democratizado porque ves todo ese estereotipo en muchos ámbitos que no tienen que ver con el rock. El rockero ya pasó por eso. No digo que no haya casos. Las adicciones son transversales a toda la sociedad. 

 

―¿Hay admiración a la hora de escribir este tipo de biografías? ¿Cómo se aborda la narrativa? 
―La admiración no tiene por qué interponerse con la verdad. Admiración hay, escribo sobre la gente que amo, que me interesa o que me parece que tiene una buena historia. No escribo con una mirada negativa o para hacer mierda a alguien; lo escribo, en algunos casos, desde el corazón y en otros casos, desde el profesionalismo. Trato de preservar la verdad de los hechos y de reconstruirlos lo más fielmente posible a cómo sucedieron. A veces se puede en un grado mayor y a veces, en un grado menor. Aunque me alejo del amarillismo, pero hay veces que contás cosas que solamente con nombrarlas son amarillas. Todo depende de cómo lo escribas; a mí no me gusta remover la mierda. 

 

―¿Hay cosas que no vamos a leer nunca? 
―No sé, la verdad es que no hice un chequeo, un arqueo de cosas que sí, cosas que no. Trato de contar todo lo que se puede. En este caso hay cosas que me pareció prudente no contar, cosas que yo sé, pero también tiene que ver con lo que podés probar o no. Hay cosas que podés probar, pero que preferís no contar para no comerte un juicio. Con Charly hay algo de eso, de cuidarme, porque obviamente no dejé muchos amigos por ahí. Sí del lado de los músicos, pero con 'Mecha', por ejemplo, no tengo una relación buena. De hecho, cuando me puede proscribir de recitales y de escuchar discos, lo hace. La verdad es que tengo bastante sospecha sobre el papel de 'Mecha', entonces uno tiene que tener mucho cuidado de lo que dice. En algunos casos son cosas que le contaron y en otros, uno sabe fehacientemente que sucedieron. Esas las puedo escribir, pero hay veces que uno dice: 'Si yo escribo esto, me gano un juicio', y ahí uno decide.

 

 

 

―Con Charly están desencontrados ahora, ¿qué te determina a seguir escribiendo sobre él?
―Es un libro que yo comencé y que tiene que seguir. Es una gran historia que contar. Es uno de los tipos que hizo mejor música en la Argentina. Y, además, yo lo conozco muy bien y de cerca. Todo eso me motiva. Uno no escribe desde el cholulismo o la amistad, sino desde el profesionalismo. Este es un libro que me habían pedido que actualizara, porque se agotó un montón de veces. Acá no tenés modo de salir bien, si escribís porque escribís y si no escribís es porque estás esperando a que se muera. Cuando yo terminé de escribirlo, no se sabía si el disco salía o no; después, cuando se supo que salía, le dio como un cierre.

 

―Hay una analogía entre Maradona y Charly. ¿Son dos personas a quienes se les permite o tolera un poco todo lo que hagan?
―Hay algo de eso. Charly no tiene tantas excentricidades como las que tenía antes. Hay muchos fans que me van a odiar por este libro, porque tienen esta cuestión de verlo como un oráculo que no se puede equivocar o que, por haber hecho inmensas canciones, no se lo pudiera criticar. 

 

―En varias oportunidades hablaste de un 'Charly crepuscular'.
―El crepúsculo es inevitable, en todas las vidas. Charly ya va a cumplir 73 años y ojalá que tenga una vida muy larga, que sea productiva y, sobre todo, feliz, pero es difícil que viva otros 73 años. Eso me lleva a hablar de crepuscular. Mucha gente dice que es el último disco de Charly. Yo no digo eso. Creo que sí, que es la hora del crepúsculo. Pero no te olvides que después del crepúsculo nos queda la noche. 

 

―Charly, el Indio… ¿Estamos en el crepúsculo del rock? 
―Me parece que nos quedamos atados a gente que ya superó los 70 años, pero no creo que ellos sean el crepúsculo del rock. Detrás del dolor vendrá un nuevo amanecer, dijo Gustavo Cerati, que nos sigue iluminando igual. Toda esta gente es parte de nuestras vidas, pero cuando se acabe la vida de esta gente no va a terminar el rock. El rock se sigue renovando. Cuando hablan de la muerte del rock, yo me cago de risa. Es una construcción mediática, están todos pinchando como para que se muera. Es como si a alguien al borde de un abismo le gritamos que salte. 

 

―¿Hay algo generacional? Se dice que el rock ya quedó atrasado, como pasó con el folclore cuando apareció el rock...
―El folclore y el tango no murieron. ¿Por qué se va a morir el rock? Los artistas del rock vivieron a temprana edad lo que fue el boom del folclore cuando mucha gente se vino del interior a Buenos Aires a buscar suerte. A fines de los cincuenta y principios de los sesenta fue el boom de ventas de guitarras criollas. Te podías comprar una guitarra por muy poca plata. Entonces, eso generó el boom folclórico, que tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, cuando ponían a cien pibes en una grada a tocar 'Zamba de mi esperanza', es algo que ningún streaming hubiera resistido hoy. Pero también dejó una semillita y una inspiración de muchos músicos. Aunque, tal vez, el menos folclórico es Charly. 

 

―¿Pasa ahora lo mismo con el trap o el RKT? 
―¿RKT es una radio? El trap no me gusta, me parece realmente de muy bajo vuelo artístico y me parece que se quiere colgar mucho de las tetas del rock. Muchos rockeros lo dejan pasar porque es lo que está de moda. Pero el rock siempre se ufanó de ser un movimiento que no sigue las modas. De ahí pueden salir buenos artistas, obviamente, he visto algunos así como he escuchado otros a conciencia y no me han dejado nada.

 

―¿Cuáles te gustan de la movida actual? 
―Me gustan 'Peces Raros', “1915”, 'Bandalos Chinos', 'Ainda', 'Conociendo Rusia' y un montón de otros cuyos nombres no vienen a mi memoria. Hay un montón de cosas que están saliendo interesantes. El problema del rock no es el rock, no es la música, es el público. El público que se queda aferrado a 'Los Redondos…', 'Almendra' o a 'Soda Stereo'. Toda esa gente va a ser parte de nuestra vida por siempre, pero si te quedás en modo homenaje, te transformás en estatua. Fito Páez, por ejemplo, ahora hace el show 4.030 no porque le falte creatividad, sino porque sabe que la gente lo que quiere es escuchar el disco que hizo cuarenta años atrás. Lo dijo el chico de 'La Beriso', 'Rolo': 'No vamos a hacer nuevos discos, porque la gente lo único que quiere es escuchar los cuatro primeros y cantar a los gritos'. Hay mucha gente que lo hace porque no quiere pelearse con el público. Yo no quiero pelear con nadie, pero tampoco estoy dispuesto a callar lo que pienso. 

 

―En referencia a esto, ¿cómo pensás que le va a ir a 'La lógica del escorpión'?
―Cuando un artista hace un gran disco no pasa indiferente y por eso sigue habiendo nuevos discos y hits. La gente quiere lo que ya conoce, pero a eso le tenemos que agregar el sesgo argentino de la cosa del farolito. La gente toma bien que haya un nuevo disco de Charly García porque lo quiere a él. La gente ama a Charly García. Así como ama al Indio Solari o por otras cuestiones aman a otros artistas. Pero Charly García sacando un nuevo disco da una prueba de vida y la gente se pone contenta con eso. Después, ya veremos si el disco es bueno, malo o regular. La gente quiere mucho a Charly, yo lo quiero mucho. Pero también sé que nuestra amistad, al menos en los términos en que se dio, no puede ser reconstruida. 

 

―¿Eso te apena? 
―No. Es como es. Lo que ves es lo que hay. No me apena porque yo decidí irme y supe muy bien por qué me iba. Creo que el tiempo me dio la razón. Uno tiene distintas prioridades en la vida y responsabilidad para con los demás. Lo que hacemos afecta a los otros. Yo no me iba a transformar nunca en un apéndice de Charly García. Si soy amigo tuyo, te digo la verdad de lo que pienso. Te lo diré con mejores modos, con una estética más o menos trabajada, pero con honestidad. Igual, no me peleé con Charly por eso. Cuando sentí que había un ninguneo de él, que es una cosa muy fea, cuando estás haciendo cosas por cariño, no por guita, porque yo nunca cobré un peso de Charly García. Es más, él recibió regalías del libro. De todas maneras, no siento que sea algo que me afecte ser o no su amigo. Yo siempre voy a ser su amigo porque le deseo el bien. Hay que ver qué es lo que piensa él de lo que es su bien. Ojalá le vaya bien con el disco, ojalá que pueda volver a tocar, me encantaría verlo como está Nito Mestre hoy, que está bárbaro, como están los tipos de su generación. A Charly le corrió mucha agua bajo el puente y el agua erosiona las cosas, y él tiene que convivir hoy con su condición de salud.

 

―¿Se está perdiendo el periodismo de rock especializado?
―Sí, creo que los periodistas de rock somos una raza en extinción. Es algo que depende de uno, cualquiera se puede abrir un blog, un perfil de Instagram, de TikTok. Al poder hacerlo de cualquier manera se pierde la necesidad, un poco por imperativo, de cómo los medios abordan las cuestiones. A los medios no les sirve un periodista como yo, los medios quieren un boludo que le dé lo mismo los 'Beatles' que Wanda Nara, sin desmedro de ella. Tengo una edad donde ya no voy a volver atrás ni tampoco quiero hacerlo. Soy rockero, moriré 
rockero y seguiré escribiendo libros de rock hasta que no pueda mover las manos o hasta que me muera. 

 

―La Rolling Stone ¿es una revista de rock?
―Es la única que queda de música, más que de rock. Nunca terminó de ser una revista de rock, si en los setenta ponía a John Lennon, pero también te ponían en tapa a 'The Osmonds Brothers', que era como decirte ahora un grupo de K-pop. De la Rolling Stone no quiero hablar porque parece que estoy como resentido; fui editor musical por seis meses y no me fue muy bien, y después nunca más me volvieron a llamar, por lo tanto, paso.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Temas de nota:

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo