El enemigo del corazón
Aunque la creencia es que el invierno es el aliado de las enfermedades respiratorias, son las cardiovasculares las que más sufren con las bajas temperaturas.
Lo usual es asociar a las enfermedades respiratorias con el invierno; sin embargo, el frío no es buen amigo del corazón. Incluso, llega a aumentar en un 20 por ciento el riesgo de tener un infarto de miocardio, mientras que las coronarias lo hacen en un 10 por ciento.
“El frío produce la contracción de las arterias coronarias y una interrupción de la llegada de sangre al miocardio. Aumenta la frecuencia cardiaca, por consecuencia la presión arterial sube y todo eso ocasiona el incremento de la cantidad de trastornos en el ritmo del corazón, se genera una arritmia y la posibilidad de que todo esto pueda desencadenar en un infarto agudo del miocardio”, explicó el cardiólogo Guillermo Maccagno.
Durante esta época del año se detectó un aumento en patologías como la angina de pecho, el infarto agudo de miocardio o la cardiopatía isquémica. Los más afectados y considerados pacientes de riesgo son las personas mayores de 70 años, aquellos con patologías como diabetes, hipertensión arterial e insuficiencia renal, y los niños, que son los más proclives a desestabilizarse ante un cambio brusco de clima.
“La gente mayor es de riesgo, entre otros factores, porque tiene un menor panículo adiposo que funciona como un aislante del frío y del calor, que está compuesto por grasa. Esto se suma a que los adultos mayores pueden tener una menor percepción del frío”, desarrolló el especialista.
Según el Registro Nacional de Tensión Arterial (Renata), el 36,3 por ciento de los argentinos padece hipertensión arterial (HTA), y además se estima que existe un 39 por ciento de la población que es hipertensa, pero no lo sabe.
En invierno, las personas tienden a consumir alimentos más salados y con mayor contenido calórico, como guisos y locro, lo que puede aumentar la presión arterial. Además, debido a la menor actividad física durante los días más cortos, también se incrementa el riesgo de problemas cardiovasculares.
“Lo mejor para evitar estas enfermedades es no exponerse precisamente a este cambio de temperatura muy extrema de un momento a otro. Por ejemplo, si uno va a hacer ejercicio al aire libre, tiene que hacer un precalentamiento previo y después exponerse al frío. Si es una persona que ya tiene problemas cardiovasculares y va a realizar un ejercicio a la intemperie, seguramente eso sea perjudicial. Si, por el contrario, es alguien joven y sano, yo le aconsejaría que previamente haga un chequeo cardiológico para ver si está en condiciones de realizarlo”, recomendó Maccagno.
Entre los factores que pueden aumentar el riesgo a contraer enfermedades cardiovasculares en invierno están la nicotina, el consumo de alcohol desmedido y el estrés.
“La nicotina es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, ya que contribuye a la obstrucción de las arterias coronarias, aumentando el riesgo de infarto. El estrés también desempeña un papel importante en la salud cardiovascular, debido a que puede aumentar la frecuencia cardíaca y la presión arterial, incrementando el riesgo de eventos cardiovasculares desagradables. No se puede separar lo emocional de la parte cardiovascular, de la parte gastrointestinal, de la parte renal, somos un todo integrado”, remarcó.
Uno de los mitos sobre el invierno dice que para evitar la sensación de frío es necesario cubrirse bien la cabeza, ya que a través de esta se pierde la mayor parte del calor corporal. Hay evidencia de que en realidad ese calor se pierde de forma desproporcionada a través de las manos.
"La creencia que el frío afecta la temperatura corporal de los bebés es más una creencia popular que una realidad, en especial cuando dicen que no tienen que estar descalzos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los niños son más vulnerables al frío y pueden requerir cuidados especiales", añadió el cardiólogo.
Lo que sí hay que hacer para cuidarse durante estas fechas es evitar cambios bruscos de temperatura; usar ropa adecuada al clima y al nivel de actividad que se vaya a realizar; limitar los esfuerzos físicos realizados al aire libre, en particular al amanecer y al anochecer, debido a que a estas horas se registran las temperaturas más bajas del día; restringir las salidas de casa en días de mucho frío o con intenso viento; y disminuir el consumo de alcohol, porque altera la regulación de la temperatura corporal.


Más Noticias