11°SAN LUIS - Miércoles 01 de Mayo de 2024

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Nuestra Casa de San Luis en Buenos Aires

Es nuestra representación más ilustre en Buenos Aires y debe ser defendida y preservada porque forma parte de nuestra identidad provincial y de la historia reciente de nuestra provincia.

Por redacción
| 14 de abril de 2024

Por Cintia Débora Martínez, docente e historiadora

 

En 1891 los hermanos Carlos y José Lagomarsino firmaron los documentos para fundar “Sombreros Lagomarsino”. Usar los sombreros Lagomarsino era señal de elegancia y distinción. Fruto de años de economía floreciente, en la década de 1920, los Lagomarsino compran un terreno sobre la calle Azcuénaga del barrio de Recoleta y encargan al prestigioso arquitecto Virginio Colombo (1885-1927) una residencia para vivienda. Colombo, nacido en Milán, cursó sus estudios en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Brera (Milán) y llegó a los 21 años a nuestro país. En estas tierras es donde se convierte en referente del art nouveau, encuadrado dentro del modernismo ecléctico. Colombo diseñó viviendas particulares, locales comerciales, fábricas y edificios de alquiler. Sumando las influencias del art nouveau, Colombo la combinó con la corriente italiana del Liberty. El art nouveau en Argentina marcó los rasgos de este petit hotel palaciego, como símbolo de prosperidad, de progreso y mo[1]dernidad. Volviendo a la residencia, el interior se caracteriza por la aparición de arcos redondeados, ventanas y loggias (galerías exteriores conformadas por arcos sobre columnas, techadas y abiertas en uno o más lados), ornamentaciones florales y cornisas dentadas. En este palacio se usaron diferentes técnicas decorativas como estucos, frescos, relieves y magníficos vitrales con escenas de flores y delicadas figuras.

 

Un gran vitreaux central despliega toda su luz sobre los querubines que cuidan el ingreso. La residencia cuenta con veinte ambientes, se suceden salas con delicados vitraux, guardas con motivos de dragones y pasillos estucados en varias tonalidades de mármol. También cuenta con bellos y refinados pisos de madera de Eslovenia en mosaicos y marquetería. Carlos Lagomarsino vivió aquí junto a su esposa y sus cinco hijos.

 

En el primer piso, los salones fueron testigos de importantes reuniones sociales, casamientos, comuniones y citas para tomar el té, mientras que en el segundo piso se ubicaban las habitaciones y el área privada de la residencia. El frente que da sobre Azcuénaga cuenta con balcones, filigranas superpuestas; orgánicos herrajes y figuras de piedra obligan a alzar la mirada de quienes transitan por el lugar. Sobre la puerta de hierro, un ventanal con vitraux, pavos y querubines, cabezas de dragones que estilizan los desagües y copones con elementos de la naturaleza embellecen la fachada. Es sabido que la familia residió aquí solo cuatro años.

 

Ante la muerte de Carlos Lagomarsino su esposa e hijos venden la propiedad al doctor Riguera, que la utilizó como consultorio médico. Entre 1960 a 1969 funcionó allí una escuela y servicios aeronáuticos. Posteriormente, en 1973 fue una sucursal del Banco Interamericano Regional (BIR), hasta su subasta en 1982, cuando pasa a manos de una inmobiliaria que finalmente la vende al Gobierno de nuestra provincia.

 

 De esta manera, desde 1985 funciona ahí la Casa de San Luis en Buenos Aires. En el año 1997, se llevó a cabo una exhaustiva y cuidadosa restauración del edificio por parte del gobierno de la provincia, destacando el valor patrimonial y su historia, dándole el merecido reconocimiento por su legado, valor cultural, histórico y arquitectónico. Esta joya arquitectónica ya cumplió un siglo y desde hace casi 40 años forma parte de la historia de nuestra provincia. La Casa ha sido visitada por gobernadores y figuras importantes de la política nacional e internacional, en la misma se han llevado a cabo audiencias de las que han participado los gobernadores que se han sucedido en nuestra provincia. También ha jugado un papel muy importante el Departamento de Salud que funciona en la misma, ya que ha sido un espacio de contención y apoyo a puntanos y puntanas que, por ejemplo, por problemas de salud, se han visto obligados a trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires.

 

Esta casona, es nuestra representación más ilustre en Buenos Aires y debe ser defendida y preservada porque forma parte de nuestra identidad provincial y de la historia reciente de nuestra provincia.

 

El anuncio del gobernador Poggi, nos llena de tristeza, porque si se concreta la venta de este inmueble, significará la pérdida irreparable de una parte importante de nuestra historia y de nuestro patrimonio cultural: de un pedazo de nuestra San Luis en la ciudad capital de la Argentina.

 

 

 

 

 

 

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