Pese a la menor oferta, el consumo de carne da señales de agotamiento
Según los últimos datos del IPCVA, en febrero el precio tuvo una suba promedio del 4,2% mensual, variación muy inferior al 13,2% de incremento general, luego de varios meses moviéndose por arriba de la inflación.
Los recientes datos del IPCVA reflejan el freno que está poniendo el consumo, en un contexto en el que a su vez el resto de los bienes y servicios también sufrieron importantes subas y la capacidad de compra de los salarios se deteriora significativamente.
En efecto, si se observa la trayectoria del aumento general de precios (IPC), el Índice de Salarios y el precio de la carne vacuna, medidos en términos de variaciones interanuales, se observa que a diciembre -último dato publicado por el Indec- los salarios en Argentina terminaron 58 puntos atrasados respecto de la inflación. A esto se suma la fuerte suba que registró el precio de la carne vacuna para aquel entonces, llegando a diciembre con un aumento interanual del 345% que lo situó muy por arriba del 211% de inflación anual.
Si bien la tasa inflación mensual parece haber comenzado a ceder, aún se encuentra en niveles sumamente elevados para un consumo prácticamente agotado.
Se sabe que, estacionalmente, a partir de marzo los precios de la carne vacuna tienden a aumentar acompañado por el aumento del consumo en los hogares. Se trata del inicio de la temporada escolar donde las familias retoman hábitos de consumo más estables, ya fuera del período de verano donde las dietas suelen ser más ligeras y menos elaboradas.
Sin embargo, marzo también es un mes crítico dado el incremento de gastos que implica el inicio de clases sumado al ajuste de cuotas y servicios que suelen permanecer estables en los primeros meses del año y corrigen a partir del segundo bimestre.
Durante el año pasado, los números de consumo se mantuvieron firmes a pesar de la suba general de precios. En términos per cápita, según datos oficiales, en 2023 el consumo de carne vacuna alcanzó los 52,4 kilos anuales registrando un aumento del 7% respecto de los 49 kilos per cápita resultantes en 2022.
En tanto que, en materia de precios, contrariamente a lo percibido por el consumidor, el precio real de la carne vacuna -descontando el componente inflacionario registró una baja promedio del 7% anual.
Si se analiza el comportamiento de ambas variables -precio y volumen- en forma bimestral se observa en realidad que, durante el segundo semestre de 2023 el consumo de carne vacuna comienza a mostrar una tendencia decreciente con precios reales estables. En efecto, esta caída en el consumo per cápita se agudiza aún más en los dos primeros meses de este año, donde las estadísticas de producción y exportación sugieren un consumo aparente de 44 kilos per cápita contra 48,5 kilos resultantes durante el bimestre anterior.
La paradoja reside en que, al hablar de "consumo aparente" las cifras resultantes están más asociadas al nivel de oferta que al nivel de demanda. Sabiendo que el volumen que estadísticamente se vuelca al mercado doméstico surge de toda la producción que no se exporta, no deja de ser una "oferta residual", aun representando la porción mayoritaria del mercado.
Por lo tanto, considerando la esencia de este cálculo aparente, cobra mucha más relevancia el factor precio, que es en definitiva el que refleja de manera más directa el interés de compra del consumidor.
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