Semáforos que no andan o no están correctamente sincronizados, falta de mantenimiento en espacios verdes, ni una cuadra asfaltada nueva, calles destruidas, baches en el asfalto que son tapados con tierra, aumento desmedido de tasas sin contraprestaciones visibles, falta de agua, alumbrado público inexistente en algunos barrios y defectuoso en otros, caos vehicular, veredas intransitables, ruidos molestos a toda hora y sin control, “alumbrado, barrido y limpieza” solo en zonas comerciales y turísticas, loteos descontrolados, amiguismo para los negocios, falta de políticas de promoción turística, falta de insumos para tareas esenciales “ni bolsas de residuos nos dan” dicen los funcionarios, transporte urbano deficiente, transporte desde Córdoba que nunca pudo ingresar a Merlo a pesar de las reiteradas promesas del intendente, trabajadores en negro y utilización de trabajadores de la provincia con fines municipales, concentración de medios y pautas solo para aquellos que hablan bien, nombramientos y contrataciones de amigos y familiares con sueldos altísimos en detrimento de quienes todos los días hacen que el municipio funcione, falta de transparencia en la rendición de cuentas a los vecinos, maltrato a empleados y vecinos que digan algo en contra de la municipalidad, utilización de vehículos del Estado con fines personales.
Estas son solo algunas de las quejas que se escuchan diariamente por las calles de Merlo.
Es que ya se está por cumplir el primer año del segundo mandato consecutivo del radicalismo y aún no se ve cuál es la diferencia con el primero. Es más, muchas de las cosas empeoraron durante estos meses.
El intendente Álvarez Pinto hizo su campaña para la reelección con el lema “hicimos muchas cosas, imagínate las que podríamos hacer con un gobernador que quiera a Merlo”, y la cosa es que después de un año la realidad demuestra lo contrario.
Las pocas inauguraciones que se llevaron a cabo durante 2024 fueron obras iniciadas por “el gobernador que no quería a Merlo” y por el anterior gobierno nacional.
El nuevo gobernador, si bien todas las semanas anda de recorrido por la zona, sonríe, y se saca fotos firmando alguna promesa, en lo concreto todavía no le dio un peso a Merlo como sí lo hacían los anteriores gobiernos, y además castiga a los radicales desplazándolos del Ministerio de Turismo, y cobrándose antiguas disputas, como cuando Álvarez Pinto lo esperaba afuera en algún acto e insultaba públicamente a Poggi para que lo enfoquen las cámaras.
A la inoperancia histórica del sector del radicalismo que gobierna la ciudad, se le suman antiguos resquemores con el poggismo, producto de la soberbia del intendente que colisiona de lleno con la soberbia del actual gobernador.
Lamentablemente, en el medio, quedan los merlinos.
- ¿Te imaginás un gobernador que quiera a Merlo?, bueno, como Poggi no es.
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