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La voluntad de la imagen

Este 8 de septiembre se cumplen 20 años de la muerte de la cineasta, actriz y artista que creó la mejor propaganda de la historia, "El triunfo de la voluntad", y creó nuevas técnicas de filmación utilizadas en los deportes de elite actualmente. Un talento que se vio manchado por los horrores del Tercer Reich.

Por Hernan Silva
| 04 de septiembre de 2023
La cineasta con su cambio en el enfoque de las cámaras, también modificó la historia y la segundar Guerra Mundial. Fotos: Internet

Algunas naciones tienen el signo de generar altas dosis de talento y turbulencia, posiblemente ambos elementos van de la mano. Alemania, en particular durante la primera mitad del siglo XX, fue un notable ejemplo de esta dualidad. Y si esa turbulencia procede de la irracionalidad, cualquier capacidad que brille corre el riesgo de quedar opacada, absorbida, o contaminada. En cierto punto, este fue el destino de Leni Riefenstahl, la cineasta germana que con su innovación y excelencia técnica ayudó a crear obras cumbres de la estética fascista, pero que precisamente por este aporte nunca pudo escapar de la persistente sombra proyectada por el Tercer Reich. 

 

Riefenstahl nació el 22 de agosto de 1902 en Berlín. Ya en sus primeros años el arte se presentó como su vocación. A los cuatro años pintaba y escribía poesía. Su madre creía en las inclinaciones artísticas de Leni; su padre era la contracara. No quería que su hija eligiera disciplinas que consideraba frívolas y superfluas. Incluso no dudó en enviarla a un internado en las montañas Harz durante un año, cuando se enteró que tomaba lecciones secretas de danza.

 

Pero nada ni nadie podría torcer la voluntad de Riefenstahl. Logró hacerse una carrera a través del baile, recorría toda Europa y obtenía un salario considerable por sus presentaciones. Además, su rostro llamativo y anguloso inspiró a distintos pintores expresionistas, quienes le hacían retratos. Sin embargo, su futuro en la danza quedó trunco por las lesiones y tuvo que operarse la rodilla. En una consulta médica, observa el cartel promocional de la película "La Montaña del destino" (Der Berg des Schicksals, estrenada en 1924) y compra la entrada para ir al cine.

 

 

Queda tan impresionada por la película que decide convertirse en actriz. Actúa en varios Bergfilme (films de montaña), un género típicamente germano que retrata la vida y las aventuras de las personas que viven entre pendientes de roca. En la década del veinte, durante la etapa del cine mudo, se transforma en una celebridad en Alemania. Sin saberlo en ese momento, su destino comienza a tomar el sendero que la llevaría a Adolf Hitler.

 

La inquietud y la sagacidad de Riefens-tahl obran para que el próximo paso sea casi inexorable: la dirección de películas. Para ello resulta clave haber conocido a Arnold Fanck, director y pionero de las Bergfilme, quien además de haberle ofrecido los primeros roles como actriz, le enseña los aspectos técnicos del oficio, como las funciones que tiene una cámara de cine, las distancias focales, el efecto de los filtros de color y la edición, entre otros aspectos. Se abría una nueva puerta para su creatividad.

 

La cineasta vivió hasta los 101 años y pasó por el cine, la fotografía y el campo de concentración.

A principios de la década del treinta actúa, dirige, produce y edita "La luz azul" (Das Blaue Licht). El argumento mezcla misticismo y simbolismo. Durante las noches de luna llena, un resplandor azulado surge del pico de una montaña, lo que atrae a los jóvenes de un pueblo cercano, quienes, sin embargo, mueren al intentar ascender a la cima. Ella misma  interpreta a una campesina que es rechazada por los habitantes del pueblo al creer que tiene poderes demoníacos. Encuentra protección en la luz azulada y misteriosa. El film es un éxito y fue premiado en el extranjero.

 

 

Las coordenadas del destino la acercaban cada vez más a Hitler, encuentro que se concretó en 1932. En febrero de ese año asiste a un acto que daba el führer en Berlín. La conmoción que experimenta al escuchar el discurso es desbordante. Así describió la experiencia en sus memorias: “Tuve una visión casi apocalíptica que nunca pude olvidar. Parecía como si la superficie de la Tierra se extendiera frente a mí, como un hemisferio que de repente se divide en el medio, arrojando un enorme chorro de agua, tan poderoso que toca el cielo y sacude la tierra”. Las placas tectónicas habían colisionado.

 

Impactada, a través de una carta le solicita a Hitler una reunión personal, que tendrá lugar pocos meses después, en mayo. Riefenstahl descubre que el mismo Hitler admiraba su trabajo y había quedado impresionado con "La luz azul". En ese primer encuentro, además, le confía que una vez que el nazismo llegara al poder, ella sería la encargada de hacer las películas. No era fácil que una mujer obtuviera una posición tan importante en esa época, y más aún entre los implacables jerarcas del partido. La joven cineasta encontró rechazo, oposición y hasta boicot. Sin embargo, el führer había dado su veredicto y se convirtió en la directora de cine del Reich.

 

Tras filmar una película sobre el Partido Nacionalsocialista, Hitler le encarga un nuevo film de propaganda sobre el congreso del Nsdap de 1934 realizado en Núremberg, en el que confluyeron un millón de personas. Riefenstahl ahora tiene a disposición recursos casi ilimitados, que despliega sin reticencias. Cuenta con un equipo de más de 150 empleados, con casi cuarenta camarógrafos en tierra y nueve en aeroplanos. El filme, que recibe el nombre de "El triunfo de la voluntad" (Triumph des Willens) no tiene  narrador. No hace falta. La filmación glorifica de manera monumental el poderío teutónico a través de técnicas de montaje innovadoras, posiciones de cámaras en diferentes ángulos y la intuición coreográfica de la cineasta, que eleva hasta el paroxismo el sentimiento de poder que se crea con la fusión de los soldados y el pueblo.

 

El "Triunfo de la voluntad" (estrenada en 1935) está considerada como la mejor película de propaganda alguna vez realizada. Su estética es tan poderosa que hará eco a lo largo de los años. Por ejemplo, en el film "La guerra de las galaxias", de George Lucas, algunas escenas se inspiran de las imágenes registradas en esa reunión del nazismo celebrada en Núremberg. Más allá de la influencia de su obra (veinte millones de alemanes la vieron en el cine y era proyectada en las escuelas), Riefenstahl nunca consideró su producción como una propaganda para ensalzar al nazismo, sino como un registro.

 

 

 

“'El Triunfo de la voluntad' es un documental de un congreso de partido, nada más. No tiene nada que ver con la política. Porque grabé lo que realmente sucedió y lo exageré hasta el punto de no narrarlo. Traté de expresar la atmósfera que estaba allí a través de imágenes y no de un comentario hablado. Y para que esto fuera comprensible sin texto, el lenguaje visual tenía que ser muy bueno, muy claro. Las imágenes debían decir más de lo que se hablaba. Pero no por eso es propaganda”, señaló la cineasta.

 

La maestría fílmica de Riefenstahl se refleja en otra producción reconocida por su innovación y pericia técnica como es "Olympia" (estrenó en 1938), la obra que registró los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Utiliza capturas de seguimiento (una cámara sobre rieles sigue los movimientos de los atletas), la cámara lenta, escenas bajo el agua, tomas panorámicas, ángulos extremadamente altos y bajos, la “cámara catapulta” para ir al lado de los atletas y teleobjetivos para tener imágenes en primer plano. Todas estas técnicas eran desconocidas o poco usadas para la época, pero marcaron el estándar para este tipo de producciones. Lo que hoy se da por sentado en las transmisiones deportivas fue ideado por Riefenstahl.

 

Había alcanzado el éxito absoluto, pero al mismo tiempo ya nunca más podría despegarse de su involucramiento con el nazismo. Cuando se inicia la invasión de Alemania a Polonia el 1° de septiembre de 1939, lo que desata la Segunda Guerra Mundial, Hitler ya tenía preparada la “Tropa especial de filmación Riefenstahl” para documentar las acciones bélicas. La cineasta quiere sentirse útil. Usa el uniforme militar y lleva un arma en su cinturón. Hay testigos que dicen que el 12 de septiembre presencia la ejecución de treinta civiles en una ciudad polaca como represalia de un ataque al ejército alemán. Ella dijo que ni ella ni su personal vieron nada inusual.  Más allá de estos testimonios contradictorios, Riefenstahl acompaña a Hitler el 5 de octubre en su desfile victorioso en Varsovia.

 

Deja de hacer películas vinculadas a la propaganda nazi y su próximo proyecto es un largometraje denominado Tierra baja (Tiefland), proyecto que había iniciado en los años 1930 y que finalizaría recién en 1954. En 1940 filmó cerca de la ciudad de Mittenwald, y utilizó extras gitanos con aspecto mediterráneo reclutados de campos de concentración para interpretar a mujeres y granjeros españoles. “Lamento que hayan sufrido durante el período del nacionalsocialismo. Hoy se sabe que muchos de ellos fueron asesinados en campos de concentración”, reconoció Riefenstahl en un juicio realizado medio siglo después.

 

El carisma de Hitler la había impactado, pero siempre negó que hubiera algo más que una relación profesional con él, a pesar que la misma Riefenstahl dijo que “la quería como mujer”. La cineasta, como muchos alemanes de la época, expresó que en un primer momento no habían sido capaces de distinguir el costado oscuro del führer. “Fui una de los millones que pensaron que Hitler tenía todas las respuestas. Solo vimos las cosas buenas; no sabíamos que vendrían cosas malas”, dijo. Afirmó que conocerlo había sido la mayor catástrofe de su vida. “Hasta el día de mi muerte, la gente seguirá diciendo ‘Leni es nazi’, y yo seguiré contestando ‘¿Pero qué es lo que hice?’".

 

La derrota alemana  llega con una tragedia familiar: su hermano Heinz muere en el Frente Oriental. Los primeros años de la posguerra son severos con Riefenstahl. Entre 1945 y 1948 permanece detenida en varios campos de prisioneros de los aliados en Alemania. Durante este período es sometida a procesos de desnazificación. Primero consideran que no estuvo relacionada o afectada (nicht betroffen) con el funcionamiento interno del régimen, aunque luego es declarada simpatizante de los nazis (Mitläufer).

 

En las dos décadas siguientes intenta volver a filmar películas, pero el rechazo que despertaba su figura era demasiado grande. Nadie quería financiarle un proyecto a una persona que había sido tan funcional al nazismo. Riefenstahl empieza a incursionar en la fotografía. En la década de 1960 viaja a África y visita a la tribu nuba, de los que estudió su forma de vida y aprende su idioma. Publica sus primeras fotos sobre esta experiencia en revistas. Inquieta y siempre con energía, a los setenta años aprende buceo y publica un libro de fotografías subacuáticas. En 2002, cuando tenía 100 años, lanza el documental "Impresiones submarinas" (Impressionen unter Wasser) sobre la vida en los océanos, su primera película en más de cincuenta años.

 

Leni Riefenstahl falleció el 8 de septiembre de 2003, después de vivir una vida intensa, extensa, fructífera y cargada de controversia y polémica. Dejó un legado cinematográfico indudable y la revista Time la incluyó entre las cien figuras más importantes del siglo XX. "Me imagino la muerte como lo más hermoso que existe. Como una redención. No le tengo miedo a la muerte. Nunca lo tuve", dijo.   

 

Hasta el último día de su vida se defendió ante la acusación de que sabía sobre los crímenes de los nazis. Siempre sostuvo que su participación con el movimiento había sido técnica y no ideológica. "¿Acaso la belleza es fascista?”, expresaba.

 

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