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Un jinete de San Luis triunfó en la prueba nacional corral de aparte

Jorge D’Inocenzo logró el máximo premio en Jesús María, junto a su caballo “Río Conlara Tehuelche”.

Por redacción
| 28 de febrero de 2023
En plena acción. Jorge D'Inocenzo alcanzó el mayor puntaje por el impecable desempeño junto a su padrillo. Fotos: Familia D´Inocenzo

Río Conlara Tehuelche" es un caballo fuerte. Lo preparan desde hace 13 años y los resultados no defraudaron a Jorge D'Inocenzo y a sus dos hijos Agostina y Luciano, los entrenadores. Emocionados, contaron los pormenores del recorrido que transitaron juntos y que terminó hace un par de semanas en el predio de Jesús María, donde D'Inocenzo y su padrillo se convirtieron en campeones nacionales de la prueba corral de aparte. Por estos días, el animal descansa en el establecimiento Inti Wayqú, en Villa de la Quebrada, donde también vive la familia.

 

“Este premio es la culminación de muchos años de trabajo”, destacó el jinete, quien, junto a Agostina, de 20, y Luciano, de 14, se dedica al adiestramiento en un predio de 25 hectáreas. Allí, los animales conviven con un pequeño viñedo, más de 20 variedades de duraznos, almendros y damascos.

 

La competencia se desarrolló en la Sociedad Rural de Jesús María, en Córdoba, y concentra a los cabañeros criadores de caballos criollos de todo el país.

 

San Luis quedó primero; el segundo lugar fue para un pampeano radicado en la ciudad anfitriona; en el tercer y cuarto puesto quedaron dos jinetes de Córdoba, y el quinto puesto fue para la provincia de Buenos Aires. El torneo federal es catalogado como uno de los más difíciles.

 

Los D'Inocenzo son criadores de caballos criollos. En 2008 compraron el padrillo; era un potrillo de un año y medio. Con ese caballo y un sistema de equitación, empezaron a adiestrarlo para las competencias funcionales de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos. Debutaron en 2013 y en 2014 tuvieron la suerte de ganar un campeonato nacional para novicios.

 

“Esto se logró 9 años después y luego de mucho trabajo, de cambiar la técnica de adiestramiento y de mejorar en todos los aspectos: este es un lugar tranquilo, muy amable y amigable con el medio ambiente, donde los caballos se desarrollan de una manera muy particular. Nos enfocamos mucho en la psiquis del animal”, indicó Jorge.

 

La genética es otra pata importante de la mesa del producto, más la alimentación y finalmente los cuidados específicos, que es donde se enfocan. Todos estos detalles hicieron que después de 9 años volvieran a competir en un campeonato nacional, esta vez en la categoría profesional.

 

Pero la parte más emotiva de la historia del padrillo es que después de tantos años de trabajo decidieron que esta fuera su última competencia nacional: “Ya lo teníamos decidido, independientemente del resultado queríamos retirarlo. Para nosotros como familia fue un momento muy especial: le sacamos la montura en la arena del torneo”, expresó el jinete.

 

En el medio de esta síntesis hay mil anécdotas. El padrillo tiene 15 años y lo prepararon desde los 2; todavía tiene una vida útil de 5 años más. “Una de las enseñanzas que les dejó a mis hijos es que hay que saber retirarse a tiempo”, dijo Jorge.

 

 

En la arena de Jesús María

 

La prueba en la que el jinete de San Luis se consagró campeón es corral de aparte en la categoría B, una prueba que antiguamente se creó en Mendoza, donde los paisanos encerraban la hacienda en corrales improvisados en la precordillera y como eran muy ariscos los paraban con el pecho del caballo.

 

Para desarrollarla se necesita un corral ovalado de 9 metros de ancho por 14 de largo, donde ingresan dos vacas y en 35 segundos el competidor tiene que apartar, mantener una cadencia de galope, mientras más velocidad, mejor, y tratar de que el ganado no se junte.

 

La segunda parte de esta competencia, que dura 40 segundos, consiste en tener una vaca fresca, sacarla al galope, darle un par de vueltas a la pista y en el momento que uno cree conveniente, afirmarle el pecho del caballo y pararla. Es llevar a una pista lo que se hacía antiguamente en el campo.

 

 

Todo un equipo

 

Esta actividad tiene un sabor especial porque cuenta con el mérito adicional de que el trío D'Inocenzo hace todo, no cuenta con la ayuda de empleados. “La experiencia fue más que reveladora, porque me concentré más en lo sentimental, ya que sabíamos que íbamos a retirar al padrillo que me conoce desde chico y con el que aprendí a montar”, expresó Luciano.

 

Agostina estudia Psicología y acompaña a su padre en las cuestiones ecuestres desde “los pañales”. “Es una satisfacción enorme ver que pudo llegar a este punto, pero lo más importante es que el caballo está sano y feliz, no está maltratado, y esto nos une como familia, porque nos lleva a reflexionar, cuestionarnos, aprender y evolucionar”, concluyó la joven entrenadora.

 

Redacción/MGE

 

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