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Marcharon para exigir leyes de minoridad más estrictas

La causa fue elevada a debate oral con seis imputados, pero otros 3 agresores directos son inimputables por la edad.

Por redacción
| 27 de febrero de 2023
Acompañamiento. Cerca de 200 personas, ciclistas y moteros incluidos, acompañaron la iniciativa. Habrá otras. Foto: Inés Cobarrubia.

Este lunes Diego Gatica Ledesma hubiese cumplido 31 años. Pero ese no es el único aniversario próximo: el domingo va a cumplirse cinco meses del cobarde ataque que sufrió, por una bicicleta y un par de zapatillas, que días más tarde acabó con su vida. Diego estudió para policía y se desempeñaba en la División de Respuesta Inmediata Motorizada (DRIM), con la jerarquía de oficial ayudante. Sus compañeros, allegados y familiares siempre lo destacaron como una persona amable, intachable, querida y que quería hacer algo bueno por la Fuerza. Pero esos proyectos, esos sueños, se vieron truncos y su familia no halla consuelo con su pérdida. Este lunes, sus padres fueron acompañados por unas 200 personas, quienes marcharon por el centro puntano exigiendo leyes de minoridad más estrictas, dado que dos de los principales causantes de su muerte son menores inimputables. “Apuntamos a eso y a que nos sanen este dolor con justicia. Todos mataron y todos tienen que ir presos, si no es una justicia incompleta y si es incompleta, no es justicia. Todos asesinaron a sangre fría, más allá de si golpearon o no”, sentenció Carina Ledesma, la mamá.

 

La concentración fue a las 19 frente a la sede del Correo Central, en Illia y San Martín. Además de familiares y allegados, había un grupo de atletismo y otro de moteros que apoyan la causa. Alguien se encargó de repartir folletos con un lema que se repitió en toda la caminata: “Diego no murió, a Diego lo mataron”. Como un mantra, también gritaron “Diego presente, hoy y siempre”, con carteles con su foto y con pedidos de una nueva ley de minoridad urgente.

 

“De los involucrados, tres son menores inimputables. Desde la fiscalía nos dijeron que no creían que tuviéramos suerte con que los detuvieran. No van a ir a la cárcel y solo tres mayores van a recibir una condena”, lamentó visiblemente emocionada Carina. “Por favor, eso es lo que queremos pedir, que bajen la edad de imputabilidad. Lamento mucho que no se hayan involucrado más personas, porque esto nos beneficia a todos. Muchas veces es la falta de empatía; hoy estamos nosotros dos sin un hijo”, agregó.

 

 

Dolor. Carina Ledesma y Miguel Gatica, los papás de Diego, al frente.

 

 

El padre de Diego, Miguel Gatica, opinó en consonancia. “Se tienen que cambiar estas leyes porque está en peligro todo el mundo. Hoy nos tocó a nosotros, mañana le puede tocar a cualquiera de ustedes. De hoy en adelante vamos a empezar a hacer marchas para cambiar las leyes y llevarlo a nivel nacional, si es necesario. El pueblo tiene que apoyarnos”, pidió.

 

Con una pancarta encabezando la columna, la marcha partió por Junín y rodeó la plaza Pringles hasta llegar a San Martín, que tomó a contramano hasta 9 de Julio. De allí rodearon la plaza Independencia hasta el frente de los Tribunales puntanos.

 

Allí volvió a haber cánticos, lágrimas y abrazos, todo en paz.

 

 

Lo quería todo el mundo

 

Diego fue atacado el 5 de septiembre; su cuerpo dijo basta la tarde del domingo 11. Ese mismo día planeaba festejar el primer cumpleaños de su hijo, para el que había hecho preparativos. “Ese bebé es lo que nos dejó para calmar un poco nuestro dolor”, dijo este lunes Miguel.

 

El día de su muerte, sus compañeros comenzaron a agruparse en la recepción del Hospital Central “Ramón Carrillo”, temiendo lo peor. El miércoles habían participado de una caravana hasta la Virgen de la Cobrera y el jueves, de una misa en la parroquia María Auxiliadora, del barrio Eva Perón. En la redes, los pedidos de oración para que se recuperara no pararon de circular en toda la semana. “Diego era un tipo a quien quería todo el mundo”, remarcó su papá.

 

El martes 13 de septiembre, tras ser velado por una horas el día anterior, miembros de su familia, de la familia policial y de otras fuerzas de seguridad y miembros de la comunidad participaron de un multitudinario entierro en el cementerio Jardín del Recuerdo, de la capital.

 

Quizás sin procesar lo que pasaba, su hijo estuvo allí, frente a su féretro, y todos quebraron en llanto.

 

Antes, sus compañeros del DRIM encabezaron un cortejo fúnebre digno de un héroe, porque aunque no haya muerto en el cumplimiento del deber, su juventud, su bondad y las terribles circunstancias de su muerte conmovieron a la sociedad puntana.

 

“Mi hermano siempre dijo que iba a hacer algo grande por la Policía, que iba a llegar a jefe. Mientras estudiaba vendía fotocopias y otras cosas para poder solventarse. No existe una sola persona que haya hablado mal de él nunca”, recordó hace unos días Ana, su hermana.

 

“A mi hermano yo no lo vuelvo a ver más, porque lo que queda en el cementerio no es él, ya no está ahí. Y estos chicos (por los partícipes del crimen que están libres) andan en la calle”, lamentó.

 

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