22°SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

22°SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

EN VIVO

En el pecho, dos banderas

A dos meses de la guerra entre Israel y Hamas, el platense cuenta cómo es ser soldado en la frontera y su pasión por sus dos nacionalidades.

Por Astrid Moreno
| 04 de diciembre de 2023
Foto: gentileza.

El cineasta platense, Natán de Leo, se hizo viral en las redes luego de que se difundieran imágenes en las que sostiene un arma y un mate con el mismo ímpetu en algún punto secreto y estratégico entre la frontera de Cisjordania y la Franja de Gaza. Tiene 26 años, vive hace más de cinco en Israel y es parte del ejército reservista de su país de acogida.

 

Este 7 de diciembre se cumplen dos meses del inicio de la guerra, con el episodio detonador que data en el recuerdo de Natán, y de la historia; la esperanza de que la guerra merme comienza a surgir con entregas de rehenes y presos, y pactos de tregua que duran días. Mientras tanto, soldados de ambos lados pusieron en pausa sus oficios, vidas y familias.

 

El joven nacido en Argentina tuvo la posibilidad de ser repatriado; sin embargo, asegura que Israel también es su casa y mientras ve fallecer a amigos y compañeros perderse los primeros pasos de sus hijos, elige todos los días mantenerse firme como reservista.

 

 

―¿Cuándo decidiste irte a vivir a Israel?

 

―Vengo por el lado de la familia de mi mamá de familia judía. La religión judía se transmite de madre a hijo y hay hermanos de mi abuela que vinieron a vivir aquí a Israel hace como 70 años, unos poquitos años después de la fundación del país y ellos hicieron acá su vida, tuvieron hijos, nietos, así que tengo un montón de familia acá también. En 2014 viajé por primera vez a dar un paseo acá por el país, me enamoré de Israel y dos años después decidí volver a hacer un curso de seis meses y me quedé.

 

 

―¿En qué momento te enteraste de que habían entrado en guerra?

 

―El 7 de octubre era un sábado y feriado también; acá siempre en septiembre y octubre hay un montón de fiestas religiosas judías una atrás de la otra. A eso de las seis de la mañana estaba en mi departamento durmiendo y empezaron a sonar las alarmas antimisiles. Fui al refugio que hay en mi edificio. Cuando pararon las alarmas volví a mi departamento, y en la hora siguiente sonaron alarmas dos veces más. Además, hay una aplicación en el teléfono que se llama Red Alert que te marca en qué parte del país hay alarmas. No paraba de ver en el teléfono cómo sonaban alarmas en todos lados. En uno de esos momentos prendí la televisión a ver qué estaba pasando y nos enteramos del desastre que había en el sur del país con los terroristas. Me quedé viendo la información del minuto a minuto. También tenemos un grupo de WhatsApp con la gente del ejército, de los reservistas. Cerca del mediodía nos mandaron un mensaje que teníamos que presentarnos en la base.

 

 

―¿Cuál es tu rol y área de trabajo?

 

―Fui soldado acá hace unos años, el servicio militar es obligatorio, pero cuando me vine a vivir acá por la edad que tenía ya no estaba obligado. Lo quise hacer y hasta los cuarenta años soy reservista. Soy parte de la unidad, tenemos un grupo de WhatsApp, ahí nos van llamando y contando cosas. Yo soy un soldado de combatientes, no puedo decir exactamente las cosas que hago. Me habrán visto en fotos que estoy con un arma, como todos los combatientes, y la zona está en una de las fronteras con Cisjordania, pero el lugar exacto no lo puedo decir por códigos militares.

 

 

―¿Cómo era el vínculo antes con la Franja de Gaza?

 

―Gaza fue parte de Israel hasta el 2005, que Israel reconoció su autonomía. Tuvieron elecciones en las que ganó el grupo Hamas y esa fue la última instancia democrática del país hasta la actualidad. Entraron en una dictadura o de califato islámico. Cada tanto había agresiones, tiraban misiles, Israel contestaba o había alguna operación para eliminar los puntos desde donde tiran misiles. En el último año estaba todo bastante tranquilo y hasta se les había otorgado permiso a un número específico de residentes de Gaza, para que pudieran venir a trabajar a Israel durante el día. La verdad es que estaba funcionando bien hasta que empezó el desastre. No está confirmado, pero parece que Hamas aprovechó un poco esto de los permisos de trabajo para obtener información de cómo estaba acá, porque encontraron en cuerpos de terroristas papeles con nombres de personas y quién vivía en cada casa e información muy precisa de los lugares donde entraron a atacar.

 

 

―¿Y a nivel social y cultural en las calles?

 

―No conozco gazatíes, pero sí sé de un montón de gente árabe. Vivimos en un país donde somos la única democracia de Medio Oriente, es un país libre y por ahí parezca raro para el que no vive acá, pero la gente árabe en este país tiene exactamente los mismos derechos que una persona judía. Incluso los árabes tienen también partidos políticos, se presentan a elecciones, tienen diputados en el Congreso, dirigen hospitales públicos y tienen exactamente los mismos derechos que nosotros, estudian en las universidades. No es que alguien por ser árabe va a ser discriminado. Lo que pasa es que, por ejemplo, con la gente que vive en Cisjordania, que va a ser Palestina el día que sea un país, o con la gente de Gaza es que pueden venir a trabajar con un permiso, como si fuera otro país, como si un argentino se fuera a trabajar a Chile o a Uruguay. Lo curioso es que ellos pueden pedir un permiso de trabajo y venir para acá, pero un israelí no puede ir para allá, lo tenemos prohibido.

 

 

―Tu familia que vive en Argentina ¿qué opina?

 

―Me pasó con mi hermano más grande, con el que tengo una conexión muy especial, me recontra pidió que vuelva; bueno, le expliqué, algo él sabe también, que esta es mi casa. Creo que él me dijo que vuelva porque por ahí es su deber como hermano mayor, pero en el fondo él sabía cuál era mi respuesta y que no hay chance de que vuelva bajo ningún punto de vista.

 

 

―En las fotos se te ve con un arma, el mate y camisetas de fútbol, como la de Gimnasia Esgrima La Plata o la de la Selección. ¿Cómo combinas tus dos patriotismos?

 

―La verdad es que cuando estoy acá me siento súper israelí, me adapté al país, lo siento como mi casa, hablo el idioma y lo escribo perfecto, solo tengo un poco de acento. Estoy integrado, tengo mi grupo de amigos que son todos israelíes. Por otra parte, nací en Argentina, viví en La Plata y por eso soy mitad y mitad. El tema de las camisetas de fútbol para mí fue muy loco que se haga viral, porque es algo con lo que me identifico y uso en el día a día desde antes, para ir al gimnasio o hacer mis cosas, ir a las filmaciones. Entonces, cuando me reclutaron, para mí era algo obvio, natural y de mi día a día; además, no me traje una o dos, sino un montón. Además, soy de Gimnasia desde niño y dio la casualidad de que tiene los mismos colores de la bandera de Israel. Con respecto al mate es parte de nuestra cultura, estamos todos los días acá y tengo mis amigos con los que hice el servicio que empezaron a tomar y, de a poco, voy sumando más gente. Así que ahí vamos también.

 

 

―¿Cómo era antes tu vida y cómo cambió ahora que estás defendiendo tu país? 

 

―Nos sentimos no solo yo, sino todos, como que nos robaron nuestras vidas por un tiempo por culpa de los terroristas de Hamas. Yo estoy soltero, no tengo hijos, pero hay personas acá conmigo que tienen hijos y esposas esperándolos. Un compañero tiene un bebé de seis meses y hace dos meses que estamos acá y ya perdió el 20 por ciento de la vida de su hijo. Ver cosas así me hace dar cuenta que lo mío es menos grave, por así decirlo. Hay personas que tuvieron que dejar todo, sus cosas y sus casas porque están en zona de guerra y les explotaron la vivienda o se la prendieron fuego y no tienen ni idea de cuándo van a poder volver. En comparación con ellos, me parece que no estar filmando es una pavada.

 

 

―¿Cómo se lidia con los traumas cotidianos de vivir una guerra?

 

―Es muy difícil eso, veo que tenemos también una lucha psicológica. El otro día hablaba también con uno de mis compañeros y acá es como que perdemos hasta la noción del tiempo. De golpe estábamos charlando y no podíamos creer el tiempo que ya habíamos pasado acá o tenemos que mirar el celular para ver qué día o fecha es. A mí, en lo personal, hubo uno de los ataques más conocidos, el día que empezó la guerra, en una fiesta electrónica en uno de los kibutz, al lado de Gaza, y tengo un amigo que murió ahí, un chico joven que estaba trabajando en la fiesta. Después, a mi mejor amigo le tocó entrar a Gaza a combatir y, por suerte está bien, pero uno lo siente muy cercano y se preocupa mucho. Con la cantidad de muertos y heridos que hubo, todo el mundo conoce a alguien que falleció o que está herido, como es un país muy chiquito. Nos toca a todos en ciertos puntos

 

 

―A dos meses de iniciada la guerra, ¿cómo mantienen el espíritu?

 

―No sé si todos piensan igual, pero yo tengo mi opinión; creo que falta todavía, no es que en una o dos semanas volvamos a casa. ¿Cuánto? No tengo ni idea. Lo que entiendo es que en este momento el país nos necesita, estamos donde tenemos que estar cumpliendo nuestro deber y defendiendo a nuestra causa, amigos y familias. Un montón de veces agradezco estar acá y no estar sentado en mi casa mirando la tele. Quizás suena medio chocante, pero tengo un arma con la cual me puedo defender a mí, a otros y a un montón de gente acá también. Creo que me hubiera vuelto loco sin poder ir a trabajar ni ayudar de alguna forma.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo