11°SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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Con la plata, la pluma y la palabra

El platero confeccionó casi todos los bastones presidenciales desde el retorno de la democracia. Ahora, Javier Milei asume con una de sus piezas.

Por Astrid Moreno
| 10 de diciembre de 2023

En sus 70 años de profesión, Juan Carlos Pallarols se convirtió en un fragmento pequeño, un mínimo detalle dentro de una pieza gigante, pero que es eje central en la fundición de la historia nacional e internacional. El orfebre es conocido por realizar los bastones de mando presidenciales desde el regreso de la democracia, hace 40 años, con una única interrupción cuando asumió Mauricio Macri.

 

Hoy su nueva confección, que cumple con los estrictos protocolos que marca la ley, estará en las manos de Javier Milei; quien recibirá de parte del presidente saliente, Alberto Fernández, el bastón que se convirtió en una tradición argentina que data de 1868.

 

Desde 1983 Juan Carlos confecciona la insignia presidencial; sin embargo, es una tradición que proviene de su familia de artesanos, cuyo taller data de 1750. Su padre, Carlos Pallarols Cuni, construyó un bastón para el presidente Arturo Umberto Illia, aunque no llegó a recibirlo porque decidió ocupar el que había usado el juez Roque Julián Sáenz Peña.

 

 

―Viene de una familia de plateros ¿alguna vez concibió otra profesión?

 

―Nací en una casa donde mi papá era platero, el abuelo de mi abuelo era platero y el bisabuelo de mi abuelo era platero. Entonces, no tenía demasiadas posibilidades de cambiar. Pero además de eso, es un oficio tan maravilloso, tan mágico. Hago un montón de otros trabajos en los que también me va muy bien, pero lo que para mí es apasionante y más tiempo le dedico es a la platería, claro. Este es un país donde la platería está muy arraigada. Por ejemplo, el hombre de campo usa mucha plata, ahora ya no tanto por la crisis y, más que nada, por los robos que hay.  Pero siempre fue de usarse en muchas piezas criollas y de lucir bien con cosas muy bonitas y de mucho ingenio.

 

 

―¿Recordás tu primer trabajo?

 

―La primera pieza que hice era muy chiquita. Tendría dos años y medio. Eran cosas simples como hojas y flores. Me acuerdo que en el año 49, yo tenía 7 años e intenté hacer un retrato de San Martín imitando el cuadro, que pintaba mi papá, gigante de un prócer. Me parecía bonito y ya se despertaba ese patriotismo, una de esas cosas bonitas que pasan cuando somos niños.

 

 

―Con presidentes electos o un Papa, ¿cómo inicia el trabajo para crear las piezas?

 

―Es distinto un Papa que un presidente, porque al Papa le podés hacer lo que te pida, un marco, un cáliz, un crucifijo. No hay un estilo que sea único para un Papa; en cambio el bastón de mando es una pieza como decir, la bandera, no podés elegir o decir “póngame una bandera color verde y colorada”. La bandera es celeste y blanca y tiene un sol de 32 rayos, 16 flamígeros y 16 rectos alternados, y ahí se acabó la historia. El bastón de mando es igual, lo que pasa es que la gente no lo tiene incorporado a eso en su sabiduría. Desde hace ya muchos años está reglamentado, yo lo que tengo que hacer es un bastón igualito a todos los demás, que lo único que le puedo cambiar es la altura de acuerdo a la del presidente.

 

 

―¿Cómo es el protocolo para entregarlo?

 

―Yo se lo doy al secretario o al director de protocolo de la Casa Rosada, que es quien va a armar la mesa donde se hace la transferencia del mando. Está el bastón, está la banda, están los libros que hay que firmar, el tintero y las plumas. Eso es así de toda la vida. Después, cuando ya se lo entregamos al nuevo presidente, él puede pedirle algún recuerdo, algún detalle que lo identifique con él, pero no es nada complicado, son iniciales, un par de palabras, una fecha o algún dibujo. Son cosas sin demasiada importancia. Después, acorde a la ley que se estableció en 1970, el bastón y la banda se las queda el presidente.

 

 

―¿Le hicieron algún pedido excéntrico con el bastón?

 

―Nunca, eso es toda la fantasía que se arma de la gente. No se puede hacer nada raro en un bastón. Por ejemplo, Alberto Fernández pidió en letras muy chiquitas “Argentina de pie”; Menem pidió el sol de mayo. Ahora, el gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, me preguntó si puedo grabar las iniciales de su hermana, quien no llegó a verlo como gobernador porque falleció hace pocos días, así que se lo voy a poner. De todas formas, son pequeños detalles.

 

 

―En la asunción de Mauricio Macri, él decidió no usar el bastón que le había confeccionado, ¿qué sucedió?

 

―Sí, eso ya excedía el diseño del bastón. Antes de la asunción me llamó una chica, Karina Vilela, que era ceremonial de Presidencia y me dice 'me está preguntando acá a la señora del presidente si usted le prestó el bastón a Cristina Kirchner para que haga una macumba', a lo que yo respondí que no sabía si era un chiste de mal gusto que me preguntara eso, pero que de ninguna manera, yo soy muy respetuoso del trabajo que hago y, el que hacen los argentinos, sobre todo en el bastón, que viajó por las 24 provincias para que habitantes de todo el país sumen un golpe de cincel a la pieza. Jamás se me ocurriría hacer una cosa así.

 

 

―¿Y ahora, cómo fue con Milei?

 

―Yo no hablé con él, Milei va a ser el último que vea el bastón. Porque yo lo llevé, le hice unas terminaciones y lo dejé. Lo tiene ceremonial de Presidencia, y Milei lo va a ver cuando el presidente saliente, Alberto Fernández, se lo entregue en la transferencia. No es normal que lo vean antes, así como el novio no ve a la novia con el traje puesto antes de la ceremonia, hay también protocolos.

 

 

―¿En qué quedaron todos esos dichos sobre que iba a tener un león o una peluca grabadas?

 

―Siempre hay que ver quién hizo la polémica; fueron algunos periodistas que deben ganar plata generando estas cosas. En todos los mandatos hay varios diseños dando vuelta, a Alfonsín le hicieron tres bastones, uno que lo hice yo para la joyería Ricciardi, otro que yo lo presenté y fue el cambio que se hizo de bastón, y después otra joyería que se llama Santarelli también hizo un bastón; pero usó solo uno. Ahora le habían ofrecido uno que tenga un leoncito y otro que hizo mi hijo también, pero el bastón que está pedido y fue confeccionado con todas las reglas que exige el protocolo es el mío. Esto yo lo hago hace más de 30 años y conozco todos los secretos. Por ejemplo, he visto los estuches de los otros bastones, le hicieron una cajita y no es así. El estuche del bastón de mando está hecho de tal manera que el bastón queda en el aire y el escribano que agarra el bastón para hacer la transferencia no lo debe ni tocar. Por eso es como que flota y hay dos huequitos donde puede poner la mano y donde está el bastón. El estuche si no es así no se puede hacer la entrega, no es una escoba.

 

 

―¿Hay algún bastón que para usted tuvo mayor significado?

 

―Los bastones todos son iguales de importantes para mí. El que recuerdo con más pasión o con más emoción, es el primero hice. Tuve toda una pelea con Adolfo Scilingo, quien era un oficial de la armada y que era el secretario ceremonial de la Presidencia; después se hizo famoso por revelar cómo era el método de los vuelos de la muerte durante la dictadura. Cuando yo le dije que no quería hacer el bastón con el modelo anterior, que ya lo había hecho varias veces, y que quería hacer uno nuevo con un sentido mucho más patriótico que no fuera diseñado por un dictador para otro dictador, porque el que estaba lo había confeccionado el presidente Uriburu que había derrocado a Yrigoyen y se lo hicieron para pasar al presidente que era otro militar, que había entrado a través de un gobierno de facto. Entonces, no quería repetir eso, pero este capitán se enojó conmigo y la verdad yo no sabía quién era en ese momento, porque, a lo mejor, si hubiera sabido que era quien tiraba a los chicos de los aviones, por ahí no me le enfrentaba. Me amenazó, pero yo no le di mucha bola y eso no trascendió, después de muchos años, hace como cuatro años, Scilingo me llamó cuando estaba haciendo el de Alberto y me dijo: 'Mirá, me siento muy orgulloso de que vos seas quien está haciendo el bastón, te felicito y disculpame, cuando yo estuve peleando por el sistema, creí que teníamos razón, y que no se podía cambiar. Pero ahora estoy muy orgulloso de que hubo un cambio'. Y así quedó la cosa.

 

 

―Dejando de lado los bastones, de lo que ha diseñado para gente muy famosa ¿qué fue lo que más le llamó la atención?

 

―Ahora mismo estoy haciendo un estuche para guardar un libro que tiene todos los certificados de autenticidad de los autos de Juan Manuel Fangio, el corredor argentino, para Estados Unidos. Es un trabajo muy interesante que me está obligando a hacer una investigación para conocer realmente todas las virtudes y todo lo que pasó en su época y cómo llegó a ser el mejor corredor del mundo. Después, hace 70 años que trabajo de esto, ya ni me acuerdo de todo lo que hice. Conocí a deportistas y rockeros y a gente muy importante de la historia internacional y nacional, como René Favaloro, Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato, pero todo el mundo tiene derecho y puede pedirme algo. Acá vinieron los Rolling Stone y hace poco el cantante de Kiss, Paul Stanley.

 

 

―Hizo dos cálices papales, el de Benedicto XVI y el de Francisco, ¿hay algún tipo de cuidado específico?

 

―Es un cáliz que está confeccionado en una medida estándar, que sea cómodo. En un momento hice unas copas muy grandes para concelebración. Cuando trabajé el cáliz para el Papa, lo hice de la misma manera que el bastón de mando, recorrimos todo el país para que la gente pueda trabajar y ser parte. Después, lo que le puse fue su escudo papal, el de los jesuitas y cosas que tengan que ver con la vida y toda la historia de quien va a usar el cáliz.

 

 

―¿En qué estás trabajando ahora?

 

―Estoy haciendo las 'Rosas de La Paz', las fabricamos con material bélico de todos los países que hoy están en guerra, como Israel y Palestina. Conseguimos el material bélico de esos lugares, lo transformamos en materia de paz y hacemos unas rosas que se venden a beneficio de distintas causas, para sanatorios, hospitales, colegios y que hagan a la salud y a la educación del pueblo argentino

 

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