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Lo más vital, no más

El maravilloso mundo de las películas infantiles envolvió a los puntanos, que fueron arrullados al castillo de la emoción. 

Por redacción
| 07 de agosto de 2022
Melodías para el niño interior. El grupo de Buenos Aires fusionó humor y emoción en un bar de Nueva Orleans. Foto: Inés Cobarrubia.

La era de besar sapos fue reemplazada por la de encontrar pareja en Tinder; los príncipes de cabello engominado y capas relucientes cambiaron sus estilos por barbas tupidas, chupines y borcegos. Sin embargo, hay algo que perdura a través de boinas, camisas cada vez más descontracturadas e instrumentos alternativos, como el washboard (tabla de lavar): el jazz.

 

Paris Jazz Club pasó por la sala "Hugo del Carril" con su espectáculo “Jazz Cartoons”. El grupo de Buenos Aires hizo un repertorio con las canciones de las películas clásicas infantiles, que como ellos adelantaron, conectaron al público con su niño interior. La mayoría de las melodías fueron interpretadas en su idioma original, inglés, pero en algunas, a emoción del público, las combinaron con la versión en español.

 

Los gatos fueron los primeros en maullar pasadas las 21 de este viernes con “Everybody wants to be a cat”, de "Los Aristogatos"; unas luces rosas anunciaron la llegada de la siguiente canción que fue, por supuesto, “The Pink Panther theme”. Para el tema homenaje a Louis Armstrong, el inolvidable “What a wonderful world”, la escena se volvió un blanco y negro.

 

 La sala "Hugo del Carril" muy lejos había quedado ya, las butacas no eran tales sino más bien sillas de un rojo aterciopelado, acomodadas frente a una barra y que la Sirenita y su compañero, el cangrejo Sebastián, humedecían con sus colas y escamas al ritmo de “Under the sea” .

 

El escenario, uno anónimo de los tantos que hay en los bares jazzeros de Nueva Orleans, rebotaba con los pesados y punteros toques del contrabajo de Diego Lebrero. La gran ausencia, no explicada, de la noche fue la de la sexta integrante del grupo, la saxofonista Michelle Bliman, quien usualmente hace la voz de Blancanieves en “Someday my prince will come”.

 

Fue el pianista Sebastián Misuraca quien tomó la posta de la parte cómica del show, muy al estilo de Les Luthiers, para comparar a los príncipes de las películas con los hombres de la actualidad.

 

Los destacados aleteos de Santiago Ortolá en la batería ameritaron un solo a ojos cerrados pero a corazón abierto, el de su dueño. Los platillos y cajas, resignados pero complacidos, se sumían ante sus arrulladores toques para brindar uno de los momentos más especiales de la noche. Como el género que interpreta, el músico se mantuvo fuera de la zona de confort.

 

El show del viernes fue el primero que Paris Jazz Club hizo en la provincia luego de la pandemia; el quinteto vino a recordarle a los puntanos que afuera de las fronteras de la provincia hay un maravilloso mundo de castillos con muros altos hasta el cielo y juguetes que hablan.

 

La versión de “You've got a friend in me” de Iván Bursachi Bernasconi, quien salió a escena con el sombrero de vaquero utilizado por Woody, se robó varios suspiros emotivos que crecieron para cuando el éxito del filme “Coco”, “Un poco loco”, aterrizó en los oídos del público con una ilimitada identidad, al igual que el género al que llevaron los músicos la ranchera.

 

Demasiado pronto, a las 22:40, tocaron las campanas y el bar se convirtió en calabaza. La Sirenita volvió al océano, el vaquero al cajón de los juguetes y los puntanos al mundo real con un solo mensaje: “Busca lo más vital, no más, y olvídate de la preocupación”.

 

 

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