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Una ferretería manejada solo por mujeres

Casa Piscitelli abrió sus puertas en la década del '60. Solo vendían artículos para cloacas. Después ampliaron el rubro. Su dueña era empleada de Arquitectura e hizo una sociedad con su ahijada que hoy está al frente del negocio. La responsabilidad y el respeto por la clientela son sus banderas.

Por Johnny Díaz
| 26 de diciembre de 2022
En su salsa. Elida Nilda Escudero o "Ñatita", como le dicen sus clientes y amigos, al frente del mostrador. "Esta ferretería tiene 62 años de antigüedad y es la única manejada solo por mujeres". Fotos: Nicolás Varvara/Gentileza

Uno de los trabajos más antiguos y por lo general destinado a ser manejado por hombres es el de ferretero o empleado de una ferretería. Las ferreterías por lo general están ligadas al sector de la construcción y su crecimiento se debe al empuje que año a año tiene la obra privada o pública.

 

En ese contexto, en los 60, una ferretería abrió sus puertas impulsada por una mujer: María Carmen Piscitelli, continuada a la fecha por Elida Nilda Escudero, su sucesora en el rubro.

 

Casa Piscitelli se inauguró en los primeros años de la década del 60, cuando en la ciudad de San Luis comenzaba la construcción de la red cloacal.

 

 "Ñatita" Escudero. "Toda mi vida me dediqué al negocio".

 

 

María Carmen Piscitelli se dedicó a la venta de caños, codos, alargues, reducciones, herramientas por pulgadas y milimétricas, pegamento y todo tipo de materiales livianos para la construcción de la red cloacal, aunque no era lo único que vendía. Ella, empleada de la Dirección de Arquitectura de San Luis, manejaba como pocos el rubro y no tardó en ampliar su floreciente emprendimiento.

 

Elida Nilda Escudero, para todos "Ñatita", es su ahijada de bautismo y quien trabajaba en el negocio por la mañana y era la encargada de hacer el reparto a las obras en construcción a la siesta.

 

 Tía y sobrina. Junto a María Carmen en plena tarea laboral.

 

 

"Soy ahijada de María Carmen y llegué a esta casa siendo una niña, estudiaba en la escuela 'Paul Groussac' de la calle Maipú antes de Bolívar, mi directora era la señora de Ramírez y además atendía el negocio. Así me fui haciendo ferretera. Con mi madrina formamos una sociedad que se mantuvo en el tiempo y hoy podemos decir que Casa Piscitelli es una de las más antiguas y la única dirigida solamente por mujeres. Mi madrina ya no está, falleció a los 94 años, pero en todo momento está presente, siempre", dice "Ñatita" a modo de un sentido homenaje.

 

Elida, que también trabajó en Perfumería Vallejo en calle Junín frente a plaza Pringles, seguía estudiando, pero ahora en la escuela 'John Fitzgerald Kennedy', que funcionaba por calle Lavalle, en el predio de la escuela Lafinur. "Era una escuela técnica con salida laboral, una de mis maestras era Gina Andrada y la directora Anita Mazzola, enseñaban a bordar, tejer con agujas y en telares, hacer flores, sombreros, manualidades y muchas cosas más", manifiesta.

 

 El frente. La tradicional ferretería  está ubicada en Colón 1250.

 

 

“La historia del negocio comenzó en los años 1961 o 1962, no recuerdo muy bien, cuando mi madrina María Carmen, que vivía en esta casa con su madre y sus hermanos, decidió abrir sus puertas para la venta de artículos de ferretería", dice Elida Nilda que está al frente del tradicional comercio desde sus inicios.

 

Ella vio el negocio y transformó lo que era un dormitorio o sala de estar en un local comercial, hizo un entrepiso para un escritorio, pero en realidad eso nunca se usó como tal porque este emprendimiento era y es muy familiar sin ser familia”.

 

“Se comenzó con la venta de caños de hormigón y todo lo necesario para las cloacas que nos proveía la fábrica Scac. Uno de los primeros clientes fue el cloaquista Juan Adamek, un señor muy respetable y muy buen cliente. Recuerdo que en las siestas salía a entregar material a las obras en una camioneta Peugeot y después en una Ford F-100. Gracias a Dios nunca tuve problemas y jamás me faltaron el respeto, indudablemente eran otras épocas”, señala.

 

 2012. "Ñatita" festejando el Día del Amigo en un conocido restaurante de Colón y Las Heras de la ciudad de San Luis.

 

 

"Con el transcurrir del tiempo, mi madrina y yo armamos una sociedad y juntas trabajamos hasta que ella enfermó de cáncer. Murió en diciembre de 2014 a los 94 años, fue una pérdida muy grande y sentida, ella había perdido a su madre primero y después su hermana Amelia. Siempre hubo un gran respeto y cariño entre las dos, también está mi hermana Beatriz que nunca me dejó sola, y ahora mi sobrina María Carmen, que también es ahijada de María Carmen Piscitelli”.

 

"Ñatita", que cumplió 82 años el pasado 27 de noviembre, dice que nunca tuvieron problemas con quienes concurren al negocio o con los clientes. "Me considero una persona paciente, metódica y muy ordenada en el negocio, le dedico todo mi tiempo y sé dónde está cada una de las cosas que hay en las estanterías o en el depósito".

 

"Con el tiempo aprendí de medidas, milimétricas y por pulgadas, bujes, caños, reducciones, lámparas luces, artículos sanitarios, plomería, pinturas, mangueras, y pegamentos, a veces soy material de consulta para los que no conocen mucho del tema, nadie se va disconforme cuando entra al negocio”.

 

 Las dueñas. María Carmen Piscitelli y Elida Nilda, socias fundadoras de la reconocida ferretería de calle Colón.

 

 

A lo largo de sus más de 62 años comerciales, la ferretería tuvo tres empleados: "Jorge Suárez, que falleció hace unos años, Mario Gómez, de quien yo fui su madrina de casamiento, y Enrique ‘Tomy’ Muñoz, otro buen empleado y respetable persona que se retiró del negocio cuando se casó y se fue a vivir a la provincia de Buenos Aires. Conocía todo el movimiento del negocio. Además era locutor y tenía un programa radial muy escuchado. Los fines de semana pedía permiso para ir a ver a ‘sus bandas’. Siempre lo recordamos con afecto, muy familiero y como empleado era brillante. A mi madrina le decía ‘mi jefa'".

 

Elida evoca momentos lejanos en el tiempo, pero muy ligados a la vecindad y la amistad. "Siempre nos juntamos para festejar el Día del Amigo entre todos los del barrio. Por aquellos años los vecinos eran Marcelino Grillo y su familia; el bar de don Pedro Fernández, casado con Aidé Amieva y su hijo Perico; Rosa de Aversa, madre de Luis y de ‘El Gringo’;  Tulio Petraco y su esposa Catalina; la familia Sangla y su esposa Antonia; la panadería de Carlos Odicino; Gina Andrada. Al lado estaba el negocio de Alfredo Enrique Morel casado con Ana Odicino; la farmacia de Francisco Randazzo; la gomería de Ramírez y el local vecino al nuestro es propiedad de Armando Ribeiro, o de la firma Ribeiro, que la usaban de depósito comercial. Y acá al frente el histórico y querido Club Pringles”.

 

 Históricas. Elida Nilda, María Carmen, Beatriz y "Albita", la mascota de unas vecinas de las mujeres ferreteras.

 

 

Eran otros tiempos cuando la ferretería abrió sus puertas, la ciudad tenía otro tipo de movimiento comercial y social. Con el correr de los años, todo cambió y el negocio manejado por mujeres no fue ajeno a robos o hechos de ratería, aunque nada grave.

 

“Una vez asaltaron a mi madrina entrando por los fondos y se llevaron varias cosas, sobre todo dinero. Yo llegaba en ese momento, mi madrina me gritaba: '¡Andate que hay ladrones!' y me repetía: '¡Andate que hay ladrones!'  Salieron corriendo por el fondo y por arriba de los techos, nunca los atraparon".

 

"En otra oportunidad, un muchachón entró a la siesta y se llevó el dinero de la caja y algunas otras cosas. Salí en la moto a buscarlo, pero fue imposible, también hemos sufrido robos menores de gente que entra y se roba lo que está a la vista, pero bueno, una está expuesta a eso”.

 

Finalmente dice: "He pasado mi vida al frente del negocio, no me gusta atender fuera de horario, lo hago solo en caso de emergencias o cuando es un cliente, ya la gente nos conoce y nos respeta mucho. Tengo muy buenas relaciones con mis colegas y con mis clientes, que son la base de este negocio".

 

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