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Volver al aula: tienen más de 60 y se animaron a estudiar un oficio

Desafiaron sus temores y se inscribieron a los cursos y tecnicaturas a través del Programa Adultos Mayores.

Por redacción
| 05 de abril de 2021
La mejor asistencia. Jorge y Gloria contaron que sus nietos los ayudan. Foto: Luciana Iglesias.

Tener más de 60 años y volver a las aulas puede ser una tarea difícil, pero no imposible. Así lo confirman los alumnos y las alumnas que hace poco comenzaron a estudiar en la Universidad de Oficios (UPrO) "Eva Perón", luego de que la institución firmara un acuerdo con la Municipalidad para que los adultos mayores tuvieran la chance de elegir una carrera. Estos hombres y estas mujeres aseguraron que para ellos y ellas significa una segunda oportunidad y son testigos de que para hacer realidad un proyecto tan anhelado la edad no es un factor que pueda limitarlos.

 

Miguel Belviso tiene 62 y ejerce como psicólogo desde hace muchos años. Hace poco comenzó a sentir que necesitaba sumar una actividad diferente a su vida. Una de sus pasiones es producir alimentos y por eso decidió anotarse en cocina nacional e internacional, una especialización que dura 8 meses. "Para mí, cocinar es una forma de dar amor, me gusta mucho. De hecho, a veces hago dulces, lo que me sirve para la economía también porque son tiempos muy difíciles. Pero tener un estudio te permite pensar en algo más grande, como poner un restaurante o tener tu propio negocio, cosa que a nuestra edad ya casi que no es posible", dijo.

 

Tener más de 60 es sinónimo de descarte. No es un estigma, es la realidad. A nosotros nos toca y nos duele (Jorge Emed)

Cuando tomó la determinación, se encontró con que los cupos en la universidad estaban llenos. Eso lo desanimó, pero al tiempo surgió el acuerdo entre la UPrO y la Comuna, y tuvo su revancha. "Al principio creí que me iba a costar; comenzar de nuevo era todo un tema, pero lo pude hacer. En el caso de cocina, ya estamos con las prácticas. Recuerdo que el primer día fui bastante asustado porque era a las 8 de la mañana. A mí no me pesa tanto eso pero no sabía cómo iba a ser estar con gente más joven. Pensé que me iba a costar integrarme y que sería difícil la modalidad de estudio, pero no fue así, los profes que están ahí son muy piolas, trataron de integrarme y respetar mis tiempos. Desde que inicié la primera clase me ayudan a ordenarme".

 

Miguel sostiene que esta nueva chance renovó sus ganas de intentarlo una vez más y de demostrar que los adultos mayores pueden cumplir con cualquier función, a pesar del mensaje social que los posiciona como personas poco activas. "No hay un límite de edad para hacer lo que uno quiere, aunque en esta sociedad cuando sos jubilado o estás por serlo, te jubilan de todo. Cuando vas a buscar un trabajo ven tu edad y consideran que no sos útil. La energía de los chicos es muy buena, tienen buen humor y eso te incentiva. Pero nosotros podemos brindar la experiencia. Si vos querés aprender, no importa lo otro", aseguró.

 

Jorge Emed tiene 61 años y es un futuro gasista matriculado. El alumno del curso que también dura 8 meses coincidió con Miguel y aseveró: "Tener más de 60 en la actualidad es sinónimo de descarte y eso no es un estigma, es una realidad, existe. A nosotros nos toca y nos afecta. Yo no sé si es por la comunidad, el avance de la tecnología o lo que sea, pero si a esta altura no acomodaste la carga, tu futuro es incierto", reflexionó.

 

Emed dejó de estudiar hace 40 años y confesó que cuando se animó a "agarrar los libros" tuvo muchos miedos y prejuicios. "Uno tiene reticencia a arrancar algo, te da cosa, pensás que te van a decir algo que no te gusta o que venís a molestar, que sos un estorbo. Pero después te das cuenta que no es así. De hecho, creo que tendría que haber más personas de nuestra edad estudiando".

 

También expresó que para él, "empezar una carrera moviliza todo. Capaz que lo que más te jode es hacerlo, ir a cursar. Pero cuando podés aplicar el conocimiento que te deja haber hecho changas toda tu vida de una forma distinta y con un título, es otra cosa. Nosotros salimos matriculados, lo que no es poco: el Estado está garantizando que vos servís para algo", destacó.

 

Creo que para mí y para todos los adultos significa una gran oportunidad que no hay que desperdiciar (Gloria Villegas)

Este camino no lo transita solo. Jorge estudia con su compañera, Gloria Villegas, quien se prepara para ser una profesional de la imagen personal. Ambos se acercaron al Programa Adultos Mayores y apostaron por la universidad pública. "Creo que para mí y para todos los que somos grandes es una oportunidad que no hay que desperdiciar. Como adultos tendemos a quedarnos en nuestra casa, quietos, pero hay que salir y hacer cosas. No podemos postergar más nuestros sueños, todavía tenemos edad para hacerlo. Y qué mejor cuando una institución te abre las puertas para concretarlo. Nosotros tenemos metas y objetivos. Estoy muy agradecida al Programa de Adultos Mayores, a la señora Eva Ojeda y al señor Peláez porque nos asisten y nos acompañan muchísimo", comentó.

 

Gloria contó que eligió esa opción académica porque es uno de sus anhelos de juventud. "Costó que llegara, pero lo importante es que puedo hacerlo ahora. Me gustaría tener mi propio salón, armar un emprendimiento. La verdad es que estoy muy emocionada, pero sobre todo feliz".

 

Tanto ella como su compañero resaltaron que es difícil congeniar con la tecnología en muchas oportunidades, sobre todo a la hora de usar las plataformas de la UPrO. Pero contaron que tienen ayudantes especiales que les dan una mano: sus nietos. Tienen seis y los más grandes los guían cuando las cosas se complican. "Son muy genios. Ellos vienen, te dicen tal y tal cosa y en dos minutos lo resolvieron. A uno le cuesta más captarlo en el momento", señaló Jorge.

 

Los flamantes estudiantes de la institución remarcan que esta chance no solo les permitió darle marcha a una actividad que hace años estaba inactiva, sino que además puede brindarles una salida laboral distinta, algo que —aseguraron— no pensaban que iba a ser posible a esta altura de sus vidas. Por ejemplo, Jorge Medaglia se desempeña en el laboratorio de una fábrica desde 1989 y cuando se anotó en carpintería comenzó a soñar que quizá más adelante pueda trabajar con la madera. "Tengo 62 y nunca antes había pensado en hacer algo así, fuera de lo laboral, pero me encantaría ponerme de lleno; espero poder terminar la cursada. Cuando uno se jubila o se retira nunca está de más tener un oficio. Me dio mucha alegría saber que podía inscribirme y quise aprovecharlo. No es común que se den estas oportunidades, y menos en universidades. Sé por familiares que están ahí, que han estudiado y les ha ido muy bien", indicó. Esta semana será su turno para arrancar con las clases y el comienzo lo tiene entre nervioso y feliz. "Es algo que te llena de emoción, algo inesperado, porque si bien yo hago cursos por mi trabajo, porque me los solicitan, esta vez es algo que yo elijo, es distinto a lo laboral".

 

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