SAN LUIS - Domingo 05 de Mayo de 2024

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La cría caprina también tiene un abordaje desde lo social

El Ministerio de Producción ya realizó reuniones en La Bajada y Potrerillo, en busca de que los productores trabajen de manera asociada y puedan expresar sus necesidades.

Por Marcelo Dettoni
| 07 de marzo de 2021
Confesiones. La veterinaria Romina Escudero conduce un tramo de la reunión en el que los productores dijeron sus necesidades. Fotos: Revista El Campo- Prensa Ministerio de Producción.

El norte de San Luis es, históricamente, la región de mayor desarrollo de la cría caprina, donde se encuentra la concentración más importante de majadas y donde tiene puesto el foco el Ministerio de Producción para tratar de sostener la actividad, lo que implica a la vez promover el arraigo rural de sus pobladores. Influyen varios factores, más allá de la tradición cultural que se transmitió de generación en generación.

 

Uno es la geografía, con parajes distribuidos en las alturas serranas, en medio de caminos difíciles, pedregosos, plagados de arroyos que bajan con fuerza durante las lluvias estivales, con suelos que no son aptos para la agricultura tradicional, ni siquiera para poder tener las pasturas suficientes que sirvan como alimentación. Otro es la composición social, con familias muy humildes que encontraron en las cabras la posibilidad de tener una economía familiar que les asegure un ingreso mínimo de subsistencia. Y finalmente cuenta la lejanía de los centros urbanos, lo que hace muy difícil desempeñar otro tipo de actividades que no sean los trabajos en el campo, por lo que también requieren un sostén a la hora de comercializar.

 

Con estos datos en la mano y el conocimiento que tienen sus técnicos, ya que visitan regularmente los parajes ubicados en los departamentos San Martín, Ayacucho y Junín, que son los que tienen la mayoría de las cabezas caprinas de San Luis, el Ministerio de Producción decidió desplegar un proyecto para potenciar la cría de estos pequeños rumiantes a partir de un trabajo de base que no solo incluirá capacitaciones técnicas y visitas de orden sanitario, sino que también contendrá un aspecto hasta ahora poco difundido: un fuerte apoyo en el ámbito social a partir de la incorporación de una antropóloga en cada viaje a estas regiones para acompañar la necesaria presencia de los veterinarios y el resto de los funcionarios involucrados, que conocen y asesoran sobre temas básicos como la comercialización y el blanqueo de las actividades.

 

Queremos hacer un abordaje integral, escucharlos y ver cómo poder ayudarlos en el mediano plazo (Oscar Cheratto, Ministerio de Producción).

Se trata de un plan integral, que va más allá de controlar la brucelosis o hacer un relevamiento socioambiental para mejorar las condiciones de vida de la población rural y ver si le falta una pantalla solar o una heladera. Esta vez la cartera que conduce Juan Lavandeira fue más allá, para tratar de conocer en profundidad qué piensa y cómo desarrolla sus actividades el criador caprino del interior profundo de San Luis.

 

Por eso en las dos regiones de influencia que decidió atacar con esta cobertura estuvo en la charla preliminar NuritBernatan, una antropóloga que vive en Carpintería y que está además empapada en el tema de la cría caprina, ya que algunos de sus aspectos básicos fueron el tema de su tesis de grado, que incluyó también un recorrido por la ley caprina nacional, que otorga beneficios a los productores a partir de un intenso trabajo de la Unidad Ejecutora Provincial, que es la que canaliza los fondos y, en cierta medida, también está involucrada en el proyecto.

 

Los dos focos en los que el Gobierno decidió fortificar la cría caprina son el noroeste, donde sostuvo un encuentro con productores de La Bajada y su zona de influencia que abarca a Quines y Candelaria; y el centro-norte, con base en Potrerillo, en el departamento San Martín, hasta donde acercó también a un grupo de productores de Los Comederos y San Fernando, dos parajes cercanos a Paso Grande. “Serán las pruebas piloto a partir de las cuales sacaremos las primeras conclusiones para ver cómo ampliamos el área de cobertura, de entrada no queremos abarcar más de lo que podemos. Vamos acumulando experiencia a medida que avanzamos”, contó Agustín Martínez, jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, quien participó del encuentro en La Bajada.

 

Quien coordina las acciones es Oscar Cheratto, jefe del Subprograma Producción Pecuaria, mientras que la parte técnica está a cargo de la veterinaria Romina Escudero, quien conoce en profundidad a la mayoría de los productores ya que trata con ellos todo el año; en tanto que Bernatan, según explicó, hará “un abordaje desde lo humano y lo social” y sin dudas es el eslabón más novedoso en un universo como es el de la cría caprina que la revista El Campo abordó ya en innumerables oportunidades desde el resto de las actividades, cubriendo charlas, sangrados y ferias.

 

En Potrerillo, adonde este cronista accedió, luego de un duro paseo por las alturas con el minibús de Producción para recoger a los productores de Los Comederos y San Fernando, abrió el juego Cheratto, un conocedor del paño, que sabía con qué se iba a encontrar: productores reservados, de pocas palabras, desconfiados, prestos a contar sus penurias y ver qué pueden conseguir de parte del Estado.  Por eso fue sintético, eligió cuidadosamente las palabras y luego le cedió el protagonismo a la antropóloga.

 

Son productores con no más de 70 cabras, que privilegian los kilos por sobre tener una cría al año. Los dejan sin destetar hasta muy grandes.

“Nosotros podemos ayudarlos a hacer un servicio estacionado, a que no mezclen las razas, en la preñez y el parto, en el saneamiento y en los aspectos comerciales, pero no alcanza. Queremos ayudarlos en otros aspectos que involucran sus sentimientos y lo que viven junto con sus familias”, dijo el funcionario antes de dejar paso a la exposición de las dos mujeres.

 

Escudero, a quien se le nota la familiaridad con los productores y sus familias, que la respetan por su trabajo a campo, su don de gente y sus ganas de ayudarlos en todo (“Antes no venía nadie”, fue el elogio a coro), apuntó a que la reunión tenía la finalidad “de conocernos más y hacer más próspera la cría de cabras”. Nurit, con la clara intención de hacer que se suelten, motivarlos a hablar e incluir a todos, fue directo al grano. Marcador indeleble en mano, puso una pizarra y largó la primera de varias preguntas que involucraban a todos: “¿Qué expectativas tienen?"

 

El resultado fue más que satisfactorio, porque comenzaron a escucharse una diversidad de voces, aunque con una salvedad que fue difícil de solucionar: costó la amalgama entre productores de una zona y la otra. Se sentaron en sectores separados de la larga mesa que preparó el anfitrión Roberto Funes, uno de esos personajes indispensables para la organización de cualquier grupo productivo, incansable defensor de sus vecinos, colaborador con los funcionarios, conocedor como pocos de la idiosincrasia de la zona y de las teclas que hay que apretar para que todo funcione como espera el Ministerio.

 

“Es complicado lograr la pertenencia a un grupo, para eso estamos nosotros”, reflexionó Cheratto sobre esta cuestión inherente a la composición social en las pequeñas comunidades rurales, para agregar que “es difícil revertir la necesidad que tienen de contar sus propios problemas en lugar de hacer una puesta grupal”.

 

Tras las presentaciones de rigor, de a uno y exhibiendo por qué estaban ahí y qué esperaban, comenzaron a salir a la superficie necesidades como contar con más genética, conseguir una simplificación en los trámites que deben hacer para mover las majadas, ayuda para mejorar la preñez y los partos ya que los cabritos salen flacos y se mueren seguido, forraje para las épocas de sequía, que son cada vez más seguidas y poder tener un botiquín sanitario, algo en lo que todos estuvieron de acuerdo como necesidad más acuciante. “Además, en el campo estamos quedando solo los viejos, los jóvenes se van…”, aseguró un productor de Las Vertientes; mientras que otro apuntó a que “con los planes sociales se gana más que trabajando la tierra, por lo que cada vez somos menos…”. A pesar de que la cría caprina es culturalmente una actividad que en muchas familias se reserva a las mujeres, una sola estuvo en la reunión, Silvia, quien apuntó a la falta de buenos corrales, lo que lleva a un resultado deficiente en cuanto a kilos de carne para comercializar.

 

La Bajada. En ese paraje se llevó a cabo la primera reunión del nuevo proyecto que busca potenciar la cría caprina en el norte.

 

Así, Bernatan pudo sacar las primeras conclusiones: “Es necesario consolidar el grupo, vencer obstáculos a partir de escucharse, colaborar con las necesidades que no tienen que ver con la cría caprina, como por ejemplo la salud y el transporte”, enumeró mientras todos asentían, ya metidos de lleno en la charla. En lo estrictamente relacionado con la cría, concordaron en que falta manejo reproductivo y asesoramiento técnico. Los más veteranos hablaron con añoranza de los años 80, cuando había fondos rotatorios, fuerte presencia del INTA, silos comunitarios y asesores estatales.

 

Al ver que la antropóloga conoce de cría caprina, el vínculo se hace más estrecho rápidamente. Entonces surge que en la zona funcionan mejor las razas de carne o mixtas como la Anglo Nubian y la Boer, y no tanto la Saanen, que es lechera, por la falta de forraje.

 

Tras el ejercicio en la pizarra, colocó un mapa de la zona y los invitó a pasar "al frente" para marcar dónde vive cada uno y con cuántas cabras cuenta, además de dejar constancia de otros animales a partir de figuritas dibujadas al estilo jardín de infantes. Primero ubicaron la escuela como referencia ineludible y luego las aguadas con un entusiasmo notable y ya compenetrados con el ejercicio. Quedó claro que ninguno tiene cultivos, aunque sí varios cuentan con una huerta para autoconsumo.

 

Era el momento ideal para que el funcionario provincial plantee la posibilidad de lograr una formalización de la actividad, que es uno de los objetivos que irán madurando de a poco entre todos. Sugirió la posibilidad de tener personería jurídica para tramitar beneficios e hizo una lista con quienes tienen ya el Renspa y quienes no, que eran mayoría. “Es gratis, hay que hablar al Senasa y los va a ayudar, porque también se beneficia si ustedes les comunican sus existencias. Nosotros podemos ayudarlos”, deslizó Cheratto, quien incluso tiene un recurso más que interesante y se los planteó: “Cuento con semillas de sorgo forrajero, ideal para hacer unas cinco hectáreas y tener algo de diferido para las épocas más duras del invierno. Se puede hacer en un lote que sea comunitario”.

 

En el cierre, Nurit tiró otra pregunta que muestra que este proyecto intenta un abordaje integral. “¿Qué los hace felices más allá de las cabras?”. Tras mirarse unos y otros con cierta perplejidad, concluyeron en que “el campo” era la respuesta más acabada. Y ya no hizo falta más que delinear algunos pasos a seguir. Romina los visitará a todos una vez por mes y tratarán de seguir aunando coincidencias en pos de un objetivo común. La semilla estaba plantada, ahora hay que cuidarla para verla crecer.

 

 

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