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El mandato de belleza como un mecanismo de opresión

La imposición de estereotipos, a través de un modelo de mujer único, homogéneo e irreal, conforma un dispositivo de disciplinamiento y alienación que es ejercido con violencia.

Por Florencia Espinosa
| 09 de marzo de 2020
Activismo. Con "Mujeres que no fueron tapa" hacen un "hackeo de estereotipos" con actividades en las escuelas.

Ser linda. Ese mandato que deben cumplir las mujeres casi al nacer y que, según dicen, abrirá la puerta para cumplir los demás mandatos que impone la sociedad: un gran amor, hijos, una carrera exitosa. Aquello que en los cuentos de princesas aparecía como un gran don en la actualidad representa una obligación, algo que hay que cumplir a rajatabla, por las buenas o por las malas. Porque si la belleza hegemónica no se posee, se consigue: con intervenciones, exponiendo el cuerpo, gastando horas del día en tratamientos estéticos. Lala Pasquinelli, autora del proyecto “Mujeres que no fueron tapa”, desde donde interpela a la sociedad para “hackear” estereotipos, asegura que el mito de la belleza tiene un gran trasfondo político y funciona como un dispositivo de disciplinamiento y opresión.      

 

“Busca alienarnos de nuestras potencias política, creativa y vital. Cuando vos estás sola adelante de un espejo sintiendo vergüenza por ser gorda, por tener celulitis, por ser vieja o no ser lo suficientemente blanca, o porque tu cuerpo no tiene la forma adecuada, y estás ocupada en eso, tu energía se está drenando ahí y se va drenar en todo lo que vos intentes hacer para encajar en ese modelo y no en ponerte en conversión con otras para cambiarlo”, explicó Pasquinelli. La mujer es artista visual y comenzó con su proyecto a raíz de un análisis de tapas de revistas, en el cual encontró que allí aparecía solo un modelo de mujer, único, idéntico e irreal. “Cuando sentimos que como estamos no está bien, por una práctica o por nuestro cuerpo, tiene que ver con la existencia de un modelo que se nos aplica a todes, un modelo único, homogéneo, que nos dice qué es ser mujer, qué es ser varón. Por fuera de esos modelos no hay ninguna otra posibilidad de visibilidad o de existencia feliz, porque para ser feliz y acceder a todo lo que nos hace feliz hay que encajar en él”, expresó, en referencia no solo a los estereotipos de belleza sino también a la forma de vida socialmente impuesta. 

 

Brenda Mato, modelo plus size y activista gorda, definió a los estándares de belleza impuestos como uno de los “mayores pilares de violencia contra los mujeres”. “A los cuerpos que somos leídos como femineidades se nos vende que a lo único que podemos aspirar en nuestra vida es a ser lindas, porque ser lindas nos garantizará todo. Ahora, qué pasa cuando no podés aspirar a esa belleza que nos venden. Porque si tu único objetivo de vida es ser linda, de una sola forma, y no coincidís con esos estándares, ¿qué valor tenés? Es muy importante que nos empecemos a cuestionar estos estándares impuestos de la belleza como obligación”, declaró.

 

 

 

Además del interés político, hay un beneficio económico que surge de sostener este modelo.

 

 

 

¿Por qué el mensaje es tan fuerte cuando son la gran mayoría quienes no están incluidos en él? Además del interés político también hay un beneficio económico que surge de sostener este modelo. “Hay muchas industrias, de la moda, de la estética médica, que son hipermillonarias, que mueven miles de millones de dólares en el mundo y que se alimentan de esta idea de que vos necesitás intervenir tu cuerpo o consumir estas cosas para parecerte a este modelo de mujer visible que te va a dar la supuesta felicidad”, relató Pasquinelli.

 

Además, explicó que el estereotipo de mujer cuenta con tres grandes patas: la preocupación por la búsqueda del amor, ya que desde que somos niñas se nos cuenta que vamos a ser felices y nos vamos a sentir completas cuando seamos elegidas y amadas por un varón; la maternidad, al considerar a una mujer plena cuando se convierte en madre; y el culto a la apariencia: “No solo somos tratadas como objetos por el sistema sino que somos nosotras mismas las que estamos dispuestas a ser tratadas como objetos. Cortar nuestros cuerpos para meter cosas adentro, mutilándonos, interviniéndolos, es violencia. Y somos obligadas a esto a través de mecanismos muy sutiles”.

 

El mandato de la belleza de por sí es violento, no solo porque expone a nuestros cuerpos a prácticas invasivas, sino porque para aquellos que no encajan hay una penalización, que incluye un señalamiento propio y hacia otras personas. “Genera violencia de nosotras mismas hacia las otras, señalando lo que sobra, lo que falta, lo que no está bien”, manifestó la comunicadora. “Está atravesado por la clase, la raza: lo que se nos indica como lo bello es una piel blanca, rasgos eurocéntricos, ojos claros, pelo lacio y rubio. No es casual, eso tiene una identificación con una clase social”, agregó.

 

Los mensajes, hoy por hoy, cada vez son más intensos. Según explicó Pasquinelli, hay teorías que afirman que mientras más auge toma la lucha por los derechos de las mujeres, mayor es la opresión a través de la imposición de belleza. “En su libro 'El mito de la belleza', Naomi Wolf sostiene que cada vez que las luchas de las mujeres por el acceso a los derechos se intensifican, la exigencia por la apariencia y por encarnar este modelo de belleza se hace más exigente y más cruel. Los últimos años, con los avances que hemos dado en la lucha por nuestros derechos, tienen como contracara la insistencia y la violencia cada vez más manifiestas para imponer alinearnos en la apariencia”.

 

 

Línea 144 - Atención a víctimas de violencia de género

 

Es gratuita, anónima, nacional y disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.

 

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