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La apicultura renueva sus expectativas

La mayoría de los apiarios ya empezó con la recolección y espera una campaña “normal”. El precio de exportación subió pero no al ritmo de los costos.

Por Juan Luna
| 05 de enero de 2020
Números que valen. En San Luis hay más de 30 mil colmenas y el rinde es de 32 kilos por año. La actividad fue creciendo en los últimos años, pero siempre depende de la exportación. Fotos: Héctor Portela y Prensa Inta.

Son tiempos de definiciones para la apicultura argentina. A finales de un año y comienzos de otro, se concentra el comienzo de la cosecha de miel en la mayor parte de la provincia de San Luis, aunque cada región y hasta cada establecimiento manejan sus propias fechas.

 

Con el reciente cambio de manos del gobierno nacional, las nuevas medidas de retenciones y los vaivenes en las variables económicas, llega un momento clave para un rubro que busca un despegue que se hace esperar.

 

El 2019 había comenzado con buenas expectativas, pero terminó siendo bastante dispar para el negocio de las abejas. El gráfico de evolución de los precios, publicado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, muestra que hasta hace muy poco el valor de la miel estuvo estacionado entre los 67 y los 70 pesos (por cada tambor) en el país. Recién en las últimas semanas del año el número subió hasta coquetear con los 100 pesos, lo que trajo alivio.

 

Las primeras exportaciones de los apicultores puntanos confirman que las cotizaciones están en esa órbita. Los productores reconocen que hay una mejora importante, pero que todavía los precios son bajos para los márgenes que se manejan de costos y rentabilidad. 

 

“Con las continuas devaluaciones creíamos que iba a subir la miel, pero si se lo ve en dólares no está tan bien el precio”, opinó Enrique Careaga, un apicultor de la zona conocida como Colonia de los Manantiales, muy cercana a Villa Mercedes.

 

Es que alrededor del 95% de la miel que se produce en la Argentina tiene como destino la exportación. Con un consumo interno muy limitado, debido a la poca costumbre que tienen los ciudadanos locales de utilizarla como complemento en la dieta, los valores que se pagan a granel son manejados por los mercados internacionales.

 

Según el Registro Nacional de Productores Apícolas (Renapa), promovido por el Ejecutivo nacional, hay 23.000 personas inscriptas en la actividad, que ostentan un total de 3.016.488 colmenas y 36.852 apiarios en el territorio argentino. Claro, hay también informales.

 

Asimismo, las cifras oficiales daban cuenta de que hasta el noviembre pasado se habían exportado 62 mil toneladas de miel, con cuatro empresas que nuclearon más del 60% del volumen despachado. Porque la mayor parte de los apicultores son pequeños productores que realizan el oficio como un complemento de alguna otra explotación principal, como puede ser la ganadería.

 

 

 

Es por eso que las abejas no terminan de ser un rubro del todo rentable y en la mayoría de los casos se sustenta gracias a la presencia de cooperativas que les permiten a sus integrantes disminuir el valor de algunos insumos, pero principalmente lograr las cantidades necesarias para vender su producción al extranjero.

 

“La realidad es que los costos han subido más que el precio”, sostuvo el hombre, que además de tener su propio establecimiento, es asesor técnico de un grupo de Cambio Rural y docente de la materia en un colegio de Justo Daract. Explicó que entre la inflación y el aumento del dólar, se dispararon los gastos en combustibles y otros materiales que son necesarios para llevar adelante la producción.

 

Pero hay un aspecto positivo que también pesa en la balanza de los resultados del año que terminó. Y es el incremento, sin prisa pero sin pausa, del consumo interno. Gracias a iniciativas como la “Semana de la Miel” han logrado difundir más los múltiples beneficios del alimento que producen las abejas.

 

“Todos los años vemos cómo se incrementa el consumo, lo notamos en la gente, en los vecinos, en la familia. Todos cada vez preguntan más y buscan su frasco. Y esta campaña nos ha ayudado muchísimo”, expresó. De hecho, la Cooperativa Apícola Río V, una asociación que también integra Careaga, tiene el proyecto de poder ingresar al Registro Nacional de Productos Alimenticios (RNPA) y obtener la habilitación necesaria para poder distribuir sus envases y su marca libremente en el mercado interno.

 

Al mismo tiempo, la Feria de Pequeños y Medianos Productores que organiza el Gobierno de San Luis se ha convertido en un canal de venta muy importante para los apicultores de diferentes puntos de la geografía puntana y les ha permitido entablar un contacto cara a cara con los clientes, para poder explicar, entre otras cosas, cómo reconocer cuando la miel es pura y las diferentes variedades que hay en San Luis.

 

 

Tiempo de cosecha

 

Más allá de los precios y los vaivenes del mercado, hay un factor que es fundamental para definir el futuro inmediato de las colmenas: el clima.

 

Y la sequía, que tanto daño genera en la agricultura y en la ganadería, también impacta en los apiarios. “Cuando faltan lluvias, hay flores pero no tienen néctar. Por ejemplo, algunas de las plantas más importantes para la producción, como los melilotus, los tréboles o la alfalfa, uno las ve con floración pero la abeja no puede sacar mucho”, contó.

 

Esa falta de agua puede disminuir un poco los rindes, pero por suerte las precipitaciones empezaron a reactivarse en las últimas semanas en varias regiones de la provincia.

 

Hay un factor que Careaga percibe en esta campaña como atípico, y es la gran presencia de vientos intensos. Eso, explicó, afecta al funcionamiento de las colmenas, porque los insectos recolectores tienen que esforzarse el doble para volar por el campo y realizar su trabajo. “Por lo general, todos los años los vientos empiezan a irse entre agosto y septiembre. Pero ahora se han expandido mucho”, reconoció.

 

Sin embargo, el productor sostuvo que las variables son muy diferentes para cada rincón del territorio puntano. Así, mientras en su establecimiento empieza a conseguir las primeras cosechas entre la Navidad y los primeros días de enero, hay otros que ya han sacado miel y con muy buenos resultados, principalmente en las zonas de monte.

 

En San Luis hay más de 30.000 colmenas en producción, que se esparcen desde los bosques nativos del Valle del Conlara hasta el sur provincial, donde la ganadería, que es el complemento ideal de la apicultura, gana más espacio. El promedio general que se registra en suelo puntano ronda los 32 kilos por colmena por cada año, un número que intentan superar con sanidad, genética y prácticas de manejo.

 

Aunque todavía quedan varios meses intensos de trabajo de recolección, los apicultores puntanos aspiran a tener una campaña “normal” y sacarle el máximo fruto posible a su miel. Están preparados, como las abejas que buscan el néctar.

 

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