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A más maní en San Luis, más controles del Estado

Las inundaciones en Córdoba hicieron que muchos productores se trasladen a la provincia, donde hay una ley para velar por la salud de los suelos productivos.

Por redacción
| 30 de julio de 2017
Arrancado. Antes de comenzar se implantó trigo al voleo para hacer la cobertura.

San Luis se ha vuelto una plaza muy importante para la producción de maní. En esta campaña, la superficie sembrada aumentó de una media de 13 mil hectáreas a más de 17 mil ya que los campos de la provincia limítrofe de Córdoba, tradicional productora, sufrieron inundaciones que hicieron imposible la siembra.

 

Pero con el crecimiento vienen otros desafíos. El maní es un cultivo que requiere de muchos cuidados para evitar voladuras de suelos. Hay una normativa que establece que deben presentarse planes de manejo elaborados por ingenieros, en los que hay que incluir la rotación que harán en los campos en cada campaña, la incorporación de cultivos de cobertura y cuantificar la cantidad que se sembrará. Esos son algunos de los requisitos, sin embargo cada técnico deberá determinar qué acciones son imprescindibles según las características de los establecimientos.

 

Aunque en algunos campos todavía falta trillar, uno de los asesores que maneja grandes extensiones en San Luis, Gustavo Del Bosco, aseguró que los rendimientos son mejores de lo esperado y que el tiempo acompañó bastante, con rindes que superan las cinco toneladas por hectárea, siempre dependiendo de la zona.   

 

“Hemos tenido algunos problemas de piso, es decir que por las intensas lluvias y la posterior elevación de las napas no pudimos ingresar con la maquinaria para terminar de recoger el maní. No llegamos a sufrir inundaciones como en Córdoba pero sí, hacía el sur de San Luis, estuvo complicado, lo que retrasó la tarea que finalmente estaremos terminando en los próximos días”, detalló el ingeniero.

 

La campaña 2017 vino con algunas demoras, pero al parecer no se trata de nada preocupante. Pronto estará concluyendo la cosecha, que dará como destino final del cultivo distintas plazas del extranjero que en general son productores de derivados del maní. “Habitualmente la cosecha comienza a mediados de abril y termina a fines de julio. Creemos que para este año habrá demoras para terminar de recogerlo. El mes en el que generalmente se empieza a levantar el maní está ligado a la llegada de las primeras heladas, cuando la planta deja de crecer por ser un cultivo de verano, tiempo en el que se da su mayor desarrollo. En maní buscamos tener el grano lo más grande que se pueda, por eso se deja hasta el último día de calor. Para esta campaña atrasamos la cosecha, recién la comenzamos en mayo”, aseguró Del Bosco. .

 

Como cualquier otro cultivo, el maní tiene sus particularidades. “Para la cosecha se hacen dos labores: la primera es la del arrancado. Ahí se saca la planta de abajo de la tierra para dejarla en la superficie. Luego hay que esperar que se seque. Eso demora alrededor de 30 días. Una vez que está listo se comienza a levantar. Los tiempos entre una tarea y otra van a depender de las condiciones del clima, principalmente de la humedad", puntualizó, y agregó que el proceso de secado requiere de extremo cuidado, principalmente para no perjudicar el estado de los suelos. “Además, en invierno los días son más cortos, por lo que tenés menos tiempo de secado. Este otoño tuvimos precipitaciones superiores a la media. Hubo jornadas en las que sólo pudimos trillar dos horas por día. El secado nos llevó hasta un mes y medio en algunos campos”.

 

“Es ley que al momento de arrancar con el primer proceso que pide levantar el maní, es necesario implantar un cultivo de cobertura, como centeno, avena o trigo. El tiempo es un factor determinante. Si el secado se demora, la pastura va a verdear y comenzará a generar humedad, lo que pondrá en peligro la llegada a buen puerto de uno de los procesos que asegura la calidad del maní”, dijo Del Bosco, quien vela por cumplir la normativa que la provincia impone para cuidar la estructura de esos suelos productivos.

 

Pero hay otras posibilidades según el ingeniero agrónomo: “Puede pasar lo opuesto. Tener un año con condiciones secas que dilaten la incorporación de la protección de los suelos y correr el riesgo de que queden pelados o poco cubiertos. Esos son los riesgos de hacer maní”, dijo con cierto placer por el desafío en el que se ve sumergido durante cada campaña.

 

De todas maneras esa no es la realidad en San Luis. “Desde hace dos años venimos con el problema del desarrollo temprano de los cultivos de cobertura. Las complicaciones están a la orden del día y son causadas principalmente por el agua y el poco sol que han tenido ambos otoños. Como única estrategia lo que podemos usar es tratar de ajustar la densidad de siembra como para evitar que cubra muy rápido el suelo y el aporte de humedad sea al menos controlado”, aseguró Del Bosco.

 

“Los rendimientos han estado por arriba de años anteriores, salvo en ciertos lotes encharcados donde la cosecha ha sido difícil. Hablamos de picos de hasta 5.000 kilos y de promedios que rondaron entre los 3.200 a los 3.500 kilos por hectárea. Los mejores rendimientos estuvieron en campos cercanos a Juan Jorba y también en otros ubicados al sur de esa franja productiva, lo que se conoce como la zona núcleo de los productores de maní en San Luis”, contó.

 

“La herramienta que se usa para proteger los suelos que contienen al maní es un práctica que se hace desde hace más de 10 años. La tarea ayudó mucho a parar la voladura de los suelos, que luego del arrancado quedan rotos y vulnerables”, destacó, y puso el ejemplo de la Cuenca del Morro, donde se implantan cultivos de cobertura para mitigar los excesos de agua en la zona.

 

El trabajo responsable siempre es en beneficio de todos los habitantes de una región. “Es un cultivo muy riesgoso de hacer, pero hemos logrado bajar el peligro a través de la técnica de tapado, que a su vez sirvió como experiencia para otros casos. No sólo previene la erosión hídrica, sino que también lo hace con la eólica”, contó.

 

Hay un tipo de suelo que es el que mejor le sienta al grano de maní, que en Argentina se destaca como el mejor compañero de la cerveza. “El cultivo necesita suelos arenosos. Su desarrollo se da bajo tierra, por lo que requiere de superficies sueltas para que el grano crezca con facilidad. Con suelos arcillosos, que son más compactos, no puede expandirse el grano. En la cosecha también se produce un problema. A la cáscara del maní se le pega la tierra, por lo que es complicado para procesar en las plantas industriales”.

 

Otro aspecto a tener en cuenta para elegir la mejor zona para cultivar maní es la temperatura. ”El maní no tiene muchas opciones en cuanto a variedad. Usa una sola, que se llama Runner y que tiene la particularidad de tener un ciclo largo. Es decir que debe sembrarse lo más temprano posible y hacer la cosecha tarde, una vez que el grano haya alcanzado un tamaño considerable”, dijo, y aclaró que el tamaño será el que determine el precio final para la exportación, de ahí la importancia de que sea grande, sobre todo el grano que va dirigido a las confiterías.

 

Pero, nada es completo en la vida, siempre trabajan a contrarreloj. “La demanda de tiempo que tiene el cultivo para que crezca, no lo hace factible en toda la provincia. Solamente en la parte este, cerca de Villa Mercedes, se dan las condiciones óptimas para el maní. Yendo hacia el oeste el relieve crece y hace que por las noches la amplitud térmica sea mayor, lo que va a contramano del desarrollo fisiológico del grano”, explicó Del Bosco.

 

En esta campaña aumentó la superficie de maní que se sembró en San Luis. “Este año fueron 17.500 hectáreas, cuando la media ronda en las13 mil. El aumento fue considerable y más aún, estiman que para la próxima campaña haya un incremento cercano al 20 por ciento. En Córdoba aún quedan muchos lotes por trillar que realmente tienen un gran problema con las inundaciones”, contó, y aseguró que las empresas vienen a la provincia en busca de campos aptos para el maní.

 

“Argentina el año pasado recuperó su condición de primer exportador mundial. Más del 90% de la producción se vende en el exterior y lo que queda en el país se usa para consumo de copetín. En cambio en otros países se lo procesa y hacen derivados tales como el aceite o la pasta de maní, que aquí no consumimos demasiado”, concluyó.      

 

 

Con lupa

 

La norma que regula la siembra de maní en San Luis no difiere demasiado de la de otras provincias maniseras. Sin embargo, debido al crecimiento del cultivo en la zona, es que harán, como una medida precautoria, controles más exigentes sobre los planes de manejo y las visitas a campo en cada establecimiento. 

 

 El jefe del Subprograma Producción Agrícola, Cultivos y Pasturas Intensivas, Emiliano Colazo, quien además se encarga de hacer cumplir la normativa a través de los controles a campo, detalló en qué consiste plantar el grano. “Quienes hagan un cultivo de maní en San Luis, sea propietario o no del campo, debe presentar un plan de manejo que debe incluir la superficie a sembrar, la rotación a tres años y las condiciones del lote. Debe estar firmado por un ingeniero agrónomo matriculado en la provincia y avalado por el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción”.

 

“Uno de los puntos obligatorios que deben cumplir antes de arrancar el cultivo de los suelos es sembrar al voleo algún cultivo de cobertura. Cuando se saca el maní de abajo de la tierra, ésta es cubierta por la semilla que luego crece. Una de las máquinas que se usan para la trilla pulveriza mucho el suelo, pero para cuando llega esa etapa la cobertura ya está en la superficie. La protección es principalmente para la erosión eólica”.

 

“Los agentes que realizan los controles ya están en los campos para corroborar que el plan se esté cumpliendo. Lo que hacemos en este proceso es chequear que el cultivo prenda bien. Luego, con el índice verde, chequeamos mediante visión satelital”, detalló el ingeniero para contar como trabaja el Estado y para llevar tranquilidad, ya que están a tiempo de hacer correcciones e implantar pasturas en los lugares que hayan quedado pelados.

 

“En San Luis el que quiere hacer maní tiene que adaptarse a la regulación vigente”, dijo Colazo, que dio cuenta de que en general los productores trabajan de manera responsable ya que saben lo que el cultivo hace en la tierra. Pero no dejó de hacerse eco de algunos casos en los que alquilan la tierra y no tienen en cuenta los peligros que trae esta producción.

 

“Se proyecta que la superficie cultivada irá en aumento. Por ese motivo el ministro, Cristian Moleker, nos ha pedido ser más estrictos y aumentar los controles, sobre todo de cuáles son los lotes y las zonas en las que estará permitido hacer el cultivo”, aseguró el funcionario, que no demoniza al maní pero que sí reconoce que cada caso debe ser analizado en su particularidad para ser justos.  

 

 

Por Magdalena Strongoli

 

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