Las caderas no mienten

Es improbable que a esta altura del año, sobre Villa Mercedes recaigan temperaturas similares a las de, por ejemplo, Cartagena de Indias. Aunque el viernes a la noche, algo del calor caribeño colombiano se asentó en el Boliche don Miranda con "La Delio Valdez", una banda que recrea la cumbia de aquellas calenturientas latitudes con iguales dosis de respeto y admiración.

Tan bastardeada como género por algunos grupos de pacotilla -la mayoría argentinos-, la cumbia merece un rescate de su delicia y su genuina alegría, como lo hace LDV. El baile, la transpiración, el desparpajo y las caderas del ritmo colombiano tienen en el súper grupo argentino un modo que reproduce aquella música de playas y morochas.

La Delio Valdez intenta, con éxito, mantener vivo (y difundir) el fuego encendido en Colombia. Lo hace con 13 músicos divididos en una nutrida línea de percusión y en siete instrumentos de viento liderados por el clarinete de Santiago Moldovan, uno de los fundadores de la banda y encargado del particular sonido de la agrupación.

En medio de ellos se destaca la figura invitada de Ivonne Guzmán, la ex integrante de "Bandana" que rechazó la oferta de volver al grupo adolescente -que regresó la misma noche en que ella debutaba en Villa Mercedes- para dedicarse de lleno a cantar con sentimiento los merengues de la Delio.

Colombiana de nacimiento, la chica es una explosión de sensualidad que subió y bajó del escenario de acuerdo a las canciones que debió interpretar. Cuando hizo "Yo me llamo cumbia" explicó -sin más palabras que la letra de la canción- por qué decidió quedarse en la agrupación antes de irse a ganar algo de dinero con el grupo que le permitió ser conocida.

Hay un punto que vale la pena ser destacado: el lugar que recibió a la banda. El Boliche Don Miranda es un sitio esencialmente folclórico que, para empezar el día del Bicentenario de la Patria, prescindió de la música tradicional para mostrar una propuesta renovadora ante un público ávido de baile, tal como lo demostraron a lo largo del año las presentaciones, en el mismo lugar, de "El bloque depresivo" y "Chico Trujillo", otras bandas de cumbia.

Al fin, lo que hace "La Delio Valdez" no es ni más ni menos que folclore. Colombiano.

Como para demostrar cuál era el sentido del recital, la banda ingresó al escenario a puro baile y, antes de tocar el primer acorde de "La pollera colorá", la gente ya estaba encendida con la música ambiente. Cuando ingresaron los vientos el estallido fue tal que, una hora y media después, al final del show, los pies de los más bailarines necesitaron un descanso superior al que hubiera requerido algún tenaz marcador de James Rodríguez o Carlos "El Pibe" Valderrama.

"La Delio Valdez" tiene cumbias instrumentales donde el clarinete de Moldovan tomó un protagonismo volcánico, como "Cumbia sampuesana" y "El Millo se modernizó"; tiene canciones a las que es imposible resistirse, como "Negra, ron y velas", "La saporrita", "Kalamary", "Rito esclavo" y "Por Dios que no"; y una serie de interpretaciones en las que la voz de Ivonne toma trascendencia, como  "Borrachera" y "Tamborero de Michoacán".

No obstante, fue en el bloque dedicado a Gilda, una de las pocas artistas nacionales que interpretó con algo de sapiencia el sentido de la cumbia (otros podrían ser "Los palmeras"), cuando la gente comulgó de manera más directa. Y el baile siguió durante un buen rato. Porque bailando cumbia se amanece.