La estrategia antiterrorista de Estados Unidos quedó en entredicho con la masacre de 50 personas en una discoteca gay de Orlando, perpetrada el domingo por un hombre conocido del FBI por sus vínculos con el islamismo radical.
La matanza se produjo en la discoteca Pulse, que celebraba una "noche latina" con espectáculos de drag-queens. Las autoridades de esta ciudad de Florida identificaron ya a 21 víctimas mortales, que en su gran mayoría llevan apellidos latinos.
Líderes musulmanes de Estados Unidos, el papa Francisco y dirigentes de todo el mundo condenaron el ataque, considerado como el peor acto terrorista en suelo estadounidense desde los del 11 de setiembre de 2001.
De forma simbólica, la Torre Eiffel de la capital francesa se iluminará la noche de este lunes con los colores de la bandera arcoiris.
El FBI admitió que Omar Mateen, el atacante muerto al enfrentarse con la policía, había sido investigado antes debido a sus contactos con un kamikaze.
La ex esposa de Mateen, quien se divorció en 2011, dijo que era una persona abusadora y violenta pero no especialmente religiosa.
Su padre dijo que actuó movido por su homofobia. "Esto no tiene nada que ver con la religión", dijo a NBC News.
Trump buscó capitalizar el temor por los ataques
La matanza de Orlando llega en momentos en que se intensifica la campaña de cara a las elecciones presidenciales de noviembre.
La candidata demócrata Hillary Clinton aplazó un acto previsto con Obama, y dijo en Twitter que sus pensamientos "están con todos los afectados por este horrible acto".
Su rival republicano Donald Trump no tardó en decir que tenía razón cuando propuso prohibir el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.
AFP-NA
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