Ayer, tras la apertura del juicio que afronta en la Cámara Penal Nº 1, Mario Alberto Farías tuvo en sus manos una nueva oportunidad para explicar qué fue lo que sucedió la mañana del 20 de abril de 2012, entre él, una menor de 13 años y su novio. Pero no le dio uso. A partir de hoy tendrán la misma chance de ratificar o corregir sus dichos una de las víctimas de ese intento de robo que derivó en un abuso, los dos policías que atraparon in fraganti al hombre de 31 años y la madre de la chica violada, entre otros.
El "abuso sexual por acceso carnal calificado por el uso de arma de fuego" y el "robo calificado por el uso de arma de fuego, no apta para el disparo, en grado de tentativa" son las acusaciones más graves que enfrenta el sanjuanino, mas no las únicas. A la vez es juzgado por otros dos robos a mano armada y por la sustracción de una motocicleta, la misma que utilizó para alcanzar a la pareja de adolescentes el día del ataque.
Ayer, los padres de Farías no abandonaron la sala hasta que los jueces entraron, se acomodaron en sus asientos y les pidieron que se retiraran. Como todos los juicios en los que se delibera sobre delitos contra la integridad sexual, se llevará a cabo a puertas cerradas, sin la presencia de público.
El debate inició, como suele ocurrir, con la lectura de la acusación fiscal por parte del secretario. Hacia el final de su requisitoria, la fiscal de Instrucción N° 2, Rosario Verdugo, solicitaba para el imputado por los cuatro hechos que se ventilarán en las audiencias, 19 años de prisión. El fiscal de Cámara, Néstor Lucero, adhirió a la acusación y al pedido de su colega.
Como ninguna de las partes hizo un planteo preliminar, el presidente de la Cámara, Emiliano Agundez, luego de explicarle que por ley no está obligado a hacerlo, le preguntó a Farías si quería declarar. Y, muy probablemente por recomendación del defensor de Cámara, Javier Vallejos, él se negó.
Tal vez el defensor entiende que con la declaración que su representado dio hace casi tres años y medio ante la juez de Instrucción Penal Nº 3, Mirtha Ucelay, está más que aclarada su versión de los hechos.
La primera vez que el sanjuanino fue llamado a indagatoria, el día siguiente a su detención, también por sugerencia del defensor oficial, Hernán Herrera, eligió no hablar. Pero seis días después, y ante la inminente posibilidad de que la juez determinara su procesamiento y prisión preventiva, decidió declarar.
En aquella oportunidad, reconoció que había asaltado a los menores, pero negó la violación. Dijo que todo se trató de un hecho al voleo. Refirió que tenía una hija de cinco años, que no tenía plata y que por eso salió a robar. Vio que esos chicos se habían hecho “la rata” de la escuela, los siguió y entró atrás de ellos a la casa en construcción donde luego fue sorprendido por dos policías que patrullaban el barrio Altos del Oeste.
Los investigadores, en cambio, presumieron que con el arma de fuego logró que la pareja le entregara sus celulares y mochilas. Obligó a la joven a que le practicara sexo oral a su novio y, luego, abusó de ella. De hecho, cuando lo arrestaron todavía continuaba con los pantalones bajos.
Dado que las primeras pericias médicas, revelaron que la nena no tenía signos de violación, en un principio, la magistrado procesó a Farías por intento de abuso. Pero un segundo peritaje de ADN, en la ropa interior de la víctima, confirmó la presencia de semen. El abogado querellante, Hernán Echevarría, pidió entonces el cambio de calificación. La Cámara le hizo lugar y la causa pasó a ser, formalmente, un abuso con acceso carnal.
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