A 100 metros de una comisaria, destruyeron y vaciaron la cantina de un club
El robo ocurrió en el Club Atlético Estudiantes que con este hecho suma siete robos en 50 días.
A Mario Berias que es el encargado de la cantina del club Atlético Estudiantes de Villa Mercedes siente que en los últimos 50 días ha reencarnado el personaje de la mitología griega llamado Sísifo, que había sido condenado por los dioses a empujar cuesta arriba una piedra, pero antes de llegar a la cima caía e indefectiblemente tenía que volver a repetir el esfuerzo de manera frecuente o día a día.
Al emprendedor gastronómico, salvando la diferencia, le viene ocurriendo lo mismo. En estos 50 días ha sido víctima de siete robos lo que le ha ocasionado un gran perjuicio económico y pese a esta pesadilla trata de salir adelante pero ya no puede más. “Con mi esposa lloramos por toda esta injusticia”, expresó tras este nuevo hecho delictivo que se produjo entre la medianoche del domingo y la madrugada de este lunes.
El club que tiene una fuerte actividad con el deporte de las bochas está ubicado en el pleno centro de Villa Mercedes, en Hipólito Irigoyen y General: a una cuadra de la Comisaría Octava y al lado tiene una estación de servicios. Pero pese al frecuente movimiento de personas y automovilistas “nadie ve nada o se quedan callado”, manifestó Mario Berias en una entrevista en FM La Nuestra, en diálogo con Raquel Gurruchaga y Raúl Delay.
Las imágenes que se viralizaron de lo ocurrido en el inicio de esta semana generan tristeza e impotencia. Los malvivientes destruyeron puertas y ventanas. Huyeron con dinero en efectivo, sets de cubiertos y bebidas alcohólicas, entre otros bienes.
“Verdaderamente estamos cansado de todas estas cosas que pasan en la vida. Este es el séptimo robo que tiene como blanco este local. La primera vez se llevaron 180 mil pesos, ahora escaparon con un monto aproximado a los 90 mil, 40 platos y cuchillos. Me han robado todo. Estoy muy mal por esto”.
Luego añadió que en otra oportunidad le sustrajeron once botellas de vino, cajones de cerveza y dinero que había oculto detrás de un equipo de música. “Cada vez que vengo y abro me da miedo de mirar y revuelvo. Somos trabajadores de todos los días, queremos seguir adelante y no podemos progresar”, se lamentó y seguidamente comentó de los últimos arreglos que realizó en el local: “Pintamos, con durlock arreglamos algunos sectores e incluso compramos sillas para mejor comodidad de los clientes. “Es todo un sacrificio el que uno hace y pasa esto”, completó.


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