Una foto que duele

En la redacción, la rutina transcurría entre teclados y llamados cuando desde la portería buscaron al responsable de El Diario de la República. El director estaba ocupado con otros menesteres, así que salí yo, periodista.

En la puerta, una mujer esperaba con el celular en la mano. Llegó hasta el edificio con una sola intención: mostrar una imagen. "Soy puntana y esto duele. Necesito que vayan y filmen y hablen con esa gente. Para que se vea que no es trucada ni nada. Es gente que está viviendo en las ventanas del correo", dijo con una mezcla de urgencia y tristeza.

Es un gesto que hoy es poco común: mirar al costado, ver y sentir. Necesitar que se vea y que se sienta. En tiempos en los que el periodismo se debate entre el desprestigio y la opinión, una vecina de San Luis planteó su necesidad más básica: que se conozca lo que se vive, que se vea lo que pasa.

Esto es un intento de eso. De contar lo que pasa. Una vecina que vio algo que nunca antes había visto. Familias que duermen en la calle, en pleno centro, acobachadas en una ventana. Lo vio, lo sintió y decidió que se conozca.

Y como alguna vez dijo un editor periodístico en una entrevista: noticia es lo que le contarías a tu tía después de andar callejeando y al volver a casa. Hoy, en San Luis, la noticia es esa. Y duele.