Carta urgente para Papá Noel
La autora puntana, que el lunes presenta en San Luis su nuevo libro, imagina el apuro de un nene de 10 años del barrio El Lince por acordar algunas cosas con Santa Claus. Por María Belgrano.
Hola, Papá Noel.
Cómo estás.
Soy Fausto,
tengo 10 años (casi 11).
Sé que ya debería ser de los chicos que saben que vos no existís. Que hasta los nueve todos te esperamos y que existís en cada regalo que imaginamos, y en cada carta que te escribimos con letra desprolija. No es que ahora mejoró mucho la letra, es verdad, pero te escribo porque hoy cometí un error.
No es del todo un ERROR. Pero es imperdonable.
Esta mañana, resulta que como ya estamos de vacaciones y a mí y a mis hermanos, que son seis, más chicos que yo: El Ricky de 9, El Pacho de 8, los mellis de 6 y los otros mellis de 3, nos fue bien en la escuela, bah, en la escuela y en el jardín, mi abuelo nos prometió que nos llevaría mañana a ver cómo encienden el árbol de navidad más grande de la ciudad y que si nos portábamos bien, pero muy bien, Papá Noel se acercaría a saludarnos.
Quéeeee, gritaron a coro mis hermanitos.
Y yo salté como un resorte y dije que cómo va a venir si no existe.
Dije así:
Cómo va a venir si no existeeee. Y puse cara de burla.
Y a los dos segundos mis hermanitos, menos el Ricky, empezaron a llorar como marranos, que no sé bien qué son los marranos, pero mi mamá siempre nos dice que nos callemos, los marranos, que basta y que a dormir, los marranos, que es tarde para los marranos.
Papá Noel, necesito que releas todas las cartas que te mandé cuando tenía muy pocos años, era la letra de mi abuela, ya sé, pero te juro que se las dicté yo. También te pido que te fijes que no te pedí cosas caras, ni cosas imposibles, tampoco es que te compliqué tu viaje hasta San Luis, capital, tampoco tus aterrizajes en el barrio El lince.
Acordate, por favor, no te quiero obligar a revisar tus cámaras pero fijate, querido Papá Noel, que siempre te esperé mirando al cielo y que te dejé botellas con agua, porque podías tener sed, además te dejé turrones y almendras.
Siempre fui el último en irme a dormir, siempre tuve la ilusión, (inmeeensa ilusión) de que existieras. Por eso te escribo, para ver cómo resolvemos juntos la macana que me mandé con los mellizos y con los otros mellizos también, no tanto con el Ricky, porque ese sospecha algo. Pero el Pacho está destrozado.
Y ayudame, porfa, ayudame con mi abuelo, se llama Hugo, le podés decir Don Hugo si querés, estoy preocupado porque está enojado y además, él asegura que vos, llora, patalea y asegura, que vos existís, Papá Noel.
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