El Púntero, un comedor de Quines que tiene espíritu futbolista
Ahora se llama Las Cañas, Puntero Resto Bar y conserva intacta la receta de las empanadas de "La Filo". Omar Maldonado falleció, pero dejó un gran legado a sus hijos.
Dicen que quien estuvo en Quines alguna vez y no pasó por el comedor El Púntero se puede decir que no conoció la capital del mate. Es al menos una afirmación que hacen muchos de sus habitantes, los mismos que conocen en detalle los platos que preparaban juntos Omar Egidio Maldonado y su esposa Filomena Maidana. Él fue quien inició con el proyecto, ella, como buen complemento de vida, apoyó cada decisión y juntos lograron una hermosa familia. En la actualidad, el restaurante fue reinaugurado y se llama Las Cañas, Puntero Resto Bar. Sus sabores viven en la memoria de quienes disfrutaron sus comidas y las charlas con Omar.
Omar nació el 12 de abril de 1939, en un pueblo llamado El Chacho, en Córdoba. Es hijo de Ermelinda Maldonado y era el mayor de 7 hermanos. Tuvo tres hijos: Silvia, quien es la más grande y tiene 52 años; sigue María Elena, de 49, y Enrique, de 46. Además, seis nietos y una bisnieta. El 21 de noviembre de 2022, Omar falleció, pero dejó grandes enseñanzas, amor y ternura, aspectos que a él le faltaron desde que murió su mamá.
“En busca de un nuevo mundo, llegó a Quines un 5 de diciembre de 1954. Tenía apenas 14 años. Lo trajeron sus tíos primero a Candelaria. Comenzó a trabajar en una tornería que era propiedad de Andrés y Martín Macías”, contó María Elena, la hija del medio de Omar, quien fue la elegida por sus hermanos para hablar con El Diario sobre su papá.
A Omar le decían “El Púntero”, porque así golpeaba el acento en la “u” al mencionar la posición en la cancha en la que le gustaba jugar. Integraba la comisión del Club Atlético Unión Quinense (CAUQ). “Un día, le ofrecieron atender la cantina; esto fue cerca del año 1959. Después, alquiló la confitería del CAUQ y comenzó a trabajar de manera independiente en su propio emprendimiento, el hasta hoy conocido como Comedor Púntero”, explicó orgullosa la mujer.
Las empanadas y los sánguches de milanesa de “La Filo” son una marca registrada en el pueblo. “Mi gran madre hacía todo casero, porque él solito no era, mi mamá trabajaba a la par. Yo soy más de mi papá y mi hermana es más de mi mamá. A mí me gustan los números como a mi papá y a mi hermana le gusta más la cocina”, indicó y continúo: “El comedor se llama El Púntero, fue y es todavía un emprendimiento familiar porque nosotros seguimos con este legado. Hace poco lo reinauguramos y le pusimos Las Cañas, Puntero Resto Bar. Entonces, el espíritu sigue siendo el mismo y funciona con las nuevas generaciones. Actualmente, estamos involucrados los tres en el restaurante”.
María Elena recuerda que todos tenían que trabajar. Eran otros tiempos. La rutina hacía que todos aprendieran del ejemplo de su padre y de su madre. “Mi papá nos enseñó el trabajo. Él no tuvo esa contención de amor, de cariño, que nosotros sí teníamos. Tanto él como mi madre estuvieron trabajando toda la vida juntos. Si teníamos que jugar, era con las ollas; a medida que fuimos creciendo fue así. No sabíamos lo que era sentarse a comer al mediodía, porque siempre teníamos que trabajar y la única fecha que nos sentábamos a comer a la mesa eran los 24 y los 31 de diciembre. Hacíamos empanadas, mi hermano era mozo desde chico. Como mi papá empezó a los 14 años, él trabajaba y estudiaba al lado de mi padre”, recuerda la mujer, quien también es docente en una escuela del pueblo.
“¿Viste cómo era el patriarcado antes?”, aseguró entre risas y agregó: “El varón era el varón. Yo era la del medio. Estudiaba durante la semana y trabajaba únicamente los fines de semana. Esto era cuando tenía 15 o 16 años: ayudaba a hacer las empanadas, lavaba los platos para poder salir, si no no me daban plata. Había que ganarse la plata para salir al boliche”.
Si hay un recuerdo que permanece en la memoria de los tres hermanos, según dijo María Elena, es que juntos eran un gran equipo. “Estábamos todos para trabajar, todos en equipo, siempre lo fuimos. Mi padre siempre nos mantuvo así y ahora mi madre nos tiene igual, bien unidos”, expresó.
En cuanto a “La Filo”, ella tiene 87 años, “no camina mucho, pero tiene un espíritu envidiable”, describe.
Actualmente, el restaurante está ubicado al frente de donde estaba antes. Por eso, El Púntero sigue entre las calles San Martín y 25 de Mayo, en Quines.
“Mi papá falleció en 2022. Nos dejó muchas enseñanzas que impartía a través del ejemplo” (María Elena Maldonado)
Omar estaba siempre sentado en la plaza o desde la vereda y atendía la caja, con la que cobraba a sus clientes, entonces era tarea obligada conversar un rato con él. “Nosotros íbamos y veníamos. Mi papá era algo imprescindible, la gente siempre decía que era un elemento muy necesario en el comedor, porque además tenía largas charlas con los clientes. Ese era un aspecto que lo identificaba claramente en el pueblo”, recordó María Elena.
Cuando uno va o pasa por Quines y pregunta por un lugar para comer, los vecinos siempre recomiendan El Púntero. El comedor es el alma del pueblo, es una marca que los identifica, tiene sus características propias, un menú exquisito y una gran historia.
Si las paredes hablaran, contarían que las mesas del lugar estuvieron ocupadas por varias personalidades, entre ellas, los gobernadores Alberto “El Pibe” Domeniconi, Santiago Besso, Elías Adre, y Adolfo y Alberto Rodríguez Saá. Pero también hubo varios presidentes que se deleitaron con el menú de “La Filo” como Arturo Illia, Raúl Alfonsín y Carlos Menem. “Una noche, a la una de la madrugada, María Estela Martínez de Perón pasaba hacia La Rioja e hizo una parada en el pueblo para reunirse en la plaza. Estaba acompañada por el gremialista Lobo Vandor; eso fue alrededor del 1970. Franklin Lucero, la mano derecha de Perón, pasó por acá en 1972. También llegaron a comer artistas como los cantantes Jorge Cafrune y Alberto Castillo, el violinista Juan D’Arienzo, el compositor Héctor Varela y el actor Alfredo Varela “Varelita”, entre muchos otros”, indicó María Elena y reconoció que “aquí se definieron, además, varios candidatos a nivel departamental y local”.
Lo tradicional y superrecomendable del menú de El Púntero son el lechón a la parrilla, los chivos, la lengua a la vinagreta y (por segunda vez) las empanadas de carne de “La Filo”.
“Tenemos más de 50 años en este rubro. Una vida entera dedicada a esto. Debo reconocer que la maldita pandemia deprimió mucho a mi papá. Los primeros tiempos pospandemia fueron difíciles. Recién hoy, después de que falleció mi papá, puedo hablar de él”, expresó María Elena, emocionada hasta las lágrimas y con la voz quebrada.
Pero aun así continuó: “Mi padre es algo que te llena el alma. Nos enseñó mucho con el ejemplo. Él nos decía que el cliente siempre tiene la razón. Recuerdo su voz cuando repetía: ‘Al cliente hay que atenderlo siempre bien’, y además, nos marcaba sobre la importancia de que las cosas salieran rápido y bien”.
Otra expresión que Omar usaba mucho, según María Elena, y que recuerda de manera precisa era: “Ustedes tienen que atender lo que el cliente quiera y tienen que trabajar bien, porque es la única forma de tener plaza; hay que trabajar’. La constancia que él tenía era impresionante, no cerraba nunca el comedor. Vivía para él. Nosotros no, esta nueva generación decidió cerrar los lunes”, afirmó en tono humorístico.
“Mirá lo que son las cosas…”, dijo María Elena, emocionada. Esperó unos segundos para reponerse y completó: “En octubre, la Cámara de Diputados le dio un reconocimiento. Nosotros reinauguramos el local un 11 de noviembre de 2022 y él falleció el 21. Le estaban haciendo diálisis y él no las aceptaba. Parece que Dios quiso eso, que él inaugurara el nuevo local y después partiera para el otro mundo. Lo personal, para mí, lo cumplió. Este es el legado que nos ha dejado. Es muy lindo que la gente llegue y pregunte por él, esto indica que hizo las cosas bien, que ha marcado a quienes venían a comer de alguna manera. Nosotros sentimos que es como que falta él acá”.


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