SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Para lograr una alfalfa, recomiendan sembrar en el próximo otoño

En una exposición técnica, el especialista del INTA Mario Funes indicó que para implantar la forrajera en zonas de secano de San Luis, lo ideal es hacerlo con moha o mijo como cultivo antecesor.

Por redacción
| 18 de agosto de 2024
Villa Mercedes. Uno de los tantos ensayos con alfalfa que dirigió Mario Funes y que le permitieron acumular valiosa información local para cultivar esta forrajera.

Una serie de ventajas observadas a lo largo de muchos ensayos y seguimiento de cultivos llevaron al ingeniero agrónomo Mario Funes, especialista del INTA San Luis, a recomendar como fecha de siembra de alfalfa en secano en la provincia el otoño.

 

La fecha de siembra está definida por la temperatura ambiente, y del suelo y su humedad, y la heliofanía relativa, que tiene que ver con el brillo del sol comparado con la cantidad de horas del astro que se tiene en esos días, explicó ante importantes productores de la región.

 

 Agregó que la considerada reina de las forrajeras germina con un rango amplio de temperatura, entre 5 a 35 grados, aunque lo óptimo oscila entre los 19 y 25 grados.

 

Claro que recomendó a los productores que, al comprar las semillas, realicen pruebas de poder germinativo y de pureza para determinar la presencia de malezas.

 

Recordó que la semilla tarda entre tres a cuatro días en tomar agua, mientras que a los 6 o 7 días comienza a desarrollar la raíz. Dos semanas después de la siembra, asoman los cotiledones y enseguida, su primera hoja, denominada unifoliada.

 

“Desde que se sembró hasta este período, la planta es más sensible a las bajas temperaturas, así que ojo con eso, porque si nos agarra con 2 grados bajo cero, chau alfalfa”, advirtió.

 

 Rollos y fardos. El corte de la alfalfa se debe realizar cuando la pastura alcance el 10 por ciento de la floración

 

El comportamiento de la forrajera en San Luis seguirá con la aparición de la hoja verdadera, trifoliada. Cuando la planta tenga tres o cuatro de estas, se pueden aplicar herbicidas e insecticidas sin problemas.

 

“Ya podemos decir que la alfalfa está lograda cuando pasaron entre 15 y 30 días, según la humedad, temperatura y todo lo demás”, precisó.

 

El interés que despertó en la producción local la creciente demanda internacional de alfalfa en fardos movilizó la inquietud de productores de mediana y gran escala de San Luis para informarse de las experiencias locales a la hora de sembrar.

 

El aspecto que más consultas atrae es el de la fecha de siembra: “Una vez que germinó, lo que hace que sea limitante para su crecimiento son las temperaturas. Tenemos dos, las de otoño y las de primavera, pero marzo es el mejor mes para sembrar alfalfa en secano en San Luis”.

 

Funes advirtió que si las siembras se demoran en las fechas recomendadas para ambas estaciones, se corre el riesgo de perder las plantas todavía muy pequeñas, por golpes de calor en primavera o heladas en otoño.

 

“Si sembramos en primavera, tenemos que hacerlo lo antes posible, en octubre. Y si lo hacemos en otoño, el mes más adecuado es marzo”, insistió el profesional.

 

En otoño, la raíz tiene un mayor crecimiento y lo hace más que el tallo, mientras que en el caso de la primavera es al revés, la raíz de alfalfa crece menos y, por ende, también acumula menos reservas abajo del suelo.

 

 Recalcó que en el caso de la siembra otoñal, al crecer más la raíz tiene más reservas, que son hidratos de carbono que después servirán para su posterior desarrollo. Otra ventaja que mencionó es que las lluvias de la estación son más suaves y tranquilas que las intensas y erráticas de primavera, con las que se corre el riesgo de fuertes daños.

 

Por otra parte, el técnico del INTA aseguró que el cultivo antecesor para sembrar en otoño puede ser la moha o el mijo, mientras que para la implantación de primavera, el verdeo de invierno previo es lo mejor.

 

En este último, advirtió, las malezas son más difíciles de controlar porque crecen mucho más rápido que las otoñales.

 

Otra ventaja que destacó es que al sembrarse la forrajera en otoño y tener una raíz pivotante, cuando llega la primavera se le saca un corte más que la implantada en octubre.

 

En cuanto a variedades, recomendó para las siembras de marzo una de reposo intermedio o con reposo, para que no se vaya “en vicio” la planta, ya que, al ser más lenta, la hoja crece más despacio y permite que eche más raíz.

 

La salida del invierno                              

 

Para Funes, otro tema difícil es qué hacer con las alfalfas a la salida del invierno. Aconsejó desde la siembra hasta el comienzo del invierno realizar un conteo de plantas y control de insectos.

 

 “Hay que estar muy arriba de la alfalfa en los primeros períodos; el control de malezas tiene que ser previo y posterior a la implantación, ver la longitud y profundidad de las raíces para ver cómo están creciendo”, señaló y describió que estas pueden llegar a explorar hasta un metro de suelo en el primer año.

 

Dio una especial indicación para observar la cobertura del cultivo en abril-mayo, una vez que pasó el año de vida, porque muchos le hacen un último corte o la hacen pastorear.

 

 “La alfalfa necesita un descanso otoño-invernal para acumular reservas en sus raíces; si les cortamos las yemas de la corona nos estamos llevando todas las yemas axilares, que son las que harán el rebrote de primavera”, alertó.

 

Insistió en que debe controlarse el número de yemas de corona antes de pastorear o hacer un corte en otoño, que serán las que permitirán en septiembre, octubre o noviembre que la planta rebrote adecuadamente.

 

“El otoño es un período crítico para la utilización de la alfalfa, porque la planta requiere un crecimiento vigoroso para recuperar el nivel de reservas en raíces y coronas; necesita descansar para sobrevivir al invierno e iniciar un nuevo crecimiento en primavera”, reiteró.

 

 “¿La alfalfa fertiliza los suelos? Sí. Pero cada vez estamos siendo más extractivos. Todo lo que cortamos y no dejamos caer no le devolvemos al suelo. Esta acción debilita la planta. Entonces, deberíamos fertilizar para sostener la calidad. Seamos eficientes en la cosecha y eficaces al momento de ver el comportamiento del suelo, para lo cual hay que hacer análisis”, indicó.

 

Otro tema para tener en cuenta es el momento en el cual debe introducirse la vaca para el pastoreo. A fin de que no se empaste, lo adecuado es en época de floración. Se resigna un poco de calidad, pero se atenúa el peligro de empaste.

 

En el caso del corte para rollo, el productor suele dejarla crecer en el tiempo para obtener mayor cantidad, pero esta acción hace perder en la calidad del fardo, rollo o la forma como la corte. De allí que reconoce que debiera implementarse un control de calidad de esos productos de corte, similar a lo que ocurre con los controles que se le realizan a la leche, por ejemplo.

 

Con un 5 por ciento de floración, es el momento adecuado para el corte y el pastoreo. Es cuando la hoja tiene mayor cantidad de proteínas.

 

En cuanto al manejo, dijo que depende si se siembra para pastoreo o para corte. Estos últimos años se hace más para corte. Al respecto, y haciendo énfasis en el aspecto ambiental, Funes aclaró que cuando se hace la alfalfa para pastoreo, la “ineficiencia” de la cosecha de la alfalfa por el pisado de la vaca, esta le devuelve al suelo entre el 35 y el 40 por ciento de nutrientes. La “eficiencia” por corte mecánico devuelve solo el 5 por ciento.

 

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