Una patota de 15 hombres golpeó y les robó a dos jóvenes que cruzó en una calle

Maite jamás olvidará su cumpleaños número 21. Y no porque ese día fue maravilloso, sino porque una patota lo convirtió en todo lo contrario: una auténtica pesadilla. La mandó a ella y a su cuñado, Lautaro, al hospital. Los jóvenes salían de un kiosco del barrio La Ribera de Villa Mercedes cuando fueron sorprendidos por un grupo de 15 hombres que, sin siquiera conocerlos, los acusaron de ladrones y empezaron a golpearlos a mitad de la calle. Tres o cuatro le pegaban a ella, mientras unos siete hacían lo mismo con el muchacho. Le dieron trompadas y patadas en todo el cuerpo, principalmente en las caras. Les robaron ropa y un celular, intentaron sustraerle otro teléfono y también su moto.

La chica fue asistida en el hospital de La Ribera. Deberá ver a un dentista porque, en una de las últimas patadas que recibió en la boca, uno de los agresores le partió los dos dientes de adelante. El joven, de 20 años, estuvo internado en el policlínico regional durante 12 horas. Tienen los rostros todavía inflamados por los golpes, la cabeza con chichones, las espaldas con raspones y Lautaro, en particular, tiene morado el contorno de los ojos, uno de ellos está tan hinchado que apenas puede ver. Hasta hoy escupen sangre. Ninguno de los dos quiso que El Diario les tomara fotos en ese estado.

Pero, con la fuerza que les quedó, este lunes fueron hasta la fiscalía de turno a denunciar lo que sufrieron la madrugada del sábado. Maite relató que cerca de las 3:30 salió con su cuñado a comprar una Coca Cola. La joven estaba en su casa de La Ribera, festejando su cumpleaños, con su madre y una amiga. Tuvo que despertar a Lautaro, para que la llevara en su moto.

Cuando salieron del negocio, en la manzana 7098, vieron a un grupo de hombres amontonados en la cuadra del frente. De la nada, uno de ellos se les acercó y les gritó: "Ustedes nos robaron". Y tomó de los cabellos a Maite. "No, nosotros no fuimos", le contestó ella. "En eso mi cuñado trató de arrancar la moto, porque sabía lo que se venía, pero nos hicieron caer", contó.

"El hombre este me arrastró hasta la esquina, mientras me iba pegando piñas en la cara", relató. Dijo que, cuando pudo girar la cabeza, vio que seis o siete personas pateaban en el rostro a Lautaro. "Veía todo sangre, todo re feo", expresó.

En un momento, no sabe cómo, Maite consiguió ponerse de pie e ir hasta donde estaba el otro joven, para defenderlo. "Le quise pegar a uno, pero me tiró contra el piso y me empezó a pegar en la cara. Me insultaba y me decía '¿qué me mirás?'", precisó.  Después quiso robarle su celular, pero la chica se resistió. Fue, entonces, cuando el agresor le dio la patada que le partió los dientes y la terminó de desfigurar.

Ya habían pasado más de 20 minutos, calculó. Hacía rato que una vecina había llamado a la Policía, pero ninguna patrulla se acercó. "Llegaron mucho después, cuando ya había pasado todo", manifestó la víctima. Mientras estaba desvanecida en el piso y su cuñado estaba inconsciente, tirado a unos ocho metros de ella, escuchó que uno de los atacantes gritó: "Bueno, vamos a robarles la moto".

Cuando Maite logró levantarse e ir hasta donde estaba Lautaro, los de la patota ya se habían ido. Dejaron al chico sin su campera, descalzo y, además, sin celular. No alcanzaron a llevarle la moto, pero sí se robaron lo que había en la baulera.

Luego, con la ayuda de algunos usuarios de Facebook, las víctimas consiguieron identificar con nombre y apellido a seis de sus agresores. "La gente, en las redes, nos dijo que son problemáticos y que cada vez que se juntan hacen eso, sobre todo pegarle a las mujeres", comentó. Refirieron que son todos hombres de "30 años y pico", algunos de los cuales viven allí, en La Ribera. "Estaban alcoholizados y con estupefacientes encima, porque uno se da cuenta cuando están drogados", agregó Gisela Regalado, la madre de la chica.

Maite y Lautaro dijeron que los golpearon porque circunstancialmente pasaron por allí, pero si hubiera sido otra persona le hubiera sucedido lo mismo. No los agredieron porque pensaban que las víctimas les habían robado algo antes, sino que fue al azar. "Ellos sabían, en verdad, quiénes les habían robado, pero igual nos pegaron. Los ladrones eran altos. Nada que ver con cómo somos nosotros físicamente", explicó.