Más comerciantes reclaman por las presiones del Municipio
Tras cada inspección, almaceneros y pymes deben cumplir con los breves plazos de regularización.
A los dramas que significan luchar todos los días en desventaja contra la inflación, las escasas ventas y el mantenimiento de sus locales, los comerciantes puntanos suman semana a semana más dolores de cabeza que llegan de la mano de la Municipalidad de San Luis. Eso parece ocurrir en el último tiempo, ya que se acoplan las voces de almaceneros, emprendedores y pymes contra la gestión de Gastón Hissa por las constantes presiones que engloban las altas tasas, las inspecciones casi permanentes en busca de alguna falta punible de sanción más los costos que estas implican y los breves plazos que dictan para revertir cualquier error o falta. Al menos eso cuentan los medianos empresarios que escribieron a las redes sociales de El Diario de la República y el posterior relevamiento realizado por este matutino.
A las redes de este medio llegaron quejas por el acoso que asiduamente reciben por parte de inspectores municipales que le buscan “el pelo al huevo” permanentemente en sus locales, góndolas o heladeras.
“No buscan con la intención de un mero control y saber si todo está correcto. La intención de los inspectores es netamente recaudatoria. Es claro el mensaje del intendente. Necesita recaudar, entonces buscan cualquier detalle para sancionar. A un joven vecino nuestro que tiene un gimnasio le hicieron una sanción por ruidos molestos y nada que ver”, contó Marcelo, dueño de una carnicería de la zona este de la capital.
En ese mismo tono se pronunció Daniel, un joven comerciante que atiende de lunes a sábado su drugstore a la par de su novia. “Me tiene cansado esta gestión municipal. No nos dejan trabajar en paz. Esta gestión nos está obligando a fundirnos con las clausuras a minoristas que estamos tratando de sobrevivir y ganarnos el pan trabajando. Todos los días una inspección distinta, revisan hasta la luz, el frío de las heladeras y freezer, y hasta el volúmen de nuestros parlantes. Con el anterior gobierno jamás nos molestaron así”, se quejó el joven.
Un impuesto que paga el consumidor
Uno de los impuestos municipales que rompen con el bolsillo del comerciante es el paso por la Casilla Sanitaria que se ocupa del control de los alimentos que ingresan a la ciudad, como las verduras y frutas que proceden de Mendoza y muchos comerciantes puntanos traen desde la vecina provincia para vender a un mejor precio aquí.
Aunque el paso por esos controles es fundamental para la sanidad de los productos que se comercializan, los costos cada vez son más caros. Pero no solo el gasto muere ahí. Se repite en caso de que el comerciante tenga clientes en Juana Koslay y Potrero de los Funes. Por cada distrito que visita, tiene que pagar una nueva tasa sin importar el paso anterior por otra oficina de control.
“Si bien el costo radica en los kilos de mercadería que ingresan, ya el gasto de transporte es altísimo. Hacemos frente a eso porque es obvio y necesario, pero el control sanitario cada vez es más caro y a la Municipalidad no le importa. Tampoco a las otras comunas. Solo les importa recaudar y uno puede absorber ese gasto y luchar. Pero llega un punto en que bajamos los brazos y tenemos que trasladar eso al precio de mostrador. Y el cliente lo paga. Pero cada vez consume menos y eso también nos perjudica. En ocasiones dejamos entre 100 y 150 mil pesos solo en Casilla Sanitaria. Es mucha plata para un laburante”, contó Javier, un verdulero que trae mercadería desde Guaymallén para su local y también para otros colegas.


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