Una modalidad que resurge en el país con una inflación desbocada

Al calor de una inflación desbocada y con una economía en contracción, el trueque vuelve a ser una salida concreta para muchas familias. Por eso, no sorprende que esta modalidad de intercambio, que se hizo conocida durante la crisis de 2001, haya ganado terreno en los últimos meses en la Argentina como una opción para acceder a bienes y servicios cuando el dinero se evapora.

En mayor o menor medida, ninguna provincia es ajena a la tendencia. En Buenos Aires, Neuquén y Misiones, por mencionar solo algunas jurisdicciones, los clubes de trueque afloran para mitigar los ajustes. En estos encuentros, organizados en plazas y otros puntos al aire libre, los vecinos intercambian indumentaria, alimentos y útiles escolares, entre otros artículos.

En Buenos Aires, los clubes de trueque son cada vez más numerosos, y en La Boca, Parque Patricios y Floresta, los encuentros se dan de manera semanal. Señalan que los productos con mayor demanda son ropa para niños y adolescentes, alimentos y productos de limpieza.

La Municipalidad de Caucete, en San Juan, impulsó a mediados de este mes la Feria de Trueque Escolar, con la finalidad de que los vecinos pudiesen tener la oportunidad de comprar, vender o intercambiar útiles y uniformes escolares. El encuentro apuntó además a fomentar la economía circular y la promoción de las prácticas sostenibles.

En Mar del Plata, los encuentros tienen cada vez mayor demanda y empiezan a alcanzar los niveles observados durante la crisis de 2001. Los organizadores aceptan la transacción de toda clase de productos y servicios, aunque solicitan que no se comercialicen alimentos que necesitan conservar la cadena de frío.

La aparición del trueque en la Argentina se dio con la profunda crisis de 2001, que marcó el fin al régimen de la convertibilidad. El desempleo era sumamente alto y muchas familias se quedaron sin dinero para afrontar sus necesidades más elementales.

Los clubes de trueque se convirtieron en un muy buen rebusque para poder salir adelante y en 2002, ya había 5 mil encuentros de este tipo a lo largo y ancho de la Argentina. Llegaron a un máximo de 8 mil antes de empezar su declinación con el mejoramiento paulatino de las variables macroeconómicas.

Algunos estudios socioeconómicos determinaron que en la crisis desatada en 2001, el sistema llegó a beneficiar a unos 10 millones de personas en el país, si se considera el grupo familiar de cada socio.

 Redacción