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Mujeres rurales reconvirtieron su labor y se dedican a la curtiembre

Buscan potenciar la independencia económica de las mujeres dentro del territorio.

Por redacción
| 04 de febrero de 2024
Unión. La actividad comenzó durante la pandemia de COVID-19; ellas compran la materia prima a otras mujeres. Foto: INTA Informa

La emergencia sanitaria a causa de la pandemia de COVID-19 puso al descubierto la vulnerabilidad que viven las mujeres en los ámbitos rurales. En Catamarca, un grupo de dulceras buscó alternativas productivas que brinden oportunidades económicas para afrontar contextos adversos. Con el acompañamiento del INTA, comenzaron una reconversión de su actividad y viraron hacia la curtiembre de cuero de cabrito.

 

Juntas confeccionan prendas y accesorios artesanales en busca de mayores ingresos al hogar, y promueven el rol de la trabajadora rural en la cadena productiva de la provincia. Actualmente, proponen una normativa nacional para la ley de orgánicos, pionera a nivel mundial, para certificar y exportar cuero de pequeños productores.

 

Érica Guzmán —técnica de la Agencia de Extensión Rural Capayán, Catamarca— explicó: “Recurrieron a sus saberes ancestrales y vínculos con el territorio para conformar una cooperativa. Esto las llevó a aprender y mejorar un proceso que aprovecha los residuos de la actividad ganadera, como el cuero, para confeccionar accesorios y vender la materia prima a artesanos locales, estudiantes y agrupaciones gauchas de forma amigable con el medio ambiente y con el beneficio de potenciar la producción artesanal en la provincia”.

 

Las productoras residen en diferentes departamentos —son del Valle Central de Catamarca, en Capayán, Capital y Valle Viejo—. Se identifican como “Curtiendo nuestras raíces”.

 

Son 14 mujeres que ahora sumaron 6 hombres. Pronto recibirán su matrícula como cooperativa. Para la comercialización anual sumaron más de 1.300 cueros de diferentes curtidos en forma artesanal, en un proceso que dura 40 días.

 

La actividad del grupo sirvió para que se desarrolle una cadena de valor del cuero de cabrito. Ellas compran la mayor cantidad de materia prima a mujeres. Actualmente son 40 productoras, repartidas en los departamentos Capayán, La Paz, Tinogasta y Antofagasta de la Sierra, que produce cuero de llama.

 

Con capacitaciones y conocimientos sobre el trabajo en el cuero salieron adelante.

El INTA trabajó en la conformación del grupo para fortalecer sus vínculos y formar una cooperativa. Se capacitaron en el uso de herramientas de comercialización, elaboración de reglamento interno de trabajo y construcción de una identidad visual que las identifique, entre otras.

 

“Han logrado mejorar su técnica, adquirir capacidades en la confección de artesanías y prendas para damas, y trabajar en forma amigable con el medio ambiente, a partir del aprendizaje de una técnica de curtido que no utiliza cromo y sulfitos en el proceso”, puntualizó Guzmán.

 

El INTA acompañó la gestión de fondos externos ante otras instituciones; así se logró la aprobación del financiamiento de maquinarias e insumos, como también en la comercialización, además de la vinculación con diferentes instituciones y productoras locales que proveen la materia prima.

 

Un punto importante en su labor es que, a partir de la demanda de venta de cuero a Europa, trabajan en forma conjunta con la Mesa de Orgánicos de la provincia y la Cámara Argentina de Certificadores en una propuesta de normativa nacional para la ley de orgánicos que será pionera a nivel mundial, la cual brindará la oportunidad de certificar y exportar cuero de los pequeños productores.

 

Guzmán destacó: “Uno de los próximos pasos es lograr el teñido natural del cuero. Para eso, se investiga en la sabiduría de las tejedoras del oeste y en sus recetas de teñido de lanas. Esta será una experiencia innovadora, porque no hay antecedentes con el uso de tintes naturales”.

 

El contexto laboral de este grupo de mujeres rurales, con problemáticas de género, fue difícil en sus inicios. En la actualidad, trabajan para consolidar su emprendimiento, que les reditúa económicamente y les permite recuperar saberes ancestrales de manera sustentable.

 

Redacción/MGE

 

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