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Mama Antula

"La paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia", sostenía la nueva y primera Santa Argentina. Una frase que motivó a dos mujeres a investigar su vida y milagros y al propio Papa Francisco, un gran impulsor de la canonización de la santiagueña.

Por Astrid Moreno
| 27 de febrero de 2024

Jesuita, argentina y laica, esas son las principales características que convierten en histórica a la canonización de la primera santa nacional, María Antonia de San José. Una revolucionaria de sus tiempos, según el Papa Francisco; respetada por los Quechuas, de quienes recibe su apodo Mama Antula (Mamá Antonieta en quechua); y escuchada por los próceres argentinos que visitaron sus ejercicios espirituales en la Santa Casa, establecida en Buenos Aires en tierras donadas por la familia de Mariano Moreno. ¿Quién fue la mujer que hizo su tercer milagro este 11 de febrero, reunir al Sumo Pontífice y al presidente Javier Milei?

 

María Antonia de Paz y Figueroa era hija de una familia acomodada que vivía en Villa Silípica, Santiago del Estero. A los 15 años se reveló y le dijo a su padre que no seguiría los mandatos tradicionales de la época, casarse o convertirse en monja. Rechazó su apellido, renunció a la riqueza de su familia, adoptó el nombre de María Antonia de San José y se unió al beaterio, un anexo de las misiones jesuitas donde las familias llevaban a las mujeres que, según la época (segunda mitad del siglo XVIII), poseían un tipo de vida inmoral o estaban involucradas en algún escándalo. En general, eran jovénes embarazadas fuera del casamiento, huérfanas, criminales o prostitutas. Durante 22 años, Mama Antula se ocupó de los más necesitados y también se vinculó con los campesinos, esclavos y la comunidad quechua que habitaba esa zona.

 

"Ella no era monja, no quería hacer obediencia a ninguna orden, tampoco tener un marido o ingresar a un convento; entonces, ve esa otra opción de ser laica consagrada. Era una mujer que se imponía y por eso la llamamos la rebelde de su tiempo. No como una figura destructiva, sino una sana que se conmueve y actúa por los otros. Era necesario que tome esa postura para que sea, primero, escuchada y después recibida por las autoridades civiles, porque imponía su postura y no desde una arbitrariedad si no desde la defensa de los más vulnerados", resaltó Cintia Suárez, periodista santiagueña y biógrafa de la santa. Junto a la italiana Nunzia Locatelli publicaron varios libros sobre la santa que se encuentra en la biblioteca del Vaticano; el último, “Mama Antula: la santa argentina”. También fueron las primeras en tener acceso a las cartas de la jesuita. Ambas mantuvieron una charla exclusiva con “Cooltura”.

 

En 1767 los jesuitas que integraban la Compañía de Jesús fueron expulsados del imperio español y su actividad quedó prohibida por el rey Carlos III. Entonces, Antonia comenzó un éxodo de casi 5 mil kilómetros por el virreinato del Perú, a lo largo de las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba.  Lo hizo de una forma muy particular, descalza y pidiendo limosnas, en varios de esos lugares fundó casas de recogimiento y realizó ejercicios espirituales, propios de los jesuitas.

 

“Estos ejercicios servían para plantear el discernimiento, es decir, que uno pueda diferenciar entre lo que es bueno y lo que es malo para la vida y el espíritu. Son muy exhaustivos, se reunían durante diez días a hacer esas prácticas espirituales. Luego, se veían los resultados en la sociedad porque, por ejemplo, bajaban los niveles de violencia y cuando había problemas matrimoniales, se empleaba para resolverlos. Modificaba y beneficiaba el estándar de vida de la sociedad colonial de aquel tiempo. Ella emprende esta misión de volver a instalarlos porque veía que ante la prohibición, la gente estaba desamparada”, explicó Suárez.

 

No era monja, no quería hacer obediencia a ninguna orden, tampoco tener un marido. Era una mujer que se imponía (Cintia Suárez)

En 1779, cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata, se instaló en las costas porteñas, no sin antes ser apedreada junto a sus beatas, mujeres que la acompañaban en sus viajes, y ser tratada de bruja. El virrey y el obispo le negaron el permiso para dictar los cursos, pero, convencida del bienestar que proporcionaban a la sociedad, continuó haciéndolos de forma clandestina.

 

“Hizo los ejercicios espirituales en varias casas que alquilaba, iba gente de todas las clases sociales, desde los campesinos, pasando por el gobernador, hasta el virrey Santiago de Liniers. Pero nadie servía a nadie, sino que todos eran iguales. Por eso se puede decir que Mama Antula fue la precursora de la defensa de los derechos humanos, qué importancia tenía en su contexto, ella lo hizo por primera vez”, aportó Nunzia Locatelli.

 

Con grupos que superaban los 200 integrantes, el obispo advirtió el fenómeno, cambió de opinión y autorizó los cursos de la laica consagrada. Una vez que se hizo oficial, la gente de la nobleza y personas de alto poder económico y social realizaron grandes donaciones a María Antonia para poder realizar la construcción de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, ubicada en la actual calle Independencia al 1190 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

“Los padres de Mariano Moreno donaron una parte del terreno sobre el cual está construida ahora la Santa Casa de Ejercicios Espirituales. También fueron parte Miguel de Azcuénaga, Francisco de Uriarte e incluso los diáconos, antes de ordenarse curas, tomaban los ejercicios. Mama Antula difundió las ideas de los jesuitas, entonces se puede decir también que la patria argentina, forjada en aquella época, y las ideas precursoras están empapadas de valores de los jesuitas gracias a ella, la única que mantuvo vigente ese espíritu. Era algo prohibido lo que promovía pero ella fue rebelde, no tuvo miedo y siguió adelante con la ayuda de otras mujeres y convenció a los obispos para que le dieran permiso para seguir haciendo los ejercicios”, remarcó Nunzia.

 

Cintia complementó que si bien no hay un documento que certifique las visitas a los ejercicios porque las hermanas de la Santa Casa no registraban a los ejercitantes, se pudo verificar el contacto de la santa con los próceres a través de otros medios y en gran parte gracias a las cartas que ella mantenía con los jesuitas en Europa y que fueron traducidas en varios idiomas. Por ejemplo, se supo que Cornelio Saavedra, que ya era un funcionario del Cabildo de Buenos Aires, la ayudó a hacer las gestiones para la construcción del complejo y que la familia de Manuel Alberti le donó también terrenos e incluso que fue él el director espiritual del establecimiento.

 

En una carta privada el Papa me dijo: 'esta canonización hará mucho bien al pueblo argentino (Nunzia Locatelli)

Fue en esa casa donde murió el 7 de marzo de 1799. Sus restos descansan en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de Buenos Aires, mientras que su legado se mantiene vivo en los seguidores que van a visitar los altares construidos en su honor.

 

Incluso, el apodo "Mama Antula", así sin tilde, se instala y populariza 160 años después de su muerte gracias a una mujer llamada Fanny Ledesma. Esta devota es también quien crea el primer lugar de culto de la jesuita en Villa Silípica.

 

"Este templete es un lugar muy importante porque es el primer espacio de culto. Antes de que se creara un santuario para ella por su beatificación, era el único lugar donde la gente iba a rezarle. Le pedían por sus necesidades o los chicos en medio de la noche si les dolía la muela y no había forma de ir a un médico, iban y le pedían sanarse. Es un lugar muy central para la devoción”, contó la especialista santiagueña.

 

 

Perseverancia post mortem

 

Mama Antula fue la primera causa de canonización enviada desde Buenos Aires a la Santa Sede. Por años quedó inactiva hasta la llegada de Bergoglio, en ese entonces arzobispo. La Congregación para las Causas de los Santos dio por milagrosa la salvación en 1905 de una monja gravemente enferma perteneciente a la orden religiosa que quedó a cargo de la Casa de Ejercicios Espirituales fundada por la jesuita. Finalmente, el 27 de agosto de 2016, en Santiago del Estero, el cardenal Amato, enviado por el Papa, realizó la beatificación de María Antonia de San José.

 

Para convertirse en santa debía ocurrir un segundo milagro, posterior a la beatificación y esto pasó en 2018. Un exseminarista jesuita estuvo al borde de la muerte por un accidente cerebrovascular. Un amigo le llevó al hospital una estampa de la entonces beata y la pegó en el monitor de signos vitales. El hombre mejoró y salió de terapia intensiva. Los propios médicos sorprendidos dieron testimonio al Vaticano.

 

Al igual que Bergoglio desde sus comienzos, Cintia y Nunzia fueron unas grandes luchadoras para que Mama Antula fuera reconocida como santa. "El Vaticano nos apoya y eso es algo muy divertido para nosotras. Tuvimos muchas personas en contra del trabajo de dos mujeres laicas que van adelante con la verdad, la búsqueda en archivos y el documento oficial de la causa de canonización. Al igual que ella, que siempre tuvo en contra a la gente pero supo esperar. Una de las frases que más me gustan de ella es: ‘la paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia’. Perseveramos y tenemos paciencia, pero mientras tanto actuamos", celebró Locatelli.

 

Tal fue el apoyo de la Santa Sede que sus piezas forman parte de la biblioteca oficial. Ambas fueron invitadas con lugares de privilegio a la canonización y, además, participaron de una audiencia privada con el Papa el día anterior a la ceremonia. Según Nunzia, el sumo pontífice les agradeció tres veces por el trabajo de diez años que le dedicaron a investigar la vida de la jesuita y agregó que, en una correspondencia que mantuvo con él en diciembre, Bergoglio aseguró que "esta canonización hará mucho bien al pueblo argentino".

 

"Mama Antula es muy cercana a su corazón, por supuesto, por ser jesuita pero también por defender los valores ignacianos, la Compañía de Jesús a la que él pertenece y, además, porque él pone en valor a una mujer del interior profundo de nuestro país que sale para hacer una obra de bien. En la audiencia privada que tuvimos con él, decía que Santiago del Estero tiene que volver a ser la diócesis primada de la Argentina. Él valora a Mama Antula como una mujer laica dentro de la iglesia que hacía una actividad prohibida por la que se jugó su vida”, coincidió Cintia.

 

El 11 de febrero se realizó la canonización, en una fecha particular. Debido al clima adverso invernal que hay en Roma no se suele reunir a los fieles en la Plaza San Pedro, y la ceremonia debió efectuarse excepcionalmente en la Basílica Papal. Además, el Papa Francisco se saltó otro protocolo. Cuando terminó la celebración de la santa tenía que dirigirse a su sacristía papal; en vez de eso, se acercó al presidente Javier Milei y lo fue a saludar.

 

“Estábamos a una corta distancia y lo más lindo de ese encuentro fue cuando el sumo pontífice lo llamó ‘hijo’. Esa es la paz que él promueve, es hacer borrón y cuenta nueva”, remarcó Nunzia. Por su parte, Cintia cerró: “Estas actitudes de Francisco hablan de lo que él siempre pregona, la cultura del encuentro, basta de grieta, que podemos pensar diferente, pero estamos todos unidos y queremos lo mejor para el país. Lo vi en persona y tuvo gestos muy hermosos para con el presidente. Se vivió un clima muy distendido, de mucho amor y respeto".

 

 

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