Los acontecimientos de la semana han abierto un nuevo panorama en la vida política de Villa Mercedes, como si unas brasas casi apagadas hubieran recibido una brisa que las avivó, transformándolas en un fuego ardiente y vigoroso. Esa chispa, que parecía inofensiva y a punto de extinguirse, encontró el aliento justo en el momento preciso.
El Partido Justicialista de Pedernera, una vez más, demuestra cómo puede encenderse con esa pasión tan característica del militante peronista y, en particular, del pueblo mercedino, herederos fieles de los Ranqueles que alguna vez habitaron estas tierras.
Cerca de ese fuego político, sin embargo, se encuentra un grupo liderado por su mandatario, que aún no tiene nombre, bandera ni color definido. Desde las sombras, observan de reojo la Avenida Mitre, conscientes de que podrían estar en ese lugar, pero resignados a que el tiempo y las decisiones los dejaron al margen.
En política, cada paso define un destino. Rodearse de las personas equivocadas puede ser un tiro en el pie, y la incapacidad de anticipar los acontecimientos muchas veces no es más que un reflejo de la falta de inteligencia y visión. El mandatario parece ser víctima de su propio ego, un defecto que lo ciega y le impide pensar con claridad. Ni siquiera ha prestado atención a su ciudad, donde su cumpleaños pasó casi desapercibido, un reflejo de la desconexión con quienes deberían ser su prioridad.
Todo apunta a un posible acuerdo con el Gobernador, otro personaje que, a pesar de tener el destino de los puntanos en sus manos (a él le gusta decir sanluiseños), sigue mostrándose ajeno e incapaz. Pero, ¿qué se puede esperar de alguien cuyo corazón pertenece a Córdoba?
Cuando el mandatario decida traicionar, no solo lo hará a sus convicciones, sino también al pueblo que confió en él, a quienes lo impulsaron y defendieron su candidatura. La traición no solo ensucia; aísla. Nadie quiere confiar en quien ya ha demostrado que cambia de bandera con el primer soplo de conveniencia.
¿Cómo podría prever las consecuencias si está rodeado de interesados, de personajes iguales o peores que él? La traición, entre ellos, es moneda corriente. Son aduladores seriales, lobos disfrazados de ovejas. No buscan el bien común; persiguen beneficios personales. Les domina la ambición, pero cuando llega la tormenta, desaparecen sin mirar atrás.
En unos meses, el resultado será evidente: soledad política, descrédito, y quizás hasta el fin de una carrera. La historia está llena de nombres que alcanzaron la cima, solo para caer por sus propias decisiones. Porque, como dice el refrán, “el que traiciona una vez, traiciona siempre”. Y al final, entre ellos no quedará más que reproches y resentimientos.


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