Advierten sobre puntos críticos en la Cuenca del Morro
Expertos del INTA y de la UNSL actualizaron datos sobre las 260 mil hectáreas para mejorar las condiciones productivas y reducir los riesgos de daño.
La cuenca sur del cerro El Morro, ubicada al noreste de Villa Mercedes, tiene una superficie aproximada de 260.000 hectáreas comprendidas dentro del Departamento Pedernera. Los límites son las sierras de El Morro y del Portezuelo al norte, Yulto al oeste, Comechingones al este y el río Quinto al sur. Esta área se caracteriza por sufrir anegamientos y afloramientos de agua salina a causa del ascenso freático, generando nuevos humedales que en algunos casos crearon nuevos cauces por incisión del terreno, recordaron tres investigadores del INTA y la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) en una reciente publicación. Allí describen los puntos críticos en la cuenca de El Morro y proponen acciones de mitigación para abordar los problemas asociados con el cambio climático y la infraestructura existente.
Sus autores son Claudio Saenz, de la Agencia de Extensión Rural del INTA Villa Mercedes; Juan Cruz Colazo, de la Estación Experimental de ese ente con la misma sede, y Esteban Jobbagy, científico del Instituto de Matemática Aplicada San Luis (Imasl y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en la UNSL.
“Ponemos a disposición información técnica que trata sobre la Cuenca El Morro, los puntos críticos sobre la infraestructura, principalmente aquellos que puedan llegar a generar algún tipo de problema ante eventuales lluvias excesivas o por encima de la media. La idea es que esto pueda ser una herramienta para aquellas personas que sean tomadores de decisiones a distintas escalas”, explicó Saenz.
Puntos críticos
Entre los aspectos sensibles observados por los profesionales, se destaca que en la región central de Argentina, los modelos de simulación climática indican que se espera un aumento de las lluvias y una mayor frecuencia de eventos extremos en las próximas décadas. Esta tendencia, observada durante el último siglo, sugiere un clima con alta variabilidad, alternando entre épocas húmedas y sequías intensas.
Advirtieron sobre el incremento del nivel de la napa freática en la cuenca, que aumenta a un ritmo de 0,15 metros por año durante los últimos 35 años. Este incremento generó nuevos cauces permanentes en las últimas cuatro décadas, con “episodios de incisión notables” en 2001, 2008, 2009 y 2015, especialmente en las subcuencas Río Nuevo y Quebrachal.
Los nuevos cauces y la evolución de los existentes han reducido el tiempo de concentración del agua en la cuenca, provocando picos de crecientes significativos con arrastre de sedimentos. Esto puede resultar en cargas de sedimentos extremas y episodios de erosión "sapping", creando flujos densos de agua y sedimentos, alertaron.
También detallaron que la cuenca baja de El Morro alberga infraestructura crítica como la ciudad de Villa Mercedes, la V Brigada Aérea, las rutas nacionales Nº 7 y 8, dos poliductos de YPF, un gasoducto y líneas férreas del Ferrocarril General San Martín: “Estos elementos son vulnerables a las crecientes y la erosión, especialmente en periodos de precipitaciones superiores a la media”.
Propuestas de mitigación
Para evitar agravantes en esa sensible cuenca, los investigadores proponen implementar sistemas de monitoreo y alerta temprana para prever eventos de crecientes y erosión y al mismo tiempo fortalecer y adaptar la infraestructura existente para resistir eventos extremos y gestionar mejor el drenaje.
Paralelamente, piden promover la reforestación y prácticas de manejo de suelos para reducir la erosión y mejorar la retención de agua, y capacitar a las comunidades locales sobre prácticas sostenibles y preparación ante desastres naturales.
“Reconociendo el rol de la vegetación y la oportunidad que representa la Agrozal en Villa Mercedes, es necesario continuar con las medidas que favorezcan la implantación de la alfalfa en aquellos sectores adecuados para su cultivo. En este sentido no existen estadísticas sobre su distribución y extensión en la cuenca”, indicaron.
Para los técnicos, si bien se avanzó en la adaptación de tecnologías como el uso de variedades o mejores manejos, aún existen brechas o vacíos de información que se deberían continuar investigando. Tampoco existe una síntesis del impacto producido por los planes de manejo en la cuenca, advirtieron.
Con respecto al monitoreo, consideraron que se avanzó en una red de información de caudales, niveles freatimétricos y precipitaciones: “Es de importancia sustancial asegurar el mantenimiento de dicha red, para contar con información de alerta temprana. También existen iniciativas, como la del sitio piloto del Observatorio Nacional de Desertificación, que estudia los procesos de degradación producidos en la cuenca y permiten contar con indicadores para la toma de decisiones”.
Antecedentes
Este proceso no es nuevo, en 1985 se produjeron intensas lluvias durante julio, lo que ocasionó el anegamiento de campos y de las Rutas Nacionales N° 7 y 8, recordaron al enumerar los hechos más importantes desde que se agravó el problema.
El gobierno provincial declaró la “Emergencia agropecuaria” en la zona, según el Decreto Nº 1299/85 y posteriormente el “Desastre agropecuario provincial” mediante el Decreto Nº 2038/85, sobre un área aproximada de 55.000 hectáreas en establecimientos próximos a Juan Jorba.
Finalmente se declaró en el ámbito nacional el desastre agropecuario para esa zona. En esa oportunidad la Dirección Provincial de Agricultura de San Luis, relevó la zona afectada al este de Villa Mercedes y alertó sobre la salinización de los suelos por el ascenso del nivel freático y corrientes de agua que se originaron en la parte norte de la zona de estudio. Destacó además la erosión en superficie y el origen de cárcavas de unos nueve metros de ancho por cuatro de profundidad al sur de Juan Jorba.
En esa oportunidad el arroyo Zanjón del Cerro Negro fue el que presentó mayores modificaciones y arrastre de sedimentos, lo que derivó en que a partir de esa década presente escorrentía permanente.
En enero de 1986, la Fuerza Aérea Argentina, al ser afectada la V Brigada Aérea en Villa Reynolds, encomienda un estudio a la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), actual Comisión Nacional de Actividades Espaciales de Argentina (CONAE), quien realizó la interpretación de información satelital para caracterizar las escorrentías y determinar los daños causados.
Posteriormente a partir de 1998 continuó el ascenso freático generando anegamiento y la reactivación de “paleocauces” (por donde antiguamente fluía agua) con la apertura de nuevos cauces 38 kilómetros al norte de Villa Mercedes, pero no se continuaron los estudios hasta que en 2008, debido a importantes lluvias otoñales, un nuevo cauce, al que se denominó río Nuevo, llegó hasta la Ruta Nacional N° 8 a la altura del km 717.
Esto afectó a miles de hectáreas, produjo cárcavas de gran magnitud y escorrentías con enorme cantidad de sedimentos que anegaron las Rutas Nacionales N° 7 y 8, situación que derivó en un plan de emergencia elaborado por Vialidad Nacional, presupuestada en torno a los 15.000.000 de dólares, que constó de un alteo sobre la Ruta Nacional N° 8 y la Circunvalación de Villa Mercedes; la canalización y construcción de los puentes pertinentes del cauce del río Nuevo.
A pedido del Gobierno de San Luis, el Instituto Nacional del Agua, evaluó los procesos fluviales del sistema hidrográfico de la cuenca El Morro, en el que se mencionan las particularidades geológicas y geomorfológicas de la cercanía histórica del nivel freático a la superficie, el progresivo aumento de las precipitaciones y el cambio de uso de la tierra.
Dentro de las causas antrópicas se mencionan, las modificaciones en el sistema de escurrimiento superficial, mediante canalizaciones, bordos, el trasvase de cuenca del arroyo La Guardia y el efecto de las rutas como interferencia en el escurrimiento superficial y subterráneo.
Un trabajo de INTA analizó las características de la cuenca relevando sus cauces, elabora predicciones de potenciales nuevos cursos y realiza un balance hídrico de la cuenca.
Allí menciona el incremento del régimen de precipitaciones en la zona con un aumento de la media anual de lluvias desde 500 a 700 milímetros anuales, y un cambio de uso del suelo pasando de la cubierta original de bosque xerófilo al laboreo e implantación de cultivos, lo que trajo aparejado un cambio en la relación infiltración-escorrentía y en la evapotranspiración de los agroecosistemas.
Entre el factor desencadenante principal de orden antrópico, se destaca el efecto de retención de escurrimientos que generan en primer término la Ruta Nacional Nº 8 y, en segundo lugar, la Ruta Nacional Nº 7 y los trasvases realizados en el sistema mediante canalización.
Estos cambios se asocian principalmente al reemplazo de los bosques nativos por cultivos anuales, acompañado por el aumento regional de las precipitaciones; mientras que la actividad sísmica se ha demostrado despreciable como agente causal de los excesos hídricos en la cuenca en estudio.
Es evidente que el cambio de uso del suelo simplifica las comunidades vegetales, los flujos de agua se pueden modificar al punto de alterar la dinámica de las sales, las que a su vez pueden producir efectos suficientes sobre la vegetación como para alterar el balance hídrico y llevar el sistema hacia un funcionamiento hidrológico diferente, que se observa también a escala regional.
El daño a las obras viales y de infraestructura emerge como el impacto más apremiante y como una de las amenazas más serias, dado que la parte baja de la cuenca es atravesada por dos rutas nacionales que en conjunto crean el principal corredor vial este‐oeste del país y uno de los más importantes del continente.
Además de estas rutas, la Ruta Provincial Nº 33 es la principal vía de ingreso y egreso de la cuenca que, sumado a caminos vecinales, resultan de vital importancia para el movimiento y la salida de granos, forrajes y animales en la cuenca.


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