SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Théo Marechal, bailarín del Moulin Rouge

Una visita obligada para quienes recorren París de noche es el Moulin Rouge. La cuna del cancán reúne a los mejores artistas de cabaret y cada show muestra el trabajo de las 450 personas que trabajan en el lugar. Marechal es uno de ellos y describe su rol como "un sueño".

Por Paula Elías @mivueltaalmundo
| 02 de octubre de 2024
Théo, con su sonrisa de siempre. Foto: Moulin rouge- Philippe Wojazer.

Montmartre es uno de los barrios más bellos de París. Es una aseveración quizás determinante, pero que encuentra pocos argumentos en contra. Entre tantos edificios icónicos, escaleras infinitas, cientos de cafés y turistas por todos lados las 24 horas del día, se levanta el Moulin Rouge, en el 82 del Boulevard de Clichy.

 

El cancán es uno de los bailes característicos de ese escenario y, aunque la definición la mal denomine como una “danza frívola y muy movida”, es una disciplina que conlleva un gran entrenamiento y destreza que hace que quienes queden seleccionados para cualquier show sean los mejores.

 

"Estamos en París y es un lugar icónico. Es mágico e impresionante, porque tenemos 60 bailarines en el escenario. Tenemos 1.000 trajes y 800 pares de zapatos. Es una locura, exuberancia. Es mucho en el escenario", dice Aurélia Madisclaire, quien es responsable de Prensa y Comunicación.

 

Théo Marechal es uno de los 16 bailarines del Moulin, es francés y hace un año y medio que es parte de esta compañía reconocida en el mundo entero.

 

En la previa de uno de sus shows, el joven habló con Cooltura en una de las salas del teatro, rodeado de trajes, plumas y casi 135 años de historia.

 

 

—Sos uno de los pocos hombres del grupo…

 

—Exactamente, sí. Somos 16 en el escenario todas las noches.

 

 

—Théo, sos francés. ¿De París?

 

—No, soy de un pequeño pueblo en el centro de Francia. Se llama Moulin, como Moulin Rouge. Está a unas dos horas y 20 minutos de aquí. Es un pueblo pequeño. No hay mucha gente, no es como París.

 

 

—¿Desde hace cuánto tiempo formas parte de esto?

 

—Ha pasado casi un año y medio. Entré en marzo del año pasado, en 2023. Venir aquí era un gran sueño. Tras la audición, cuando supe que era parte de este increíble espectáculo, fue como un sueño hecho realidad, de verdad. Es increíble, seis días a la semana, dos espectáculos por noche.

 

 

—¿Cuándo pensaste que tal vez podías postularte, que podías ser parte de esto? ¿Cómo fue ese proceso?

 

—A mí me gusta bailar. Cuando tenía cinco años ya veía videos de Moulin Rouge, de muchos cabarets, pero, por supuesto, de Moulin, porque es el cabaret más famoso del mundo. Para mí, mi objetivo era estar ahí. Ya había hecho algunas cosas antes, un poco de cabaret, y el año pasado lo intenté por primera vez, en la audición. Y aquí estoy ahora. No puede ser mejor. Como en un mundo maravilloso.

 

 

—Entonces, hiciste solo una audición… ¡Qué suerte!

 

—No (ríe), es mucho trabajo. Para mí fue un poco rápido, porque hice la audición y al día siguiente comencé el ensayo. Me dijeron: ‘Oh, necesitamos un muchacho ahora mismo. ¿Estás disponible?’. Y yo les dije: ‘Por supuesto que sí’. Yo ya vivía en París. Empecé al día siguiente. Fue muy fácil. No lo puedo creer, sucedió muy rápido.

 

 

—¿Y cómo es el entrenamiento? ¿Cuántas horas? Porque tienes dos shows, como dijiste, pero luego hay mucha preparación. ¿Cómo es esa parte en un bailarín?

 

—Seis días a la semana, dos funciones por noche. Y durante el día, tenemos como dos o tres ensayos. Tenemos que estar aquí a las siete y media. El primer show empieza a las nueve y el segundo, a las once y media. Ensayar para mejorar, porque hacemos siempre el mismo show.

 

 

—Así que estás presente seis días a la semana… es mucha danza.

 

—Eso es mucho baile, así que necesitamos tener una buena preparación, un buen calentamiento, porque para el cancán francés se necesitan muchas patadas, volteretas y splits con saltos. Necesitamos calentar muy bien, cuidar el cuerpo. Es como bailar doce cancanes en una semana, imagínate. Es mucho.

 

 

—Es como una gimnasia.

 

—Sí, exactamente. Tenemos que cuidar nuestro cuerpo.

 

 

—De todas las partes del espectáculo, ¿cuáles son las que más te gustan?

 

—A mí me gusta mucho una... Se llama Prólogo, es el primer baile. Es como la apertura, porque tiene mucha energía, boogie. Y me gusta ver la reacción del público. Es como si dijeran: ‘¡Guau!’. Y, por supuesto, el cancán. Porque yo vine aquí por eso, por hacer cancán todas las noches. Todo el mundo conoce el Moulin Rouge, el cancán, este baile.

 

 

—Siempre está lleno, pero con la realización de los Juegos Olímpicos ¿algo ha cambiado?

 

—Todos los años está lleno, realmente siempre está lleno. A veces tienes que esperar como tres semanas para conseguir un lugar, porque siempre está lleno. Así que tenemos mucha suerte de poder bailar con un público lleno todas las noches. Eso es realmente agradable.

 

 

—¿Y a veces tienes la oportunidad de mirar a la gente y ver sus reacciones?

 

—¡Sí! Cuando bailas en el escenario, a veces ves a un joven, a un niño, a un niño pequeño o incluso a un adulto, con los ojos de asombro, y simplemente quieres darlo todo, como el 100% por ellos. Porque ellos, como la mayoría de la gente, solo vienen una vez. Solo queremos darlo todo y hacer realidad sus sueños, como los nuestros.

 

Incluso antes de entrar al Moulin, la atmósfera… Incluso ellos no ven el espectáculo, solo la atmósfera con la luz, con toda la decoración, como si te hiciera entrar en una burbuja, ya sabes. Y después de que el espectáculo comienza, es como una pluma, como en un sueño, como dos horas de sueño.

 

 

—Tanta vestimenta y escenografía enorme en uno solo en el espectáculo… ¿Tienes que cambiarte de ropa muy rápido? ¿Cómo se las arreglan con todo esto?

 

—El espectáculo dura como una hora 45 minutos. Los varones creo que tenemos entre 12 y 15 disfraces diferentes. Tenemos muchos cambios rápidos, muchos sombreros, ya sabes, sombreros grandes, disfraces muy pesados, disfraces hermosos. Tenemos un sombrero grande, como este, que es para piratas. Y sí, hay muchos cambios rápidos, pero esto es parte del espectáculo, adrenalina, sensación. Nos encanta.

 

 

—¿Normalmente las mujeres tienen más escenas que los hombres o es más o menos lo mismo?

 

—No, es más o menos lo mismo. Pasamos el mismo tiempo en el escenario, pero, claro, hay más mujeres. Hay 16 varones en el escenario.

 

 

 

—Si tuvieras que definir en pocas palabras lo que significa el Moulin Rouge en este momento de tu vida, ¿qué dirías?

 

—Es como un sueño. Y una familia también. Estamos todos los días juntos. Es realmente como una familia, con el vestuarista, el técnico, con todos somos muy unidos. Y para la gente de afuera del Moulin, yo diría... icónico, porque es algo icónico, sí.

 

 

 

 

Plumas, pedrería y champagne

 

 

Desde la época de Mistinguett, una de las más famosas bailarinas francesas, el vestuario siempre ha ocupado un lugar destacado en los espectáculos del Moulin Rouge.

 

Los trajes son parte de la creación de un espectáculo con el mismo valor que la puesta en escena, la coreografía, la escenografía y la iluminación. El vestuario, diseñado por Corrado Colabucci, requirió un presupuesto extraordinario de 4 millones de euros que permite todas las extravagancias, en particular para la creación de tocados, zapatos y joyas.

 

Un show implica el uso de mil trajes y accesorios, 12 trajes por artista. Los responsables de la confección a medida en los talleres del Moulin Rouge son la Maison Février (plumas), la Maison Clairvoy (zapatos), l’Atelier Valentin (bordados), l’Atelier Couture y l’Atelier de Creation (vestuario).

 

Treinta y tres personas trabajan cada día en los talleres del Moulin (vestuario, sastres, zapateros, plumajeros, bordadores…), que crean utilizando cuero, pedrería Swarovski, perlas, bordados a mano, lentejuelas y raso, entre otros.

 

Son cinco los zapateros que personalizan y crean los 800 pares de zapatos con pieles de primera calidad.

 

Cada traje requiere entre 10 y 280 horas para su confección, y cada noche, 23 vestuaristas ayudan a los 60 bailarines a cambiarse entre bastidores.

 

En el restaurante del Moulin Rouge, hay 100 maîtres, jefes de sala y camareros, quienes trabajan todas las noches en el legendario salón que puede recibir hasta 850 comensales.

 

Un equipo de 50 cocineros prepara los platos dirigidos por el chef ejecutivo Arnaud Demerville. Los vinos y champagnes son seleccionados entre los mejores de Francia. Por año, se abren unas 240.000 botellas.

 

La cena está acompañada por la orquesta del Moulin Rouge y permite disfrutar de la pista de baile hasta el comienzo del espectáculo, a las 21 horas.

 

 

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