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Cuatro de cada diez alumnos de universidades nacionales son pobres

Así se desprende la información de la Encuesta Permanente de Hogares. Casi siete de cada diez estudiantes son la primera generación que accede a una educación de nivel superior. 

Por redacción
| 15 de octubre de 2024
Estudiantes de la UBA toman clase en la calle como protesta, en abril de este año, por el recorte al presupuesto universitario. Foto: Natacha Pisarenko.

Los datos son contundentes. Cuatro de cada 10 estudiantes de universidades nacionales son pobres. La información contradice a los dichos del presidente Javier Milei, quien el sábado, al presentar el nuevo nombre del ahora ex CCK, que pasó a llamarse Centro Cultural Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento, sostuvo que "el mito de la universidad gratuita se convierte en un subsidio de los pobres hacia los ricos, cuyos hijos son los únicos que llegan a la universidad con los recursos, la cultura y el tiempo común para poder estudiar".
De acuerdo a un análisis realizado por Leopoldo Tornarolli, economista del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de la Plata, ek 42,6% de los alumnos universitarios son pobres. El cálculo es en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y corresponde al semestre que va de octubre de 2023 a marzo del 2024.
Si se considera a los estudiantes del nivel superior público, que incluye nivel terciario, universitario y posgrado, ese porcentaje asciende al 43,1%.
El número de estudiantes universitarios del sistema público que están debajo de la línea de pobreza vino en incremento en forma sostenida durante los últimos años. Según revelan los datos elaborados por Tornarolli, a principios de 2016, eran el 23,2%. Desde entonces, ese porcentaje no dejó de subir, con solo breves períodos de amesetamiento o baja.

 

 

Análisis histórico elaborado por el economista Leopoldo Tornarolli.

 


Tornarolli, actual director del Proyecto SEDLAC - una Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe- apuntó que “cuando se expande el acceso a un nuevo servicio, los nuevos beneficiarios tienden a ser de grupos menos favorecidos que los beneficiarios previos. Pasa con la educación pública, los servicios de cloacas, gas de red, o el agua potable”. Y advirtió que actualmente se dan en Argentina dos efectos en conjunto: “Más gente de bajos ingresos entra al sistema que en el pasado, y más gente que está en el sistema se vuelve de bajos ingresos por la situación económica actual y de los últimos años”.
Para Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva de Fundar, una ONG especializada en políticas públicas, “si bien es cierto que los sectores medios van más a la universidad que los más bajos -y esto es así en todo el mundo-, no es que los sectores bajos no van”. Y destacó que “la educación superior se ha ido democratizando en Argentina. En 2003, el 31,6% de los estudiantes de nivel superior de instituciones públicas venía de los quintiles 1 y 2 (40% más pobre). Hoy esa cifra es 10 puntos más alta (42,1%). La universidad pública fue clave en ese proceso”.

 

 

Javier Milei al inaugurar el nuevo nombre del ex CCK, que ahora se llama Palacio Libertad. Foto: Infobae.

 


Schteingart - sociólogo que también es curador del sitio Argendata - señaló que “lo que viene ocurriendo es que, a medida que va pasando el tiempo, se difunde el acceso a la universidad y la gente del segmento más bajo de la pirámide social empieza a participar más de la educación. Por eso, en Argentina, como muchos otros países, la desigualdad educativa, medida por años de escolarización, ha ido bajando a lo largo de los años. Contrariamente a lo que dice el sentido común de que las desigualdades educativas en Argentina suben - ahí uno puede discutir calidad y es más difícil de medir-, la desigualdad medida por el coeficiente de Gini de los años de escolarización en Argentina ha ido bajando”.

 


Primera generación de universitarios
Milei también había afirmado que “la universidad ha dejado de ser una herramienta de movilidad social para convertirse en un obstáculo para la misma”. Sin embargo, el último Anuario Estadístico universitario publicado por la Secretaría de Políticas Universitarias, que depende del Ministerio de capital Humano, lo contradice.
Al analizar el Capítulo referido a la Población Estudiantil de Pre-grado y Grado en instituciones de gestión estatal de ese Anuario, con datos de 2022, se aprecia que sobre un total de 56 universidades nacionales, en 41 de ellas, más de la mitad de los nuevos inscritos es primera generación de universitarios.
Las tres universidades con mayor proporción de nuevos inscriptos cuyos padres o madres no fueron a la universidad son del Conurbano bonaerense. En todos los casos están entre las creadas más recientemente, en 2009, durante el gobierno de Cristina Kirchner: la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), cuya sede está en Florencio Varela; la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ); y la Universidad Nacional del Oeste (UNO), ubicada en San Antonio de Padua, partido de Merlo. En esas casas de estudio, 7 de cada 10 alumnos provienen de hogares en los que sus progenitores no accedieron a la universidad.
Infobae/Redacción.

 

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