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Alertan que forestar con pinos tiene un alto costo ambiental

La investigadora de la UNSL, Stella Marys Bogino, desarrolla una investigación sobre el impacto negativo que producen las poblaciones de halepensis, un árbol que consume mucha agua y es altamente inflamable.

Por Roberto Vinuesa
| 13 de enero de 2024
Invasoras. Esta población espontánea de pino halepensis fue observada por la investigadora a 1.400 metros de altura y en dirección a Villa Elena. Foto: gentileza.

El pino halepensis es una especie que tiene un alto potencial invasor por su plasticidad fisiológica y tolerancia al estrés. Es por eso que investigadores en recursos naturales del INTA, de la UNSL, del  Conicet y de la Unvime trabajan, por estos días, en un estudio orientado a conocer el impacto de esta planta en las sierra de los Comechingones, ya que se trata de una especie de alta propagación, conocida en todo el mundo por los daños que causa al medioambiente y a las comunidades bióticas.

 

“Cuando en lugar de una formación vegetal nativa tenemos una plantación de pinos, o plantaciones espontáneas como está ocurriendo en la sierra de Comechingones, cambia toda la biodiversidad, o sea toda la vegetación que acompaña a ese sistema, y al cambiar la vegetación cambia toda la fauna que está relacionada con ese sistema”, dijo al suplemento El Campo, Stella Marys Bogino, integrante del equipo de investigación.

 

“Me llama mucho la atención la introducción de especies exóticas y el impacto que esto puede tener en los distintos entornos naturales”, explicó la profesora de Dasonomía, una asignatura de la carrera de Ingeniería Agronómica, que investiga los bosques, con especial hincapié en los bosques nativos.

 

 A la investigación la realiza junto a Ruth Rauber, María Alicia Cendoya y Matías Bazán, y los datos obtenidos hasta ahora permiten conocer la susceptibilidad de la especie en la región, con posibles daños a la estructura fisicoquímica del suelo, que es altamente ignífuga (que se prende fuego rápidamente) y con posible alteración del balance hídrico del agua subterránea, con su impacto en la flora nativa y asentamientos urbanos.

 

1.400 Metros de altura en la sierra de los Comechingones se detectaron poblaciones espontáneas de pinos, que probablemente vienen de plantaciones realizadas a los 800 metros.

“Si bien el área afectada en los Comechingones no está determinada aún, sí vemos distintos patrones similares de instalación a 1.400 metros de altura y todos dispuestos en la ladera sur, que tiene menos impacto de la luz solar directa, por lo tanto tiene mayor humedad. Esto favorece la instalación de la especie”, explicó.

 

“¿Por qué se instala el pino halepensis a esa altura?”, es una pregunta que se hace Bogino, al dar cuenta de que en realidad fue introducido como ornamental a 800 metros de distancia. Y dijo: “La especie, en general, tiene una semilla que posee una pequeña ala, que le permite ser dispersada por los vientos, entonces eso las lleva a acceder a estos lugares que indudablemente presentan las condiciones ambientales mejores para que se instale".

 

Los pinos son grandes consumidores de agua, las especies leñosas lo son en particular, indicó la docente universitaria, y destacó que hoy en Argentina se registran consecuencias por el  cambio de uso del suelo: “Donde antes había un bosque nativo hoy tenemos un cultivo agrícola, y eso implica un mucho menor consumo de agua e impacta en que haya fenómenos ambientales tan significativos como la aparición de nuevos cursos de agua, tal como ocurrió con el río Nuevo en San Luis".

 

El pino halepensis tiene un alto contenido de resina en sus tejidos, lo que lo convierte en una especie altamente ignífuga, que podría incrementar la intensidad y frecuencia de los fuegos.

La investigadora advirtió, sin embargo, que “hay una cuestión cultural muy fuerte. Nos pasa con los alumnos de quinto año. El primer día de clases les damos una hoja en blanco con un fibrón y les pedimos que nos dibujen un bosque. El 100% dibuja un pinar. O sea, para que algo sea un bosque, tiene que tener pinos. ¿Qué quiere decir? Que culturalmente esto está muy arraigado por nuestra impronta europea. Está muy establecido que un bosque, para ser bosque, tiene que tener pinos".

 

En ese sentido, la profesional fue crítica con la forestación que se impulsa desde hace varios años en las rutas, que atraviesan la provincia y que incluyen distintos tipos de pinos, como también la Ley de Bono Verde, con la que se subsidiaba la plantación con distintas especies, dentro de las cuales estaban estas mismas especies.

 

 Comechingones. Stella Bogino y su colega Ruth Rauber recogieron datos alarmantes sobre el pino halepensis. Foto: gentileza.

 

¿Qué ímplica el costo ambiental de plantar algo?

 

“Esta especie ha sido producida en un vivero eso tiene un costo energético; después fue trasladada a un lugar y más tarde vemos que las riegan, esto también tiene un costo energético para una provincia que es un territorio de bosques nativos con especies extremadamente adaptadas a la zona, que han evolucionado en estos ambientes, crecen solas. Ahí no tenemos ningún costo energético para que estén, y por otro lado están activamente fijando carbono, uno de los gases considerados de gran impacto frente al fenómeno de cambio global”.

 

Cuando introducimos una especie exótica en un lugar, cambia ese ambiente natural y las consecuencias pueden ser mucho más grandes de lo que  podemos imaginar (Stella Marys Bogino, ingeniera agrónoma de la cátedra Dasonomía de la UNSL)

Señaló que hay grupos de investigación mirando esta situación desde el lado de Córdoba, donde se están dando invasiones también con otras especies de pino y fomentaron ampliamente la plantación en el siglo pasado, subsidiando siembras masivas, que se hicieron y prosperaron mejor que en San Luis.

 

El cambio social que produce es la desaparición de los puesteros con cabras, que criaban a estos animales justamente en la parte alta de la sierra. Al respecto, explicó que la cabra tiene el hábito alimenticio de “comerse todo”, incluidos los pinos.

 

“Los cabriteros fueron desapareciendo de la zona serrana por distintos motivos, y en este momento nos encontramos frente a la situación de que las cabras no están más para el control de este tipo de instalaciones de especies exóticas, y otra situación que se está dando es una mayor disponibilidad de biomasa, la materia prima ideal para la ocurrencia de los fuegos", describió.

 

Bogino dirige junto a su madre, Manuela Sacco, el establecimiento ganadero Virgen de Luján, ubicado 23 kilómetros al norte de Villa Mercedes.

 

En 2022 obtuvo el tercer puesto en un certamen organizado por una empresa agrícola norteamericana, Corteva Agriscience, luego de presentar el proyecto "Mujer, academia y ruralidad: un puente posible en la pampa semiárida de Argentina".

 

"El desafío cultural es muy fuerte. Nos hemos formado con la creencia de que como humanos somos el centro del universo y resulta que no, que somos parte de un sistema, de un terrible ecosistema muy grande que se llama planeta Tierra", reflexionó.

 

Agregó que el humano provoca un impacto en el ambiente de dimensiones que "por ahí ni siquiera evaluamos", desde tirar la bolsita por la ventana del auto, hasta introducir una especie exótica como los castores o jabalíes.

 

"Como humanos siempre dando respuesta para tener una calidad de vida mejor sin entender que nuestro futuro como especie tiene que ver en que actuemos como una comunidad, como un conjunto. La comunidad científica hace más de 15 años viene diciendo que la mejor vacuna contra la ocurrencia de cualquier pandemia es cuidar la biodiversidad del mundo. Esa biodiversidad tiene que ver con los sistemas boscosos y sin embargo no lo estamos haciendo", lamentó.

 

Por otra parte, aseguró que para cambiar estos hábitos, no hace falta insistir con legislación regulatoria: "Si hay una sociedad que se caracteriza por no respetar las leyes, es justamente la sociedad argentina, como leyes de tránsito o de lo que sea".

 

Recordó que existe una ley de protección de los bosques nativos, de presupuestos mínimos que obliga a que una parte del presupuesto del Estado se tiene que destinar a proteger los bosques nativos.

 

Esta ley está reglamentada en 2009, agregó y aseguró que sin embargo la Argentina está entre los diez países más deforestados del mundo.

 

"Ahora en las redes circula un escándalo porque quieren derogar la ley de bosques y se va a poder deforestar todo lo que la gente quiera y demás. Esta gente que es tan activa en las redes no lee los informes de la FAO, donde ya hace rato que vienen diciendo que la tasa de deforestación de Argentina no cambió por tener una ley", se quejó.

 

Entonces, para Bogino hoy las acciones pasan por informar a la gente, más que plantar un árbol en la banquina, como se promociona. "Hay campañas de plantación de especies exóticas, 10.000 árboles, y nos parece una locura cuando los datos dicen que estamos perdiendo 5 millones de especies de algarrobos y caldenes en la provincia por año por la deforestación que hay", alertó la investigadora.

 

Insistió en que se debe tratar de transmitir que la importancia de los árboles tiene que ver con las especies nativas: "Consiste en ser un poquito cada día más respetuosos con el entorno, entender el impacto que tenemos y empezar a ver a las especies que nos acompañan como nuestros aliados necesarios para nuestra supervivencia".

 

 

 

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