SAN LUIS - Sabado 04 de Mayo de 2024

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La cruda informalidad

Es La cabeza de Olga, una de las radios de streaming más populares del país, y de varios proyectos audiovisuales y sonoros que, sin importar los entrevistados, equipos o condimentos, tienen una cosa en común: la informalidad del hombre de barba colorada y gorras. 

Por Astrid Moreno
| 18 de septiembre de 2023

Hasta el nombre de la plataforma de Migue Granados tiene su impronta: de un viaje de fumones fue que nació Olga y aunque el producto fue planeado con la precisión de la experiencia, la informalidad y una pizca de ignorancia fueron los humos perfectos para darle vida a mejores episodios con "La Cruda" y remates de chistes.

 

El hijo del humorista Pablo Granados es muchas cosas: cantante, humorista y conductor, pero a su vez no se profesionaliza en ninguna. Así reafirma que la informalidad es su estilo y, por qué no, filosofía de vida.

 

 

―Se te califica como humorista, pero también conducís, ¿te encasillás en algún rubro?

 

―Creo que no, porque también voy pasando por todos los roles o labores, como prefieran llamarlos. Lo que a mí me gusta es  esto de ir jugando un poco a cada cosa y, por eso mismo, ninguna es del todo profesional o avalada.

 

 

―Ahora mostrás más tu faceta de cantante, ¿estás trabajando en algo puntual con eso?

 

―Siempre lo fui. En realidad yo no soy cantante. Simplemente me gusta cantar y cómo lo hago. Es un recurso más que tengo donde voy, no es que me tiro de lleno y me lanzo como cantante. Me gusta y es un recurso más que tengo.

 

 

―¿Cómo fue esta decisión de no hacer más "La Cruda"? ¿quedó algo pendiente?

 

―La verdad es que, no es que se terminó. Éramos un equipo principal de tres, pero ahora como tengo Olga yo lo quiero hacer acá, no lo quiero producir más en Spotify. Me gustaría unir algunas de todas las cosas que hago y que pasen por este espacio.

 

 

―La gente del medio conoce más tu forma de entrevistar, pero ¿cómo era en el caso de los entrevistados más alejados del rubro?

 

―Las personas que fueron sabían con quién iban a hablar, dentro de todo. No sé si me conocían a mí personalmente, pero la producción les explicaba cómo era la modalidad de la entrevista, distendida y relajada. Y, al fin y al cabo, para bajar una información ese es el mejor modo de diálogo para atravesar a alguien. Por ejemplo, como lo hicimos para concientizar o atravesar temáticas como el VIH, y sobre cómo se contagia, que ya hay medicación desarrollada para que tengan el índice de virus bajo y, por ende, no contagian. Creo que si uno aborda temáticas duras desde la informalidad pura es mucho más fácil transmitirlas.

 

 

―¿Cómo te preparás para ese tipo de entrevistas?

 

―Yo no investigo, pero sí son temas que me interesan, entonces al mismo tiempo que la persona en el podcast lo escucha por primera vez, yo también, lo aprendo y lo proceso. Obviamente sé que me voy a sentar con la madre de una piba que fue asesinada, pero después el comodín va por contarlo cronológicamente, entonces lo incorporo por primera vez ahí y esa es la esencia de “La Cruda”. Temas abordados un poco desde la informalidad y la ignorancia.

 

 

―¿Y esto de usar las palabras sin miedo? Como por ejemplo con la entrevista con Camila Sosa Villada al decir "trava"...

 

―En realidad yo lo pude decir ahí porque estaba avalado por ella. Pero sí, usar la expresión "una trava" está bien. Es como se habla informalmente; como si fuera decirle "chabón" a alguien, no pasa nada. Si la otra persona se refiere a sí mismo como tal, se puede decir. Aparte ella también en ese caso me enseñó muchas cosas y después me aplicó también unas correcciones de qué estaba mal decir y eso es grabado, queda todo, así que a veces está bueno inmolarse por el mensaje.

 

 

―Hace poco en una entrevista con Darío Barassi hablaban de sus físicos y hacían chistes con el cuerpo ¿cómo es ese proceso de hacer humor con uno mismo?

 

―Ya de por sí tenemos el privilegio de ser hombres, entonces es más fácil abordarlo. Además, no es lo mismo ser un gordo que una gorda, porque está esto de que el gordo es el gracioso y la gorda, la incogible. Con Darío jodemos con eso, pero después nosotros también bajamos nuestra línea. Además, hacemos chistes con eso como Moldavsky los hace con ser judío; pero como pertenecemos, digamos, podemos hacer chistes sobre ese tema sin ser criticados.

 

 

―Hacías referencia que al ser hombre era un tema más fácil de abordar ¿te considerás feminista?

 

―Una vez le pregunté a una chica que sabía que estaba muy con el tema con qué podía ayudar, siendo hombre. Por ejemplo, cuando se está hablando de una marcha o una convocatoria, y me dijo: "Cerrá el culo. Callate, observá y no te metás". Porque si no, al final, también es un hombre el que organiza la marcha o el que genera la convocatoria. Ese fue el mejor consejo que me dieron porque es la típica, te enterás que a tu compañera de laburo la están acosando y vos desde ese lado de hombre salís a querer cagar a trompadas a alguien. Siempre se termina reproduciendo ese modelo. Soy un privilegiado bastante heteronormativo, si se quiere usar ese concepto, entonces como que trato de aprender, tengo una hija y cambié mucho paradigmas por eso también a la fuerza.

 

 

―¿Sos una persona que tiene conductas adictivas?

 

―A la comida, las redes sociales y al cigarrillo, sí. Nunca fui adicto a algo grave, por así decirlo, sí al cigarrillo y por eso lo dejé. Pero nunca a las drogas duras, eso jamás, me da miedo incluso probarlas. Más que adicto soy demasiado pasional, me gusta algo y voy a fondo con eso, entonces se genera una secuencia media adictiva. Pero también estoy aprendiendo a no patinar.

 

 

―¿Cómo es la relación con tu papá, Pablo Granados?, ¿compartieron trabajos y humor?

 

―Con él tengo un rebuen vínculo. Ahora nos vemos más, pero desde otro lugar, como pares ya no tiene que retarme ni andar enseñándome cosas. Yo ya soy grande, tengo dos hijos y demás. Siempre fue bueno el vínculo, no sé si es que aprendí de humor con él, sino más bien viéndolo o viviendo muchas cosas de cerca.

 

 

―¿Cómo es el Migue Granado padre?

 

―Es distinto. Mi mujer es mucho mejor madre que yo padre. Ahora con mi nene que nació hace cuatro meses tenía ese miedo, que expuse en redes, de no saber qué onda el segundo, si lo iba a poder comprender tanto como a la primera, y la verdad es que fue un flash. Estoy inmerso totalmente.

 

 

―Contaste una anécdota sobre una publicidad que viste con tu hija sobre una salchicha verde…

 

―Sí, fue en una época de mi hija que era muy escatológica y la hacía reír todo lo que tenía que ver con decir culo, pene y esas palabras. Entonces vi esa publicidad de la salchicha verde y, como un pelotudo, le dije que era el pito de Shrek. Después lo repitió en el jardín y quedé muy mal con un chiste básico. Fue un ejemplo de una vez que hice algo mal y en el colegio me llamaron. Eso lo conté, no como un chiste de pijas verdes, sino como qué bien el colegio que ante la primera alerta de algo raro, border o llamado de atención para lo que implica el cuidado de los niños y todos los quilombos que hay, te alerten.

 

 

―¿Por qué el nombre Olga? ¿Cómo es el desafío de diferenciarse de las demás radios de streaming, si es que lo intentás o no?

 

―Olga surgió por poner un nombre justamente así, que fuera más que cualquiera, y al final nos subimos a esa; era una broma y quedó. Una fumoneada, como decir pongámosle Víctor. Ahora no concibo este lugar con otro nombre. Con respecto a la diferenciación, no hay ninguna iniciativa inorgánica de tener que separarse de otros porque nosotros somos lo que llevamos. Después no nos queremos diferenciar de nadie. Simplemente sabemos que somos diferentes porque somos otras personas, con otros intereses y prioridades. Sabemos que tenemos una gran responsabilidad de transmitir un mensaje y que muchos nos escuchen, entonces elegimos qué hablar y qué no. También consumimos los otros canales para divertirnos.

 

 

―El estudio da a la calle y se produce una interacción muy interesante con la gente que pasa…

 

―Esa fue una idea de los Chela, son los chicos que nos propusieron hacer este canal y que concretaron la idea de que sea con una venta a la calle, para que haya una interacción con el público. Un poco también es de la escuela de radio que se hace en Buenos Aires. Era la idea. Gracias a eso descubrimos cositas que nos divirtieron y lo llevamos en línea para nuestro molino. Por ahí aparece un nene que esconde un retalento, te dice que quiere pasar a tocar y es un golazo.

 

 

―¿Cómo te llevás con la polémica? ¿Te parece atractiva o la utilizás?

 

―No la utilizo, para ser sincero, me estresa bastante. Pero yo también juego con esas cosas; si no hice nada malo, no me preocupo me banco que me puteen y listo. Ahora, si hice algo malo sí me preocupo porque es mi culpa; pero si no que salga la nota y esa ebullición que se da más que nada en twitter y redes sociales, donde somos la balacera del país. Y bueno, en dos días termina. Imaginate que hay gente que está acusada por violaciones y al otro día ya pasó desapercibido. Si lo que me dicen a mí es por alguna pelotudez que dije, mucho menos repercusión debería tener.

 

Si uno aborda temáticas duras desde la informalidad pura es mucho más fácil transmitirlas (Migue Granados)

―¿Hay algún tipo de límite con el humor?

 

―Lo que pasa es que el límite, en realidad, es muy relativo porque sucede por un determinado momento. Por ejemplo, me pasó algo malo y después de cierto tiempo hago chistes sobre eso. Es una excusa que, además de burlarme de eso, te escudás de que te pueda hacer daño. Hay límites con lo que se dice y lo que no, pero no con el chiste. Alguien puede hacer un chiste sobre la dictadura militar y depende de la manera en que lo haga es que uno entiende si la línea que está bajando es buena y no que está negando que algo pasó o diciendo que no fueron 30 mil desaparecidos. No es un chiste, pasa a ser una opinión o una polémica. Más allá del chiste, tiene que ver con quién lo hizo y la construcción que le dio.

 

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